Un asedio bajo el efecto de un abrupto cambio de clima político
Hace cinco años, Francisco fue elegido para liderar los cambios de una Iglesia sacudida por múltiples escándalos y por la histórica renuncia de Benedicto XVI. Con rapidez, se convirtió en una fuerza mundial dentro de la geopolítica al enfocar su agenda en el cambio climático y la atención a los inmigrantes. Mandatarios de todo el mundo querían estar cerca de él. Incluso quienes no son católicos lo adoraban.
Hoy, el Papa está cada vez más asediado. El clima político cambió de manera abrupta en todo el mundo y los populistas y nacionalistas que se oponen a muchas de sus propuestas ganaron poder. Las fuerzas conservadoras dentro del Vaticano están envalentonadas y buscan boicotearlo en varios frentes. Sin embargo, una mirada más cercana a su trayectoria, desde que se convirtió en papa hasta las fuertes reacciones que generó, también muestra que Francisco prosigue en su camino de darle una nueva orientación a la Iglesia. Sus defensores dicen que las reacciones negativas lograron que la voz del Papa sea más vital dentro del debate en el interior y el exterior de la Iglesia sobre los asuntos que decidió destacar, como la situación de los migrantes y la desigualdad económica.
No obstante, hasta ellos aceptan que el mensaje del Pontífice no está en sincronía con los tiempos políticos actuales, lo que contrasta, por ejemplo, con el papa Juan Pablo II, que proporcionó la dimensión espiritual para la batalla que Ronald Reagan y Margaret Thatcher emprendieron contra el comunismo.
"Esa es su obligación, incluso si el esfuerzo es fallido", dijo el cardenal Gianfranco Ravasi, jefe del Consejo Pontificio de Cultura del Vaticano, acerca del papel del Papa como una conciencia global. Señaló que Francisco aún llega a una gran audiencia y detenta poder, a pesar de que "el mundo vaya en otra dirección".
Al interior de la Iglesia, Francisco sufrió embates tanto de conservadores -amenazados por sus esfuerzos para terminar con las tres décadas de su dominio- como de liberales, quienes habían esperado mucho más de él. Ambos bandos se quejan de que está llevando a la Iglesia en una dirección equivocada y de que fue inmisericorde con sus opositores.
Lucetta Scaraffia, editora de la revista Women Church World, dijo que las expectativas entre algunos liberales seculares de que Francisco fuera a ordenar a mujeres eran "poco realistas" y que el Papa había dado "pasitos" a propósito para no despertar más resistencia. Este mes, señaló Scaraffia, designó a tres mujeres consejeras del comité de vigilancia doctrinal de la Iglesia.
También hubo un consenso generalizado sobre su fracaso al determinar la responsabilidad de ciertos obispos en los casos de abuso sexual clerical. Se trata de un tema ante el que, según sus críticos y a pesar de sus disculpas recientes, mostró una considerable sordera.
Sin embargo, el hecho de que resalte la justicia social sobre otros debates como el aborto, es lo que ha causado las divisiones internas más marcadas con un grupo pequeño -pero muy comprometido- de cardenales conservadores, que sugirieron públicamente que el Papa es un autócrata hereje que está conduciendo a los fieles hacia la confusión y el cisma.
"Por lo general, los dictadores no son agradables", dijo H. J. A. Sire, autor de The Dictator Pope, uno de los libros escritos recientemente por católicos conservadores que critican el efecto de Francisco en la Iglesia. "Es capaz de mostrar esta imagen muy suave, pero la gente sabe que tras bambalinas trabaja con mucha eficacia para atacar a sus enemigos".
El punto que más unió a los conservadores ha sido la oposición doctrinaria a la exhortación papal, llamada Amoris Laetitia, que contiene un pie de página que parece abrirle la puerta a que los católicos divorciados y vueltos a casar reciban la comunión.
Un pequeño grupo de cardenales exigió una aclaración formal por parte de Francisco, que los ignoró durante años. Desde entonces murieron dos de esos cardenales, pero el norteamericano Raymond Burke sigue ejerciendo presión.
Francisco parece estar ganando la batalla en contra de sus críticos conservadores, dijo Joshua J. McElwee, corresponsal en el Vaticano de National Catholic Reporter y coeditor de A Pope Francis Lexicon, una colección de ensayos sobre Francisco. "Es uno de los últimos monarcas absolutistas del mundo, y lo que está pasando es que tiene una visión y cuenta con el tiempo para ponerla en práctica", dijo McElwee. "Mientras más tiempo continúe, más probable será que estos cambios sean irrevocables".
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