Un ascenso simbólico: Rishi Sunak y el curioso círculo de la historia
Su llegada al poder de Gran Bretaña es relevante debido al obvio simbolismo que entraña: durante casi dos siglos, Gran Bretaña fue dueña y señora del subcontinente indio
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WASHINGTON.- Justo el día del Diwali, un gran festival hindú, quedó claro que Gran Bretaña tendría por primera vez a un primer ministro de origen indio. El ascenso del exministro de Finanzas Rishi Sunak al liderazgo del gobernante Partido Conservador puede poner fin a este drama de meses que lleva la interna conservadora, que arrastró a dos sucesivos primeros ministros en medio del escándalo y la debacle económica. Pero la llegada de Sunak al poder también implica que por primera vez Gran Bretaña tendrá un primer ministro no blanco, hinduista y practicante.
En Europa, sin embargo, ha habido varios casos de primeros ministros de origen indio. Portugal tuvo dos premieres de ascendencia goana, incluido el actual primer ministro, António Costa. Y Leo Varadkar, cuyo padre es de Bombay, fue primer ministro de Irlanda entre 2017 y 2020, y se espera que en diciembre de este año vuelva al poder, lo que marcaría un momento de incógnita en las relaciones anglo-irlandesas, donde ambos países tendrán gobiernos encabezados por líderes de herencia india. Todo eso, por supuesto, si Sunak lograra capear el huracán que se llevó puesta a su predecesora inmediata, Liz Truss, con apenas seis semanas en el cargo.
Pero la llegada de Sunak al poder de Gran Bretaña parece más relevante, debido al obvio simbolismo que entraña. Durante casi dos siglos, Gran Bretaña fue dueña y señora del subcontinente indio, del que chupó gran parte de su riqueza. El legado imperial es complejo y está envuelto en historias de indignidad, desigualdad y explotación, pero también de afinidad cultural y aspiraciones. La huella de Gran Bretaña se siente en todo el sur de Asia, desde la legislación y el formato de democracia parlamentaria estilo Westminster hasta la prevalencia del inglés como lengua de intercambio de las élites de la región. Aunque en 75 años de independencia han pasado muchas cosas y los indios actualmente ocupan posiciones de influencia y de autoridad en todo el mundo, hasta hace apenas una década habría sido impensable que un político de origen indio encabezara el gobierno de la expotencia colonial.
Winston Churchill una vez etiquetó a los indios como “Un pueblo bestial con una religión bestial”. Hoy, alguien de ese origen y practicante de la fe hinduista —en 2019, Sunak juró en el Parlamento con el Bhagavad Gita en la mano—, asumirá el puesto de primer ministro que alguna vez ocupó Churchill y tendrá el poder ceremonial de designar a los obispos de la Iglesia de Inglaterra.
Muy lejos, en la India, por más que el país celebrara el Diwali y se jactara de su victoria en cricket sobre Pakistán, la satisfacción por el ascenso de Sunak era palpable. “Un hijo de la India se alza sobre el imperio”, proclamó un zócalo de la NDTV, el principal canal de noticias en inglés de la India. “La historia cierra su círculo en Gran Bretaña”.
Sin embargo, el ascenso de Sunak parece tener otro costado, igualmente esperable. En el contexto de la política británica, su origen racial y su identidad cultural parecen haber sido menos importantes que la riqueza que amasó a lo largo de su carrera. Sunak, exadministrador de fondos de inversión que trabajó para Goldman Sachs, está casado con la diseñadora de modas Akshata Murty, la heredera de una fortuna proveniente de la industria tecnológica a la que conoció cuando estudiaba en la Escuela de Negocios de Stanford.
Según la lista de los más ricos del diario Sunday Times, la fortuna conjunta de la pareja asciende a los 830 millones de dólares, una cifra que eclipsa a fortuna registrada de la reina Isabel II antes de morir. A principios de este año, la pareja se vio envuelta en una controversia, cuando se supo que Murty había mantenido su estatus de “sin domicilio” para evitar pagar los impuestos a las ganancias extranjeras al organismo tributario británico que estaba bajo la órbita de su marido cuando era ministro de economía.
Élite política británica
La historia de Sunak es la misma de muchos otros inmigrantes exitosos. Nació en la ciudad costera de Southampton de padres de origen indio punjabi que habían migrado desde las excolonias británicas en África Oriental en la década de 1960. Sus esfuerzos de clase media hicieron posible el tránsito de Sunak por las escuelas de perfeccionamiento más prestigiosas de la élite política británica, como su título de grado en la Universidad de Oxford.
“Mis abuelos llegaron con muy poco desde una aldea del norte de la India, y dos generaciones después, su nieto tiene este enorme privilegio de competir como candidato al Parlamento”, le confesó Sunak al periodista Ben Judah en 2015. “Para mi familia, el camino era la educación.”
El lunes, el presidente del templo hindú creado en Southampton por el abuelo de Sunak elogió su victoria calificándola como “nuestro momento Barack Obama”. Pero mientras que la cuestión de la raza fue una sombra permanente sobre la campaña y los mandatos del expresidente norteamericano, el tema no ha sido tan pesado para Sunak, al menos hasta ahora.
Para Sunder Katwala, director de British Future, un grupo de expertos sobre inmigración, identidad y raza, el ascenso de Sunak eso puede ser señal “de la normalización de la diversidad étnica en la política británica” -el alcalde de Londres elegido dos veces, por ejemplo, es de origen musulmán paquistaní-, o un indicador de la “escala de la crisis” que convirtió a Sunak simplemente en el “último que quedó en pie” después de varios rounds de lucha intestina entre los conservadores.
En cierto sentido, Sunak es una criatura consumada del establishment de la clase alta británica: “El leal perfecto, el buen soldado que asciende sin problemas por las filas de la vida británica”, tal como escribió Judah en un perfil de 2020, donde describe a Sunak como un hombre elegantemente vestido, a imagen y semejanza “del nervudo Emmanuel Macron”. Ahora, se ha deslizado hasta el centro el poder no por los votos del pueblo británico, sino por el apretón de manos de una falange adecuada de sus pares.
Lo que sigue es una historia esencialmente británica: Sunak enfrenta las mismas presiones políticas y económicas que tumbaron a Truss y al exprimer ministro Boris Johnson. Sunak ha propuesto un enfoque de gobierno más sobrio y menos ideologizado, y con eso ya parece haber traído cierto grado de calma a un partido sumido en el caos y el pánico que se desataron durante el breve mandato de Truss. El flamante primer ministro tendrá que sortear los mismos espinosos desafíos políticos, incluidas las tensiones sobre el estatus de Irlanda del Norte después del Brexit, que hicieron zozobrar a sus predecesores.
Y probablemente también enfrentará las mismas críticas que ellos. “Rishi Sunak como primer ministro no es una victoria para la representación asiática”, sentenció la legisladora laborista opositora Nadia Whittome, también es de origen indio, en un tuit que luego borró. “Es un multimillonario que, como ministro de Finanzas, rebajó el impuesto a las ganancias bancarias, y durante su gestión Gran Bretaña atravesó la mayor caída en su nivel de vida desde 1956. Negro, blanco o asiático da igual: si sos de los que trabajan para ganarse la vida, él no está de tu lado”.
Pero del otro lado del mundo y sin importar su distancia, los máximos dirigentes políticos encontraron muchos motivos para alegrarse por la victoria de Sunak. “Los británicos nos gobernaron durante 200 años”, dijo a los periodistas Basavaraj Bommai, primer ministro del estado indio de Karnataka y miembro del partido nacionalista hindú que gobierna actualmente la India. “Jamás habrían soñado que un día un indio se convertiría en su primer ministro”.
La ironía, por supuesto, es que no hay la menor señal de que Sunak o un grupito de otros conservadores de origen indio vayan a apoyar alguno de los reclamos de los nacionalistas indios y de un grupo más generalizado de críticos del pasado imperial de Gran Bretaña, desde la repatriación de diamantes saqueados hasta una mayor admisión de responsabilidades por las masacres y el saqueo de la era colonial.
Sin embargo, Bommai invocó el orgullo que sienten los indios por sus coterráneos en la diáspora: “Los indios son insuperables en el mundo y están a la vanguardia en muchos sectores, incluida la política y la administración pública”, dijo Bommai. “En muchos países, Ya hay parlamentarios indios en muchos países, pero convertirse en primer ministro de Gran Bretaña es algo especial”.
Traducción de Jaime Arrambide
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