Un drama que desgarra a la India: los chicos que quedan huérfanos por el coronavirus
Más de 3600 niños en el país asiático han quedado huérfanos por el coronavirus; el primer ministro Narendra Modi anunció que el gobierno se haría cargo de los gastos de educación y obra social de los chicos
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BHOPAL.- Lo peor es a la noche. Las gemelas de 5 años Ruhi y Mahi se duermen tarde, y muchas veces se despiertan llorando en medio de la oscuridad, o con gritos de miedo.
A la mañana, mientras su tío abuelo las viste y las peina, ellas le hacen siempre la misma pregunta: “¿Cuándo vuelven papá y mamá?”
Mamá y papá están en el hospital, con los doctores, les contesta indefectiblemente el hombre, sin saber qué más decir.
No logra decirles la verdad. Es demasiado dura. Los padres de Ruhi y Mahi murieron, barridos en cuestión de días durante la calamitosa segunda ola de contagios en la India.
El padre se llamaba Mohan y era conocido por su carácter solidario y su devoción hacia sus hijas. Murió el 30 de abril, conectado a un respirador en un hospital público de la ciudad de Bhopal, en el centro de la India.
La madre, Rita, murió tres días después en una habitación de su casa, aplastada por la enfermedad y por la pena. Sus hijas dormían en el cuarto de al lado.
Cuesta dimensionar en toda su gravedad la reciente ola de contagios en la India, que recién ahora ha comenzado a ceder. Tan solo en abril y mayo, con los hospitales desbordados, murieron alrededor de 170.000 indios, según estadísticas oficiales, aunque los expertos aseguran que la verdadera cifra es mucho mayor.
Y tal vez ninguna situación refleje mejor las pérdidas humanas de ese país que la cantidad de niños que han quedado huérfanos. Porque el caso de Ruhi y Mahi lejos está de ser el único: unos 600 niños de la India han quedado huérfanos de padre y madre a causa del Covid, tuiteó el mes pasado la ministra de desarrollo de la mujer y de la infancia, Smriti Irani.
Pero incluso esa cifra podría estar subestimando la tragedia. Según el documento oficial presentado este mes por la Comisión Nacional de Protección de los Derechos del Niño, más de 3600 niños de toda la India han quedado huérfanos como consecuencia del Covid y otras causas desde que empezó la pandemia.
“Los huérfanos del Covid”
Aunque la situación en la India es extrema, no solo ocurre ahí, ni mucho menos. La pandemia se ha cobrado la vida de muchos progenitores de niños en todo el mundo. En base a los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, los investigadores estimaron que unos 43.000 niños norteamericanos perdieron a alguno de sus padres por el covid desde marzo del año pasado. También hay muchas familias donde murieron ambos progenitores.
En la India, la ferocidad de la segunda ola pandémica hizo colapsar el sistema de salud y muchos enfermos murieron sin atención médica ni cama de hospital, o por falta de oxígeno.
La mayoría de los niños que quedaron huérfanos durante el brote están inicialmente a cargo de familiares, aunque unos pocos fueron derivados a instituciones públicas, según informaron las autoridades de minoridad. Los riesgos a los que están expuestos esos chicos sin innumerables: desde los casos de depresión infantil y abandono escolar por la pérdida de los padres, hasta el peligro de ser explotados y terminar en malas manos.
En las redes sociales empezaron a circular mensajes que supuestamente buscaban padres adoptivos para los “huérfanos del Covid”. Los mensajes se viralizaron tanto que el gobierno tuvo que alertar que las adopciones directas son ilegales, y que podía tratarse de un engaño de las redes de tratas de menores.
El primer ministro Narendra Modi anunció recientemente que el gobierno nacional de la India se haría cargo de los gastos de educación y obra social de los niños que quedaron huérfanos a causa de la pandemia, y que se les adjudicaría una compensación a cobrar cuando cumplan 18 años. En estos tiempos difíciles, dijo Modi, “nuestro deber como sociedad es hacernos cargo de nuestros niños”.
“Nadie estaba dispuesto a ayudar a nadie”
Gemelas de manos pequeñas y ojazos marrones, Mahi y Ruhi ahora viven con el tío de su madre y su familia extendida en las estrechas callejuelas de la ciudad vieja de Bhopal. Cuando le preguntan a Ruhi —la mayor de las dos, por apenas unos minutos—, quién es su mejor amiga, no lo duda ni un instante. “¡Mahi!” exclama, sin levantar la cabeza de su libro para colorear.
Bhopal es una ciudad de lagos de aguas calmas y palacios en ruinas. En 1984, fue escenario de uno de los peores desastres industriales de la historia, por la filtración de gas tóxico de una planta de pesticidas que era propiedad de la empresa norteamericana Union Carbide.
Hace dos meses, en el pico de la segunda ola de la pandemia en la India, la gente de Bhopal tenía tanto miedo de salir que era como si hubiese veneno en el aire, dice Subhash Raikwar, tío abuelo a cargo de las niñas. “El miedo había llegado al corazón de la gente”, dijo. “Sin importar el dolor o la necesidad, nadie estaba dispuesto a ayudar a nadie.”
Los padres de Ruhi y Mahi no fueron las únicas pérdidas sufridas por la familia. Subhash, de 45 años, es el menor de siete hermanos. (El abuelo de Ruhi y Mahi era el segundo mayor.) La hermana mayor de Subhash y uno de sus hijos también murieron de covid este año.
Subhash se gana la vida vendiendo pescado y es dueño de una imprenta. También participa activamente en la política local. Ahora, durante el día, Subhash está enteramente a cargo de las niñas, las ayuda la levantarse y les prepara el desayuno, ya que su esposa Rekha es técnica de laboratorio y vuelve del trabajo a la tarde. La pareja tiene dos hijos, de 18 y 8 años.
Lo único que le importa a Subhash es poder cumplir con los sueños que los padres de Ruhi y Mahi tenían para sus hijas: una buena escuela, educación de calidad, la oportunidad de progresar. Mahi dice que quiere ser doctora. A Ruhi le gustaría ser policía.
Subhash no sabe cuánto tiempo seguirá diciéndoles a Ruhi y Mahi que sus padres están en el hospital. Tiene la esperanza de que con el tiempo las mellizas vayan entendiendo gradualmente que no regresarán. De boca de sus primos, las niñas ya escuchan que mamá y papá están con Dios. Pero Subhash no se atreve a decirlo.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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