Un buzo argentino que era buscado en un cenote de México apareció muerto
La víctima se había sumergido el pasado viernes por la tarde; su cuerpo fue hallado a 28 metros de profundidad y sus tanques de oxígeno estaban vacíos
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Tras dos días de intensa búsqueda en el cenote Dzonbakal de México, encontraron sin vida a un buzo argentino de 51 años que se había sumergido en una de las dos cavernas que tiene el lugar. Al momento del hallazgo, el hombre se encontraba a 28 metros de profundidad y sus tanques de oxígeno estaban vacíos.
Los medios locales identificaron a la víctima como Roberto Omar Alejandro Gandini Buix; su cuerpo fue sacado a la superficie para quedar a disposición del servicio médico forense de la Fiscalía General del Estado. Una veintena de buzos de Yucatán participaron en el operativo de búsqueda y rescate del argentino fallecido.
De acuerdo a lo consignado por fuentes de la investigación, el personal que cuida las instalaciones de los cenotes relató que el buzo argentino ingreso a las 15 del pasado viernes. Al pasar las horas se dieron cuentan de que el hombre no emergía a la superficie, por lo que dieron aviso a los servicios de emergencia locales. Al lugar arribó una unidad de la policía municipal coordinada de Umán y una unidad de bomberos con seis buzos.
El cenote Dzonbakal se encuentra ubicado en la comisaría San Antonio Mulix, Umán, en Yucatán, a unos 49 kilómetros al sur de la ciudad de Mérida. Esta caverna tiene un espejo de agua de 25 metros y una profundidad que puede llegar a alcanzar 30 metros.
Los cenotes de México son un sistema de cuevas y canales de una belleza compleja que alberga una gran cantidad de flora y fauna. Los más de 7000 sumideros de piedra caliza se formaron en la península de Yucatán durante millones de años, desde el impacto del asteroide Chicxulub que acabó con casi toda la vida de los dinosaurios.
Esa península está compuesta casi en su totalidad de piedra caliza porosa, pero hace más de 65 millones de años estaba completamente sumergida bajo el mar como parte de un sistema de arrecifes de coral. El impacto del asteroide desplazó las placas tectónicas subyacentes y levantó el arrecife fuera del agua. Durante millones de años, la lluvia y el agua del mar se abrieron paso a través del lecho rocoso para crear acuíferos a pocos metros por debajo del suelo.
Cuando el suelo se derrumba y crea un sumidero a veces deja expuestos estos acuíferos en forma de piscinas naturales o cenotes (de la palabra maya ts’ono’ot, que significa “agujero lleno de agua”). La historia sin precedentes y singular de la región le valió su inclusión provisional en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2012.
Los cenotes fueron muy apreciados a lo largo de la historia. Durante más de 2500 años, los mayas utilizaron algunos como pozos de agua y otros como lugares sagrados. Su configuración los convierte en lugares ideales para nadar, aprovechados tanto por turistas nacionales como los llegados desde el exterior. Los sumideros son un paraíso para los practicantes del buceo porque cada uno tiene una configuración única y está aislado de los efectos de las corrientes, las olas y el viento.
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