Ucrania agotó su armamento soviético y crece el temor a una “fatiga de la guerra”
El gobierno de Kiev ahora depende solo del suministro de sus aliados, pero hay inquietud por una erosión de la ayuda de Occidente ante la extensión indefinida del conflicto
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KIEV.- A medida que la invasión rusa de Ucrania se acerca a su cuarto mes, las autoridades en Kiev han expresado su temor a que el espectro de la “fatiga de la guerra” pueda erosionar la disposición de Occidente para ayudar al país a hacer frente a la agresión de Moscú.
Estados Unidos y sus aliados han entregado miles de millones de dólares en armamento a Ucrania. Europa recibió a millones de personas desplazadas por la guerra. Y hay una unidad sin precedentes en la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial para la imposición de sanciones al presidente Vladimir Putin y a su país.
Pero a medida que la conmoción por la invasión del 24 de febrero remite, los analistas apuntan que el Kremlin podría beneficiarse de un conflicto más largo y enquistado, y de una posible pérdida de interés de Occidente, lo que podría presionar a Kiev para llegar a un acuerdo.
Ucrania se quedó sin su armamento de fabricación rusa y soviética y ahora depende por completo de sus aliados para obtener armas para contrarrestar la invasión, dijeron fuentes militares estadounidenses. Como país que alguna vez fue parte de la Unión Soviética, Ucrania ha levantado su ejército y su industria militar con equipamento soviético y ruso, pequeñas armas, tanques, obuses y otras no homologables con las que tienen sus vecinos de occidente. Más de tres meses después de que estallara el conflicto con la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero, ese equipo ya se agotó quedó destruido en el campo de batalla. Ahora, las fuerzas de Kiev están manejando o aprendiendo a manejar armas que usan Estados Unidos o aliados europeos de la OTAN.
En tanto, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, rechazó ya las sugerencias occidentales de que debería aceptar algún tipo de compromiso. Su país, afirmó, decidirá sus propias condiciones para la paz. “La fatiga va en aumento, la gente quiere algún tipo de resultado (que sea beneficioso) para ellos, y nosotros queremos otro resultado para nosotros”, indicó.
Se descartó una propuesta de paz presentada por Italia y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se encontró con una airada reacción a unas declaraciones en las que, aunque calificó la invasión de Putin de “error histórico”, apuntó que las potencias mundiales no deberían “humillar a Rusia, para que cuando terminen los combates podamos construir una salida juntos a través de vías diplomáticas”. El ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba, apuntó que estas afirmaciones “solo pueden humillar a Francia y a cualquier otro país que lo pida”.
Hasta las palabras del exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, quien dijo que Kiev debería considerar realizar concesiones territoriales, suscitaron la réplica de Zelenskyy, que señaló que equivaldría a que las potencias europeas dejaran que la Alemania nazi tomase partes de Checoslovaquia en 1938 para frenar la agresión de Adolf Hitler.
Kiev quiere expulsar a Moscú de las zonas recién capturadas en el este y el sur del país, así como recuperar Crimea, la península anexionada por Rusia en 2014, y las partes de la región del Donbás que llevan ocho años en manos de los rebeldes separatistas respaldados por el Kremlin.
Cada mes de guerra tiene un costo de 5000 millones de dólares para Ucrania, dijo VolodimIr Fesenko, un analista político del instituto Penta Center, lo que “hace que Kiev dependa de la posición consolidada de los países occidentales”.
Ucrania necesitará armas aún más avanzados para asegurarse la victoria, además de la determinación occidental de mantener las sanciones económicas que debilitan a Moscú.
“Es obvio que Rusia está decidida a desgastar a Occidente y está armando su estrategia sobre la base de que las naciones occidentales se cansarán y cambiarán gradualmente su retórica combativa por una más complaciente”, indicó Fesenko en una entrevista con The Associated Press.
La guerra sigue recibiendo una cobertura mediática destacada en Estados Unidos y en Europa, que se han horrorizado con las imágenes de la muerte de civiles ucranianos en los mayores combates registrados en territorio continental desde 1945.
“No ha habido nada parecido, ni siquiera en la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética parecía más amenazante”, afirmó Nigel Gould-Davies, investigador sobre Russia y Eurasia en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
Aunque no ve un desgaste significativo en el “respaldo rotundo a Ucrania”, Gould-Davies apunta que “hay indicios de distintas tensiones sobre cuáles deben ser los objetivos de Occidente, que aún no se han definido de forma clara”.
Las preocupaciones internas de Europa se está abriendo paso en el discurso, especialmente a medida que el aumento del precio de la energía y la escasez de materias prima empiezan a pasar factura a la población de a pie, que tiene que pagar más por la luz, la gasolina y la comida.
Aunque los líderes comunitarios presentaron la decisión de bloquear el 90% de las exportaciones de petróleo ruso para finales de año como “un éxito total”, necesitaron cuatro semanas de negociaciones y la concesión de que Hungría -considerada por muchos el aliado más estrecho de Moscú en la UE- pueda continuar con sus importaciones. Y todavía harán falta más semanas de ajustes políticos.
“Esto demuestra que la unidad de Europa está bajando un poco con respecto a la invasión rusa”, dijo Matteo Villa, un analista del centro de estudios ISPI en Milán. “Existe una especie de fatiga entre los estados miembro para buscar nuevas formas de sancionar a Rusia y, claramente, dentro de la Unión Europea hay algunos países que están cada vez menos dispuestos a seguir con las sanciones”.
Ayuda militar y temores
Al comienzo de la guerra, Occidente fue cauteloso en proveer demasiado armamento a Kiev, con la preocupación de que hacerlo conllevara a conflicto entre Rusia y la OTAN. También temían que su tecnología avanzada cayera en manos rusas.
En cambio, los aliados de Ucrania ofrecieron su propio inventario de equipamento de fabricación rusa, incluyendo tanques y helicópteros para reforzar a las tropas de Kiev.
Estados Unidos también lideró un esfuerzo para conseguir munición, piezas y suministros adicionales a través de otros países de la ex Unión Soviética, que pudieran encajar con las necesidades ucranianas. Sin embargo, todo eso ya se consumió o fue destruido.
“Ya no existen en el mundo”, dijo un funcionario estadounidense sobre las armas de fabricación rusa o soviética.
Eso significa que las fuerzas ucranianas están obligadas a cambiarse a armas con especificaciones occidentales con las que no están familiarizadas.
Ya sin los antiguos temores de escalar el conflicto o de que Rusia obtenga tecnología sensible, Estados Unidos y los socios de la OTAN están enviando armamento pesado a Ucrania, como obuses y artillería de cohetes Himars, cuyo rango de precisión es superior a los rusos.
Bajo la tutela del Grupo de Contacto por Ucrania, los jefes de la defensa de los aliados están coordinando la asistencia para que las fuerzas de Kiev reciban un flujo constante de munición, piezas de repuesto y armamento, indicó otro funcionario militar de Estados Unidos.
Sin embargo, los funcionarios enfatizan en que si la llegada de las armas es en apariencia lenta, sucede principalmente porque los aliados se quieren asegurar de que el ejército de Ucrania puede asimilarlas de manera constante y segura.
Ese ritmo controlado también reduce el riesgo de que inventarios de armas sean destruidos por bombardeos dentro de Ucrania. Por esa razón, Estados Unidos está enviando equipos por etapas.
El más reciente paquete de 700 millones de dólares, anunciado el primero de junio, incluye cuatro sistemas de artillería Himars, 1000 misiles antitanques Javelin y cuatro helicópteros Mi-17 de fabricación soviética. Además, incluye 15.000 proyectiles de obús, 15 vehículos de blindaje ligero y otras municiones.
“Tratamos de mantener un flujo constante”, remarcó un segundo funcionario estadounidense.
Agencias AP y AFP
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