Ucrania obtendrá el financiamiento militar de EE.UU.: ¿pero podrá eso cambiar el rumbo de la guerra?
Dadas las expectativas que tiene Kiev de seguir recibiendo apoyo internacional a largo plazo, la discusión en Occidente sobre el los fondos está lejos de terminar
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WASHINGTON.- Hoy el Senado norteamericano seguramente aprobará la “ley salvavidas” para Ucrania. Tras medio año de forcejeos y parálisis, el fin de semana pasado la Cámara baja dio luz verde al envío de unos 61.000 millones de dólares en ayuda militar con el voto de republicanos y demócratas por igual. Al permitir el tratamiento del pedido de fondos en el recinto, el presidente de la Cámara baja, el republicano Mike Johnson, parece haber optado por antagonizar con el sector trumpista de su base electoral.
Tras su aprobación en el Senado, el presidente Joe Biden promulgará la ley de inmediato. La movida no fue gratis para Johnson, un político relativamente inexperto que se vio catapultado a la presidencia de la Cámara en medio de la encarnizada guerra intestina y la disfuncionalidad de su propio partido.
Tras meses de cajonear los desesperados pedidos de ayuda de Ucrania, Johnson parece haberse convencido después de leer informes clasificados de inteligencia sobre la gravedad de la situación en Kiev y tras escuchar los ruegos de un puñado de históricos legisladores republicanos e incluso de algunos relevantes demócratas.
”Miren, la historia nos juzga por nuestros actos”, dijo Johnson en una conferencia de prensa la semana pasada, cuando un colega periodista le preguntó si su decisión no haría montar en cólera a los halcones de su partido. “Este es un momento crítico para la escena global”, prosiguió Johnson. “Podría ser egoísta y haber hecho otra cosa, pero estoy haciendo lo que creo que está bien”.
El sector de ultraderecha de su bancada ya evalúa abiertamente un pedido para volar a Johnson de la presidencia de la Cámara de Representantes.
En Europa, sin embargo, los partidarios de Kiev celebraron la decisión. “Más vale tarde que nunca”, posteó en la redes sociales el primer ministro de Polonia, Donald Tusk. “Y espero que para Ucrania no sea demasiado tarde”.
Las penurias que vive Ucrania tras más de dos años de resistir la invasión rusa están bien documentadas. Sus Fuerzas Armadas están exangües, cortas de soldados y aún más cortas de municiones, y desde Washington y Kiev advierten que falta poco para que las tropas ucranianas sean superadas 10 a 1 en disparos de artillería por los invasores rusos.
Además, los misiles y drones rusos de largo alcance llueven indiscriminadamente sobre muchas ciudades ucranianas que carecen de defensas antiaéreas, y lejos de recuperar el territorio perdido, las fuerzas ucranianas están trabadas en una desesperada batalla para mantener su posición, mientras Rusia concentra su actual ofensiva en la ciudad de Chasiv Yar, en la región parcialmente ocupada del Donetsk.
Entrevistado por la NBC, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, señaló que su país perdió un tiempo precioso a la espera de que el Congreso norteamericano viniera al rescate.
“El proceso estuvo estancado durante medio año, y en ese tiempo sufrimos pérdidas en varias frentes en el este del país. Fue muy duro y ahí perdimos la iniciativa”, dijo Zelensky. “Ahora tenemos una inmejorable oportunidad de estabilizar la situación y recuperar la iniciativa, y para eso necesitamos tener los sistemas de armas”.
Es la evaluación que comparten algunos legisladores norteamericanos. “Ucrania perdió mucho por nuestra falta de reacción a tiempo”, dice la senadora republicana Joni Ernst. “La demora salió muy cara, se perdieron vidas, y dañó la credibilidad de Estados Unidos en la escena global”.
Ernst integró la delegación de seis miembros de ambos partidos que viajó a Ucrania este mes bajo los auspicios del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de expertos de Washington. Durante la visita, no solo recorrieron Kiev, sino también la estratégica ciudad portuaria de Odessa, la ciudad de Bucha –donde los rusos perpetraron una espantosa masacre en la primera etapa de la guerra– y la ciudad norteña de Chernihiv, donde recorrieron barrios que pocos días después, la semana pasada, fueron blanco de un letal ataque ruso.
Determinación y amenaza
Volvieron impresionados, tanto por la determinación de los ucranianos de resistir a las fuerzas rusas como por la amenaza implícita y generalizada que implicaría para el resto de Europa que Rusia logre consolidar sus avances territoriales en Ucrania. Ernst advierte que Rusia engulliría los yacimientos de gas y las riquezas minerales inexplotadas de Ucrania.
El legislador demócrata Tom Suozzi, otro miembro de la delegación, señala que si colapsara la línea de frente ucraniana, Rusia tendría “el camino despejado” hasta el corazón mismo de Europa.
”El pueblo ucraniano tiene todos los motivos del mundo para no querer quedar bajo el control de Putin”, señala Suozzi, y apunta contra los legisladores de extrema derecha que desconfían de Kiev, como la republicana Marjorie Taylor Greene, a la que acusa de “repetir como loro la propaganda del Kremlin”.
Los republicanos que se oponen a seguir financiando a Ucrania argumentan, entre otras cosas, que se trata de una guerra imposible de ganar y un peligroso drenaje de fondos y recursos bélicos que son finitos. Pero Suozzi compara esos argumentos con los presentados por Charles Lindbergh y otros aislacionistas norteamericanos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. “Tenemos déficit, pero eso no significa que podamos eludir nuestra responsabilidad”, dice Suozzi, y contrapone el ejemplo dejado por los dos líderes británicos más emblemáticos de esa época. “En este momento hay que elegir: o somos Churchill o somos Chamberlain”.
El legislador republicano Chuck Edwards dice que muchos de sus colegas de bancada “quedaron frustrados” de sus reuniones con funcionarios ucranianos de visita en Washington. “Nadie les presentó un plan para ganar la guerra”, dice Edwards.
”Es muy difícil que Ucrania pueda elaborar un plan para ganar la guerra mientras le caen bombas sobre la cabeza”, dice Edwards, que también formó parte de la delegación. “Por ahora su objetivo es lograr que los rusos no los bombardeen hasta borrarlos del mapa”.
Por supuesto que hay objetivos más ambiciosos que ese. Zelensky ha señalado que el desbloqueo de los fondos y la ayuda de Estados Unidos ayudarán a reforzar las defensas ucranianas y a prepararse para otra contraofensiva, tras la fallida del año pasado, que quedó estancada en los pantanos del sudeste del país.En su artículo de opinión en el diario The Washington Post, Michael O’Hanlon, de la Brookings Institution, plantea que un ucraniano “recargado” podría perforar las líneas rusas en un punto crucial y luego enfocarse en aislar y rodear a las fuerzas rusas por el oeste.
Más fondos
”Con otros 60.000 millones de dólares en ayuda estadounidense, mayor reclutamiento de fuerzas y un contundente avance militar que perfore una pequeña sección de la línea de frente, a finales de este año o principios del próximo Ucrania podría tener la oportunidad de liberar la mitad o más de su territorio ocupado”, dice O’Hanlon en su columna. “Las probabilidades son pocas, pero existen”.
Lejos del frente de batalla, las probabilidades que tiene Ucrania también son pocas: las guerras son costosísimas. Como señalan varios colegas periodistas, “el problema de fondos de Ucrania es permanente”, y hay conversaciones entre Estados Unidos y Europa para redirigir hacia Kiev los activos rusos que fueron congelados al principio de la guerra.
“La factura actual de daños y costos de reconstrucción asciende a 486.000 millones de dólares y la cuenta sigue corriendo, según una estimación conjunta del gobierno ucraniano, el Banco Mundial y la Comisión Europea. Y su vapuleada economía ucraniana sigue dependiendo del apoyo internacional”.
Y dadas las elevadas expectativas que tiene el gobierno de Kiev de seguir recibiendo apoyo internacional a largo plazo, la discusión sobre el financiamiento de Ucrania en las capitales de Occidente está lejos de terminar.
Traducción de Jaime Arrambide
The Washington Post
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