Un documental sobre su secretario privado enturbia el legado de Juan Pablo II
ROMA.- El 10 de noviembre pasado Polonia, tierra de San Juan Pablo II (1978-2005), fue testigo de algo inimaginable. Unas 600 personas se congregaron debajo de la denominada "ventana de Juan Pablo II" que se encuentra en el palacio de la curia de Cracovia para manifestarse en contra del cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo emérito de esa ciudad, que fue durante 39 años secretario personal de Karol Wojtyla.
En el lugar donde miles de personas solían cantarle y celebrar al papa polaco cada vez que viajaba a su tierra, su brazo derecho era vapuleado. "¡Le decimos basta, don Estanislao!, "¡Dziwisz, sal afuera cobarde!". "Dziwisz, Wojtyla, su era ha terminado!".
El cardenal polaco, que tiene 81 años y tuvo gran influencia en el Vaticano en la última década del pontificado de Juan Pablo II –ya muy enfermo–, está bajo fuego desde que TVN24 transmitió un documental que puso al desnudo su controvertido rol en el encubrimiento de abusos sexuales en la Iglesia. Titulado "Don Estanislao. La otra cara del cardenal Dziwisz", el film puso negro sobre blanco cosas ya conocidas, secretos a voces. Y, según aseguró a LA NACION una fuente polaca muy informada, cayó como una "bomba atómica" en Polonia, un país donde el legado de Juan Pablo II, hasta hace poco considerado un héroe nacional, aparece cada vez más enturbiado.
El documental explora no solo dos casos de pedofilia ocurridos mientras Dziwisz fue arzobispo de Cracovia (2005-2016), sino también su papel en la protección de dos personajes "intocables", que ascendieron a altas esferas de la Iglesia, pero que finalmente fueron expulsados por sus abusos sexuales, de conciencia y de poder: el mexicano Marcial Maciel Degollado, el fundador de los Legionarios de Cristo, ya fallecido, y el excardenal estadounidense Theodore McCarrick, de 87 años.
Dziwisz habría recibido montañas de dinero de parte de ambos, denuncia el documental, que, entre otros, entrevista a Jason Barry, periodista norteamericano que escribió varios libros de investigación sobre Maciel. Él recordó que en los últimos años de vida de Juan Pablo II, Dziwisz y el entonces influyente secretario de Estado, Angelo Sodano, recibían muchísimo dinero de los Legionarios de Cristo.
"Dziwisz recibía hasta 50.000 dólares para llevar a los ricos sponsors de los Legionarios a las misas con el papa en su capilla privada del Palacio Apostólico… Además los Legionarios organizaron y pagaron una cena para la fiesta de ordenación episcopal de Estanislao, con 500 invitados, una orquesta con mariachis, en un hotel de Roma", evocó Berry. Un episodio que es un secreto a voces en el Vaticano.
En una entrevista con la TV polaca que concedió hace un mes, Dziwisz no solo negó todo, sino que afirmó haberse enterado de la existencia de víctimas de abusos de Maciel cuando el periodista lo interrogó al respecto.
El documental que lo puso ahora en el ojo de la tormenta –que levantó sombras sobre la santidad de Juan Pablo II, canonizado en 2014 en tiempo récord– fue emitido un día antes de que el Vaticano difundiera el Informe McCarrick. Este documento de más de 400 páginas revela cómo este influyente prelado y gran recaudador de fondos logró ascender pese a ser un abusador. El informe reconoce errores, omisiones y fallas en la maquinaria de decisiones del Vaticano e involucra a Dziwisz, cuyo nombre aparece más de una vez: revela, de hecho, que en 2000 Juan Pablo II había decidido no promover a McCarrick como arzobispo de Washington porque habían salido acusaciones en su contra, tal como le recomendaron en el Vaticano.
Misteriosamente, McCarrick se enteró de que había sido bloqueado su ascenso. Y le escribió a Dziwisz una carta en la que negó todo, que le pasó a Juan Pablo II; él creyó lo que decía la misiva, influenciado por su experiencia en tiempos comunistas, cuando para desacreditar a personas de la Iglesia se las acusaba falsamente. Tanto es así que cambió de idea y lo nombró arzobispo de Washington y, un año más tarde, cardenal.
En el documental, una de las víctimas de McCarrick, James Grein, recuerda que una vez acompañó al excardenal a un viaje al Vaticano y vio que llevaba un maletín lleno de sobres con dinero. Uno de los sobres, con 10.000 dólares, era para Dziwisz.
"No sé", "no recuerdo", "no tengo tiempo", dice una y otra vez el exarzobispo de Cracovia al autor del documental, el periodista polaco Marcin Gutowski, que intentó entrevistarlo varias veces, sin éxito. Al final del film, no obstante, sale a la luz la grabación de un llamado que el cardenal polaco le hace a Gutowski. "Por 39 años he servido a Juan Pablo II y ahora en mi patria soy atacado... Usted no sabe nada, no entiende el contexto", dice, ofuscado.
El clamor del film fue tal que el presidente de la Conferencia Episcopal polaca, Stanislaw Gadecki, expresó su esperanza de que una comisión de la Santa Sede aclare cuál fue el real papel del exsecretario de Wojtyla.
"La imagen del bonachón secretario personal de Juan Pablo II, que nunca vio nada ni sabe nada, se rompió, así, en mil pedazos... Y dañó la memoria de Juan Pablo II", resumió una fuente polaca, que subrayó que todo esto se da en un marco de gran polarización en el país, en el que la Iglesia aparece como la mejor aliada del gobierno de derecha y los obispos parecen no saber cómo reaccionar a una situación que muchos comparan a la que sufrió Chile. Muchos creen que llegó el "ocaso del catolicismo en Polonia".
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