Un despertar mucho más riesgoso
PARIS.- Más de un año después de haber comenzado, el despertar árabe ha atravesado todas las estaciones. Después de una primavera que sacudió al mundo, y durante todo un verano, otoño e invierno, un país tras otro -Túnez, Egipto, Libia, Yemen- fue derrocando a sus autócratas, con derramamientos de sangre de diferentes magnitudes. Algunos gobiernos aplastaron las revueltas, como Bahrein, y otros han intentado reformas, como Marruecos.
Ahora ya casi es primavera otra vez y le toca el turno a Siria. A medida que los muertos se acumulan, resulta claro que este conflicto es único, difícil de predecir y mucho más riesgoso para el mundo. A diferencia de Libia, Siria es de gran importancia estratégica, situada en el centro de rivalidades étnicas, religiosas y regionales que le confieren el potencial de convertirse en un remolino que arrastre a otros países.
"Siria es casi el único país donde la «primavera árabe» podría cambiar el concepto geoestratégico de la región", dijo el historiador francés Olivier Roy, especialista en Medio Oriente. Roy ofreció como contraejemplo el de Egipto y Túnez, donde los nuevos líderes parecen conservar alianzas y posiciones geopolíticas similares. "Pero en Siria -señaló-, si derrocan al régimen, tendremos un paisaje totalmente nuevo."
Muchos consideran que el conflicto es otra revolución inevitable que acabará por deponer al presidente Bashar al-Assad. Pero en los meses transcurridos desde la revolución, el país ya se ha convertido en escenario de una lucha a distancia de otras grandes potencias.
Durante décadas, Siria fue el eje del antiguo orden de seguridad en Medio Oriente. Les permitió a rusos e iraníes extender su influencia, mientras los sucesivos gobiernos de los Al-Assad brindaban previsibilidad a Washington y una frontera estable a Israel, pese a su apoyo a Hezbollah en el Líbano y a Hamas en los territorios palestinos.
Pero la creciente guerra civil ha situado a rusos y norteamericanos -y a sus respectivos aliados- en bandos opuestos. Es un conflicto que ha escalado las tensiones sectarias entre chiitas y sunnitas, y entre Irán y Arabia Saudita y los países del Golfo Pérsico. Y le ha dado esperanza a Israel sobre la probable caída de un enemigo, aunque también le ha causado profunda preocupación sobre quién controlará su arsenal.
Dilema moral
"Lo que convierte la situación de Siria en un escenario mucho más complejo que Libia es que los temas estratégicos son tan importantes como los morales", dijo Anne-Marie Slaughter, ex alta funcionaria del Departamento de Estado. "Siria no podría ocupar una posición más estratégica, y la perspectiva de permitir la erupción de una guerra civil generalizada es increíblemente peligrosa", añadió.
La represión desatada por Al-Assad, que se ha cobrado la vida de por lo menos 7000 civiles, ha concentrado la atención internacional y ha planteado un desconcertante dilema moral acerca de cualquier intervención. Si la responsabilidad de proteger a los civiles es una nueva parte legítima del derecho internacional, ¿por qué se aplicaría a Libia y no a Siria? ¿Por qué el mundo no debería intervenir en lo que ya es una guerra civil? Sin una intervención contundente, ¿qué pasa con el impulso y los principios de la "primavera árabe"?
Para Estados Unidos, Europa y los sunnitas de Arabia Saudita y del Golfo, el impacto sobre Irán es tan importante como el destino de Al-Assad. Siria es uno de los aliados más estrechos de Teherán y la principal vía de suministro de ayuda y armamento a Hezbollah, Hamas y la Jihad Islámica.
La administración Obama descarta cualquier intervención militar directa en este conflicto. Tras una década de guerras en Irak y Afganistán, y una intervención limitada en Libia, Obama no quiere encarar ninguna nueva aventura militar en un año electoral. Los funcionarios norteamericanos señalan además la naturaleza turbia y la incoherencia de la oposición armada contra Al- Assad, y advierten que el Ejército de Siria Libre, formado por oficiales del ejército sirio exiliados, desertores y milicias, no controla en Siria un territorio significativo que permita abastecerlo de armas.
Cuanto más tiempo permanezca en el poder Al-Assad, más personas morirán. Eso significa que cualquier transición política será sangrienta, con mayor riesgo de asesinatos por venganza y ataques contra las minorías que han prestado apoyo al gobierno.
Traducción de Jaime Arrambide
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