Un agente que es parte de una amenaza creciente
Los riesgos aumentan por la mayor densidad poblacional y la cercanía con razas de animales diferentes, y sus enfermedades
The Wall Street Journal Americas Betsy McKay
PEKÍN.- El virus que parece responsable del misterioso brote de neumonía en China pertenece a un tipo de patógenos cada vez más presentes en las epidemias globales de enfermedades infectocontagiosas.
Un alto funcionario de salud de China dijo esta semana que el virus comenzó a contagiarse entre humanos, con lo que confirmó la mayor preocupación de las autoridades sobre la forma de transmisión de la enfermedad en territorio chino y por el resto de Asia.
El brote se originó en la ciudad de Wuhan, y, según los medios de comunicación estatales y los funcionarios de salud de China, ya hay 300 casos confirmados y seis muertos a causa del virus.
Wuhan es el lugar perfecto para un brote de coronavirus: una ciudad enorme y densamente poblada, con mercados de animales vivos, donde conviven personas con cerdos, murciélagos y otros mamíferos.
Los coronavirus pertenecen a una familia viral que infecta mayormente a cerdos, gatos y otros animales. También pueden saltar de los animales al ser humano, y luego, de un humano a otro. En los brotes de coronavirus que se produjeron en China en los últimos años murieron decenas de miles de cerdos.
Hay siete cepas que, según se sabe, pueden contagiar a los humanos, incluido el virus de Wuhan, y causan enfermedades del tracto respiratorio. Cuatro de esas cepas causan resfríos comunes. Otras dos, por el contrario, figuran al tope de la lista de infecciones más mortales para los humanos: el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y el síndrome respiratorio por coronavirus de Medio Oriente (MERS, por sus siglas en inglés, también conocido como "gripe del camello").
Así llamados por la corona de púas que parece coronar su superficie, los coronavirus mutan con gran rapidez. Básicamente, eso significa que cometen errores con gran facilidad al momento de copiar su genoma para reproducirse. "Son capaces de recombinarse con una eficiencia increíble", dice Ralph Baric, experto en coronavirus y profesor de epidemiología de la Escuela Gillings de Salud Pública Global, de la Universidad de Carolina del Norte. Según Baric, en el interior de una misma célula, dos o tres coronavirus pueden recombinarse rápidamente para producir nuevos virus.
Se cree que el reservorio natural o "nido" de los coronavirus son los murciélagos. Pero el virus salta fácilmente de un huésped a otro y evoluciona en cada uno de esos saltos. Los investigadores que buscan el origen del virus del SARS lo encontraron primeramente en civetas, animales carnívoros con rasgos comunes con los gatos y las mangostas que suelen ser consumidos por los humanos en la región de China Meridional, donde aparecieron los primeros casos humanos. Luego, los investigadores rastrearon el virus hasta los murciélagos que se encontraban en los mismos mercados donde eran vendidas las civetas para consumo humano.
Los casos severos de coronavirus en humanos siguen surgiendo a un ritmo acelerado. Desde 2002, aparecieron tres nuevos tipos de coronavirus: el SARS-Cov, descubierto en la provincia china de Cantón; el MERS-Cov, descubierto en 2012 en Arabia Saudita, y ahora este nuevo, descubierto en Wuhan.
El coronavirus responsable del SARS fue el primer coronavirus mortal para los humanos y cambió para siempre el panorama para los virólogos. Hasta su aparición, en 2002, los coronavirus eran conocidos como los causantes del resfrío común entre los humanos. Y el coronavirus del MERS es todavía más letal, porque sigue infectando gente sostenidamente, a diferencia del SARS-Cov, que desapareció después de causar una epidemia que afectó la salud pública mundial.
El nuevo virus de Wuhan parece ser más benigno, aunque algunos afectados enfermaron gravemente y seis de ellos murieron.
Peter Daszak es presidente de EcoHealth Alliance, una organización norteamericana dedicada a identificar e investigar el surgimiento del virus. Entre otras cosas, la institución colaboró con el rastreo de los virus del SARS y el MERS hasta los murciélagos. Para Daszak, es muy probable que surjan nuevos coronavirus que afecten a los humanos, debido a los cambios ecológicos en el planeta. "Ahora estamos expuestos a más animales patógenos", dice el experto.
Por su parte, el doctor Baric dice que los coronavirus "están muy bien equipados para aprovechar la alta densidad demográfica del planeta, combinada con métodos de cría integrados, con grandes cantidades de animales hacinados cerca de las ciudades, para alimentar a la población". Además, la población mundial está envejeciendo, y los coronavirus son más mortales entre los mayores de 65 años.
Daszak dice que los investigadores ya han rastreado más de 100 coronavirus relacionados con el SARS en murciélagos de China, y agrega que las pruebas de laboratorio muestran que algunos de esos virus pueden transmitirse a los humanos. Los científicos dicen que la cepa de Wuhan es similar a los coronavirus de murciélago que condujeron al SARS.
La gran pregunta es si la cepa de Wuhan retrocederá, como la del SARS, o seguirá provocando brotes, como la del MERS.
El brote en Wuhan pone en evidencia la urgencia de desarrollar drogas para el tratamiento de los nuevos coronavirus, dice Timothy Sheahan, adjunto de epidemiología de la Escuela Gillings de Salud Pública Global, de la Universidad de Carolina del Norte. En un estudio publicado el viernes en Nature Communications, Sheahan y sus colegas expusieron que el remdesivir, un antiviral desarrollado por Gilead Sciences Inc., disminuía la incidencia de enfermedades pulmonares causadas por el MERS-Cov en ratones. Sheahan esperan poder estudiar los efectos de la droga sobre la nueva cepa de Wuhan. El mismo antiviral fue suministrado a personas con Ébola, lo que redujo la gravedad de la enfermedad, aunque no tanto como otras terapias.
"Surge un nuevo coronavirus cada 10 años", dice Sheahan. "A medida que los humanos entremos en contacto con animales con los que antes no nos relacionábamos, veremos más casos como este".
Traducción de Jaime Arrambide
Por Betsy McKay
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