Un campo de guerra: los anarquistas lanzaron su furia contra Milán
Cientos de encapuchados vandalizaron las calles de la ciudad, en protesta contra la Exposición Universal
ROMA.- Humo, autos en llamas, vidrieras devastadas, bancos destruidos, gases lacrimógenos, estruendos de bombas molotov. Escenas de verdadera guerrilla urbana se vivieron ayer en el centro de Milán, ciudad que estaba bajo los reflectores de todo el mundo por la inauguración, con bombos y platillos, de la Exposición Universal 2015.
La mañana fue una fiesta. La Expo 2015 -que se levanta en un predio gigantesco en las afueras de la ciudad- abrió sus puertas ante autoridades de todo el mundo con un acto lleno de simbolismo y discursos de esperanza, incluido un videomensaje del Papa. Pero, por la tarde, todo cambió dramáticamente.
Pese a un impresionante dispositivo de las fuerzas del orden, que desde hacía días venían advirtiendo de la presencia de grupos antisistema -en diversos allanamientos se habían secuestrado máscaras antigás, cascos y demás elementos-, unos 500 encapuchados vestidos de negro aterraron Milán.
Provenientes de diversos países europeos, según indicó la policía, los Black Bloc, un conocido grupo antisistema, comenzaron su violencia con un clásico: hicieron trizas una vidriera de un McDonald's, símbolo del capitalismo por excelencia. Como querían marchar hacia el corazón de Milán, pero la policía se lo impidió al blindar diversas zonas, los violentos dieron rienda suelta a su furia.
Luego de vestirse de negro, ponerse cascos y máscaras antigás, comenzaron a incendiar decenas de autos y destruir vidrieras de sucursales bancarias y negocios de todo tipo.
Los encapuchados, que suelen identificarse como anarquistas al pintar su símbolo en paredes, también se enfrentaron con la policía a la distancia, lanzándole piedras y objetos varios. Para no empeorar la situación, las fuerzas del orden evitaron el contacto directo y se limitaron a lacrimógenos y chorros de agua.
La manifestación, llamada "No Expo May Day Parade", de la que participaron unas 20.000 personas, había salido bajo la lluvia de la Piazza XXIV Maggio.
Allí, un grupo de encapuchados evidentemente entrenado comenzó a pegar afiches "No Expo" y a hacer pintadas. Luego llegaron los petardos, las bombas de humo, las botellas incendiarias y la devastación de coches y vidrieras, que alcanzó zonas del centro cercanas a la Piazza Cadorna y a Via Magenta.
Allí mismo, entre escombros y vecinos consternados, los violentos dejaron sus cascos, capuchas, máscaras antigás y vestimenta negra que se habían puesto para los actos vandálicos.
Mientras se contabilizaban los daños y los propios milaneses comenzaban a limpiar la ciudad, con 11 agentes entre los heridos y decenas de personas arrestadas, el mundo político condenó en forma unánime a los violentos. Y emergieron las polémicas.
La oposición pidió la renuncia del ministro del Interior, Angelino Alfano, considerado el responsable de un manejo desastroso de la prevención. ¿Si se sabía desde hacía días que iba a haber activistas antisistema, por qué no se hizo nada? Pero Alfano sorprendió al tuitear: "Hemos apresado a muchos delincuentes. Vamos a ser durísimos con estos canallas con capucha. Nadie sueñe que los liberaremos enseguida".
Millones de visitantes
Debido a los escándalos de corrupción en las licitaciones para los obras, así como a sus retrasos, la Expo 2015, que costó millones de euros, fue objeto de fuertes polémicas en los últimos meses. Sin embargo, también es considerada una oportunidad para el relanzamiento de la economía italiana, estancada desde hace una década. Se espera que 20 millones de personas pasen por la Expo, que durará seis meses y de la que participan más de 140 países, entre ellos, la Argentina.
El evento está dedicado a la alimentación. No por nada cuando el Papa envió un videomensaje en directo para la inauguración, dijo que "la Expo es una ocasión propicia para globalizar la solidaridad; tratemos de no desaprovecharla".
"Quisiera que cada persona que pase a visitar la Expo de Milán, atravesando esos maravillosos pabellones, pueda percibir los rostros de los hombres y las mujeres que tienen hambre, que se enferman y hasta mueren, por una alimentación demasiado carente o nociva -dijo el Papa-. Y que no falte el pan y la dignidad del trabajo a cada hombre y mujer."
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