Un debate que pone en juego más que las palabras y los conceptos
Los candidatos se verán esta noche las caras en un salón donde deberán conectarse con la gente
WASHINGTON.- Cuando los candidatos presidenciales debaten en salones municipales, frente a los vecinos, no sólo ponen a prueba su discurso sino también su manejo escénico. Eso sucederá esta noche entre Hillary Clinton y Donald Trump, cuando se encuentren en St. Louis para responder las preguntas de los votantes indecisos que estarán sentados cerca de ellos.
"Hay mucha más interacción, sobre todo física", dice Judd Gregg, el ex senador de New Hampshire que ayudaba al presidente George W. Bush a prepararse para los debates. Gregg dice que un candidato que va demasiado al frente en un salón municipal (town hall), ya sea con los asistentes o con su oponente, "corre el riesgo de quedar como alguien irritable, que no está a la altura de la investidura presidencial".
Tras un desempeño desparejo en el primer debate, tal vez las chances de Trump se disparen o se hundan en función de su habilidad para evitar caer en esa trampa. Durante el primer debate, el republicano interrumpió repetidamente a Hillary y se puso a la defensiva cuando ella cuestionó su historial empresario y recitó sus denigrantes comentarios sobre las mujeres.
El candidato republicano repasó el video de su primer debate y sus colaboradores le insistieron en que no pierda la calma ni permita que lo afecten los ataques de Hillary en el segundo de los tres encuentros previstos. El equipo de campaña también le dedicó más tiempo de ensayo y preparación.
Trump prefiere los actos multitudinarios de campaña, sólo acude a encuentros en salones municipales muy esporádicamente, y rara vez ha sido confrontado cara a cara por los votantes, salvo cuando sus caravanas de campaña son interceptadas por alguna protesta en su contra. Como un guiño para el desafío que le plantea el debate de hoy, Trump aceptó la sugerencia de sus asesores de que hiciera una práctica real en un salón municipal en New Hampshire la noche del jueves pasado, pero luego negó que fuera un ensayo.
"Esto no es una práctica, no tiene nada que ver con lo que va a pasar en St. Louis. Vinimos porque queríamos venir para estar con ustedes", le dijo Trump a una pequeña multitud de invitados en Sandown. Se le sumó el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien se destacó en el formato de salón municipal y ayuda a entrenar a Trump.
Si bien el evento tuvo algunos de los elementos que Trump enfrentará esta noche, como el cronómetro de dos minutos para las respuestas, no fue un ensayo demasiado riguroso. Para empezar, no interactuó con el público, sino que conversó con un amigable moderador que le leía las preguntas, casi todas muy cómodas. Por el contrario, los debates presidenciales en salones municipales suelen ser cosa seria y no son un desborde de alegría, como los actos de campaña.
Como Hillary tiene mucha práctica en este formato, prefiere los eventos chicos con un contacto directo con los votantes. Sus colaboradores dicen que no piensa callarse nada, ni las recientes revelaciones sobre el historial tributario de Trump ni sus viejos ataques por Twitter contra una Miss Universo, pero aseguran que la demócrata intentará enfocarse en los votantes sentados junto a ella en el escenario.
Y como una forma de levantar la vara para el magnate, los asesores de Hillary dicen que esperan que Trump sea más medido que en el anterior debate.
"Pero por más que se muestre un poco más disciplinado que la última vez, no creo que tenga una segunda oportunidad de dar una primera impresión", dijo el vocero de Hillary, Brian Fallon, sobre el formato de salón municipal.
El primer debate con este formato se llevó a cabo en las elecciones de 1992 y lo protagonizaron el entonces presidente George H. W. Bush, el aspirante demócrata Bill Clinton y un tercer candidato, el independiente Ross Perot. Cuando un votante se levantó para preguntarle a Bush por la deuda del país, el presidente le echó una mirada a su reloj, un instante fugaz que alcanzó para reforzar las críticas a su falta de empatía con el pueblo norteamericano.
Coreografía
El comodín impredecible en el formato de salón municipal es la coreografía física que se desenvuelve sobre el escenario. Los candidatos están sentados pero sin ningún atril o mesa que los proteja. Se les entregan micrófonos de mano y tienen libertad de deambular por el escenario para contestar preguntas o desafiarse uno a otro.
Hace cuatro años, Obama y Romney se persiguieron entre sí por el escenario toda la noche. Durante un intercambio de palabras particularmente acalorado, Romney se fue acercando al presidente hasta quedar discutiendo a unos centímetros de distancia.
Durante las elecciones de 2000, mientras George W. Bush respondía preguntas sobre su liderazgo, su rival demócrata Al Gore se levantó de su silla y caminó hasta ponerse a su lado. Con una mirada levemente intrigada en sus ojos, Bush le dedicó una sonrisa y asintió con la cabeza. La audiencia se echó a reír.
¿Y esa reacción tan natural de Bush? Perfectamente ensayada, según Gregg, quien interpretó el rol de Gore en los ensayos de Bush. Gregg dice que estaban seguros de que Gore trataría de intimidar al gobernador de Texas, así que durante los ensayos se acercó varias veces hasta el candidato republicano.
"Y frente a Al Gore reaccionó exactamente igual que conmigo: lo miró con una sonrisa de curiosidad y contestó la siguiente pregunta", dice Gregg. "Lo habíamos practicado."
Traducción de Jaime Arrambide