Un "ataque castigo" con pocos beneficios
Queda cada vez más claro que una intervención militar en Siria será un ataque de carácter punitivo firmado por Washington, o de autoría compartida con París, con la notable ausencia de Londres y la falta de acompañamiento de la Liga Árabe, cuyo apoyo esperaba Barack Obama para darle un fundamento legítimo más sólido a su emprendimiento.
El único argumento que le queda, y que a su vez fomenta el argumento de actuar de justiciero solitario, es la necesidad de no dejar sin castigo el uso de armas químicas, un acto que según el secretario de Estado, John Kerry, constituye un "crimen contra la humanidad".
Más allá de la cuestión de la responsabilidad del ataque químico que se quiere adjudicar a toda costa al gobierno de Bashar al-Assad, probablemente para facilitar los blancos de los misiles, vale recordar que el triste antecedente del uso de estas armas ya se había establecido en la guerra Irak-Irán en la década de 1980, y en la matanza de los kurdos, hace 25 años, en Halabja, con el pleno conocimiento de Washington, que entonces no reaccionó.
Obviamente, los tiempos cambian y más vale empezar a demostrar firmeza en casos de atrocidades de esta magnitud.
Sin embargo, es cuestionable el efecto disuasivo que tendrá un ataque punitivo, por dos razones. Primero, la disuasión es una teoría que funciona mientras nadie vuelve a cometer la acción que se apunta a restringir; una vez que falla deja de tener sentido. Y segundo, es probable que aquellos que observan la reacción de Estados Unidos a este supuesto uso de armas químicas calculen los futuros costos y beneficios.
El ataque se torna más problemático en términos de utilidad con la aclaración de Obama sobre el carácter limitado y sin continuidad, es decir, un fin en sí mismo. Tal escenario serviría sólo para demostrar que él cumplió con su compromiso de actuar cuando se cruzara la "línea roja". Esta lógica es propia de la preocupación de la situación política de Obama, pero no revela ninguna consideración estratégica sobre los supuestos objetivos del ataque.
Quizá la peor consecuencia del ataque punitivo limitado sería la generación de una nueva situación en la guerra civil de acuerdo con la lectura que le den las partes beligerantes.
El ataque aseguraría el resentimiento del régimen por ser el blanco directo, y la oposición trataría de aprovechar la oportunidad que la situación crearía para recuperar posiciones. Pero si la magnitud de estos ataques limitados no es tan significativa como para debilitar a las fuerzas del gobierno, no habrá cambio sustantivo en el terreno.
En otras palabras, un ataque de carácter punitivo y limitado generaría tan sólo una nueva escalada en la guerra, y un número de víctimas quizá mayor al provocado por el supuesto ataque químico.
Pero, claro, no serían víctimas de un "crimen contra la humanidad".
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