Ucrania se prepara para una campaña de alto riesgo para contraatacar a Rusia, pero deja grandes incógnitas
Las armas y el entrenamiento de los aliados de la OTAN serán decisivos, y se intentará hacer blanco en los puntos vulnerables de las fuerzas Rusia
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NUEVA YORK.- En las próximas semanas, y después de meses de nuevas entregas de armas occidentales, Ucrania se dispone a contraatacar al invasor ruso, una campaña de alto riesgo que marcará el rumbo de las batallas subsiguientes y de las eventuales negociaciones de paz.
Los planes operativos de Ucrania son confidenciales, pero si se observa el equipamiento con el que cuenta o no cuenta cada bando, y se toma en cuenta su reciente actuación en el campo de batalla, pueden vislumbrarse algunos aspectos de lo que vendrá. Ambos intentan ganar terreno y han gastado municiones a una escala inusitada desde las dos Guerras Mundiales.
Para triunfar sobre la superioridad de recursos y las afianzadas defensas de los rusos, Ucrania necesitará una mezcla de talento y de suerte, y a su vez deberá encontrar y explotar rápidamente los puntos vulnerables del enemigo, apuntan los estrategas. Si bien las fuerzas de Kiev están más motivadas y en algunos casos mejor armadas que las tropas invasoras, Rusia tuvo meses para prepararse para la anunciada contraofensiva ucraniana y demostró estar más dispuesta a sacrificar vida y equipos.
Hay tropas ucranianas capacitándose desde hace meses en Europa Occidental y Estados Unidos para utilizar equipamiento moderno y operar en formaciones amplias dentro del campo de batalla. La esperanza de Kiev dependerá de su habilidad para coordinar diferentes tipos de tropas, incluidas unidades de artillería, cuerpos de tanques, y filas de soldados rasos, conocidas como maniobras de armas combinadas.
A pesar del entrenamiento y de la influencia de los equipos de la OTAN, Ucrania no será capaz de lanzar un asalto al estilo de la Alianza Atlántica, porque ninguno de los bandos tiene en control los cielos de Ucrania. Para desalojar a un enemigo atrincherado, como pretende hacer Ucrania, el manual que seguirían Estados Unidos y sus aliados comienza con un asalto aéreo masivo empleando aeronaves y misiles crucero: así inició Estados Unidos sus dos guerras en Irak.
“Atacaríamos desde el aire y dejaríamos establecida nuestra superioridad aérea”, dice John Nagl, teniente coronel retirado del Ejército de Estados Unidos y actual profesor adjunto de estudios bélicos del Colegio de Guerra del Ejército norteamericano. En Ucrania, ningún bando tiene verdadera ventaja en potencia aérea.
Ucrania tiene una cantidad acotada de aviones de caza y helicópteros de ataque para desplegar, y necesita cuidarlos, así que es improbable que los saque a la canche en un ataque frontal contra fuerzas rusas atrincheradas, dice Nagl.
En cambio, Ucrania podría lanzar un masivo ataque terrestre –o múltiples ataques menores– utilizando misiles y artillería de largo alcance, en gran parte fueron donados por sus aliados occidentales. Los HIMARS M142 o los lanzacohetes móviles M270 estadounidenses y grandes obuses howitzers pueden lanzar proyectiles explosivos guiados por satélite a 8 kilómetros de distancia.
Ese alcance, sumado a la inteligencia de fuentes occidentales y ucranianas, debería permitirle a Kiev hacer blanco en fuerzas rusas que están muy por detrás de la línea de frente. El año pasado, las tropas ucranianas lograron hacer mucho daño contra las bases logísticas, los centros de comando y las líneas de suministro rusas. El objetivo de estos ataques es aislar a las unidades rusas dentro del campo de batalla, limitar su capacidad de combate y sembrar el caos entre sus filas.
Tras una descarga inicial de artillería y misiles, la infantería ucraniana podría avanzar en masa, lo mismo que harían las tropas estadounidenses. Una gran diferencia es que Estados Unidos o las fuerzas aliadas estarían lideradas por una vanguardia de tanques de última generación, mientras que las fuerzas ucranianas solo contarán con una pequeña cantidad de avanzados.
Detrás de la ola de tanques probablemente vendrían las ráfagas de blindados de combate como los AMX-10s franceses y los Bradley estadounidenses, que por sus orugas y torretas se parecen a los tanques. Los Bradley portan una enorme ametralladora capaz de disparar hasta 300 proyectiles por minutos y destruir un tanque ruso T-72 a más de 1,5 kilómetros de distancia.
Detrás o junto con los blindados con grandes ametralladoras, es posible que Ucrania despliegue transportes de infantería como los Strykers, enviados por Estados Unidos. Esos vehículos rápidos de ocho ruedas pueden transportar soldados rasos para reconquistar territorio o para ahuyentar a infantería rusa que pueda amenazar a las fuerzas ucranianas.
Lo que no se sabe es dónde decidió atacar Ucrania. John Spencer, presidente de Estudios de Guerra Urbana en el Foro de Política de Madison, dice que Kiev probablemente mantenga abiertas sus opciones mientras busca los puntos más vulnerables de la defensa rusa, y que cuenta con una fuerza de choque que puede ser desplegada en cualquier lugar. Spencer agrega que durante el último otoño boreal, esa estrategia permitió que los ucranianos recuperaran miles de kilómetros cuadrados en la región de Kharkiv, en el noreste de Ucrania, tras meses de dar señales de que lanzarían un ataque en la región sureña de Kherson.
Otra opción, dice Phillips O’Brien, profesor de estudios estratégicos en la Universidad de Saint Andrews, Escocia, es que Kiev intente cortar el corredor terrestre ruso a lo largo del sudeste ucraniano desde Zaporiyia hasta Melitópol y el mar de Azov. Eso partiría en dos a las fuerzas rusas y causaría estragos en sus líneas de suministro.
Mykola Bielieskov, miembro del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos, un comité de expertos que recibe apoyo gubernamental con sede en Kiev, dice que el largo combate por Bakhmut agotó a los rusos y que es una buena oportunidad para recuperar territorio invadido.
“Se abre una ventana de oportunidad única para contratacar, porque Rusia está debilitada por el fracaso de su ofensiva y todavía no decretó una nueva leva de la población civil”, dice Bielieskov, aunque agrega que tras un año de combates, la piedra con la que se tropiezan ambos bandos sigue siendo la misma: movilizar recursos para mantenerse al ritmo de la batalla”.
Por Daniel Michaels e Ian Lovett
Traducción de Jaime Arrambide
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