Un chico "normal" que no daba indicios de violencia
A diferencia de otros atacantes, no tenía carácter agresivo
"Parecía un chico normal." Así describieron los viejos vecinos de James Holmes, en San Diego, al joven que se ensañó con decenas de espectadores que asistían al estreno de Batman: el caballero de la noche asciende , en la ciudad de Aurora, y que, en lugar del héroe del cómic, se vieron frente a un verdugo guiado por un instinto de muerte.
¿Qué tenía de normal este estudiante que irrumpió delante de la pantalla vestido de negro y armado, con una máscara de gas y un chaleco antibalas, como si fuera él quien debiera defenderse de una lluvia de disparos de los desprevenidos espectadores? También parecían normales algunos de los "tiradores solitarios", que, en los últimos años, perpetraron matanzas similares en Estados Unidos, aunque a otros se los anticipaba más propensos a la agresión fuera de toda medida.
Ironía del destino, James Holmes era estudiante de Neurociencias en la Universidad de Colorado, una de las especialidades más avanzadas en la investigación de la maquinaria del cerebro y de los resortes que movilizan la conducta humana. Sus compañeros de clase dijeron que era más bien callado y reservado.
Según la cadena de televisión NBC, Holmes se anotó en la carrera en junio de 2011, pero, al cabo de un año, ya estaba por abandonar sus estudios. Se había criado en la ciudad de San Diego, en el sur de California, donde aún vive su familia. Un vocero de la policía leyó partes de una declaración en la que sus padres ofrecían sus condolencias a las víctimas. Para ellos, quizá, también era un chico normal.
Holmes no tenía antecedentes penales y su única transgresión a la ley consistía, hasta ayer, en una irrisoria multa por una infracción de tránsito. Convertido de la noche a la mañana en uno de los mayores asesinos solitarios que se recuerden en Estados Unidos, pasado mañana comparecerá ante un juez.
Los vecinos de su casa materna en San Diego, que lo definieron como un chico común y corriente, no sabían, por ejemplo, que en su nuevo hogar de Aurora había colocado trampas explosivas antes de acribillar a sus víctimas del cine. Tantas eran las trampas que a la policía le tomará varios días desactivar la terrorífica pirotecnia que dejó sembrada como bienvenida a los agentes que, tal como anticipó con diabólica frialdad, fueron directamente a allanar su vivienda al cabo de la masacre.
El jefe de la policía de Aurora, Dan Oates, dijo en conferencia de prensa que las trampas eran algo "nunca visto", y explicó que se componían de sustancias químicas inflamables y "un montón de alambres". De modo que Holmes planeaba aumentar su balance de víctimas aun después de la presumible detención. Oates no quiso adelantar conjeturas sobre las motivaciones del ataque del cine, aunque cualquiera que sea la respuesta será siempre irracional.
Recuerdos de Columbine
Los medios y la memoria de los norteamericanos vincularon el ataque de Aurora con la masacre de la cercana escuela de Columbine, en 1999, recreada por Michael Moore en un documental que le valió el Oscar y que utilizó como símbolo de los estragos de la libre portación de armas en Estados Unidos.
En ese episodio, el más sangriento de su tipo en el estado de Colorado hasta la salvaje balacera de ayer, los estudiantes Eric Harris y Dylan Klebold abrieron fuego en la Columbine High School a la que concurrían, y antes de suicidarse en la biblioteca dejaron 13 muertos y 26 heridos.
Recién después de la masacre, se prestó a atención a las mentes depresivas y sociópatas que orientaban las decisiones de los dos agresores, quienes tenían un blog en el que escribían consignas de odio. Su único contratiempo con la justicia, sin embargo, había sido el robo de material informático de una camioneta. Fue algo más serio que la infracción de tránsito de Holmes, es cierto, pero unos meses de trabajo social bastaron como condena.
Acaso la contracara de James Holmes, el chico normal, era el estudiante Cho Seung-hui, originario de Corea del Sur, que cursaba la licenciatura de Literatura Inglesa en la Universidad Virginia Tech.
Su conducta era considerada "bastante inquietante" o aun "violenta y errática", incluso antes de sacar dos pistolas automáticas y barrer con 32 compañeros en una apacible mañana de abril de 2007.
Otros casos
- 20 de abril de 1999 - Columbine
Eric Harris.
A los 18 años mató, con un amigo, a 13 personas en su colegio.
- 20 de abril de 1999 - Columbine
Dylan Klebold.
Planificó la matanza junto a Eric porque sufrían de bullying.
- 17 de abril de 2007 - Virginia Tech
Cho Seung-hui.
El estudiante coreano dejó 32 muertos, en la peor masacre.
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