Un desafío incómodo y peligroso para un gobierno débil
LONDRES.- La captura de Saif al-Islam, hijo de Muammar Khadafy, significa el cierre de un incómodo cabo suelto para los nuevos líderes de Libia, pero las disputas sobre qué hacer con él podrían generar graves tensiones en las incipientes instituciones y estructuras del país.
Saif al-Islam, que alguna vez fue considerado el posible futuro líder de Libia y cara visible de la apertura de su país a Occidente, fue apresado y llevado a Zintan.
En el corto plazo, su captura puede servir para distraer la atención de los problemas que enfrenta Libia tras el fin de la guerra civil. Pero algunos temen que sólo sirva para alimentar aún más las divisiones existentes, o para dañar la reputación de quienes ahora tienen el poder.
Aunque parece que Saif al-Islam logró escapar por el momento al fatal destino de su padre -asesinado poco después de su captura-, su futuro es una incógnita. Las potencias occidentales son las más interesadas en que sea entregado a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, que a principios de este año lo procesó por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la represión contra los manifestantes.
"Tal vez esto devuelva a las calles la sensación de bienestar, porque últimamente la opinión pública estaba pendiente de las divisiones y los enfrentamientos entre las diferentes milicias rebeldes, y de las protestas por el pago de salarios y por los errores que se perciben del Consejo Nacional de Transición [CNT]", dijo Alan Fraser, analista de la consultora de riesgo londinense AKE. "Pero seguramente también despertará pasiones que potencialmente podrían desestabilizar el proceso de reconstrucción", añadió.
Los líderes del CNT manifestaron que prefieren que Saif al-Islam sea juzgado en su país, pero por el momento carecen de un sistema legal confiable que pueda hacerlo. Como están las cosas, no queda para nada claro si quienes están al mando en Trípoli tienen poder suficiente para hacerse cargo del prisionero.
Zintan fue una de las ciudades occidentales que sufrió la furia militar de Khadafy durante los primeros días del conflicto. Como muchas otras regiones de Libia, ahora cuenta con sus propias milicias, relativamente autónomas, que todavía no se han sometido al control directo del CNT.
"Este es un trago amargo para las autoridades del CNT", dijo Henry Smith, analista de la consultora londinense Control Risks. "La captura de Saif al-Islam plantea un desafío: si quieren juzgarlo, primero tienen que lograr que Zintan lo entregue."
"Como no pueden utilizar medios de coerción, ¿qué le ofrecen a cambio a la ciudad de Zintan? ¿Los tan codiciados puestos de seguridad en el nuevo gabinete? De ser así, ¿a cuál de las milicias de Zintan sería? También podrían dejar la suerte de Saif al-Islam en sus manos, pero ¿qué sería entonces del embrionario sistema de justicia de Libia?"
Críticas
Grupos de defensa de los derechos humanos de Occidente desaprobaron el tipo de justicia por mano propia que la turba les aplicó a Khadafy y a por lo menos uno de sus hijos.
"Un juicio justo ante la CPI sería una oportunidad para que los libios vean cómo se hace justicia en un juicio que cuenta con el respaldo de la comunidad internacional", dijo Richard Dicker, director de justicia internacional de Human Rights Watch. Según esta organización, existen evidencias de ejecuciones extrajudiciales a combatientes leales a Khadafy, así como de maltratos.
Pero otros analistas no están convencidos de que entregar al sobreviviente más importante del clan a una justicia vista como extranjera sea una opción viable para el CNT, que hace lo imposible para que no piensen que es un títere de Occidente.
Un juicio bien conducido, aseguran, podría servir para mejorar la reputación del CNT. Pero algunos temen que un juicio caótico -en especial si termina en ejecución- reforzaría la idea de que Libia es un país fuera de control.
Traducción de Jaime Arrambide
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