“Turismo venganza”: a pesar de la guerra, los precios por las nubes y el rebrote de Covid, Europa vive el verano de la “resurrección”
Después de dos años de pandemia, la consigna es salir de casa, viajar y disfrutar, aun con la disparada de los precios; en Italia hablan de “las vacaciones más caras de las últimas décadas”
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ROMA.- Temperaturas tórridas, una guerra en el corazón de Europa, precios por las nubes, una inflación que no se veía desde hace décadas, aumento de casos de coronavirus. Aunque todos estos ingredientes hablan de un cocktail explosivo y de tiempos poco rosados, los europeos están viviendo un verano 2022 marcado por un clima de resurrección y un repunte espectacular del turismo, bautizado “revenge tourism”, “turismo venganza”.
Pese a la guerra en Ucrania, la crisis de energía que repercute en los bolsillos, los dos años de parálisis que causaron víctimas y cierres de persianas y el miedo a que el coronavirus pueda volver a dispararse -como pareciera que está ocurriendo, aunque los casos son leves-, reina un ánimo optimista. Y la gente, olvidándose de los noticieros y de esa Tercera Guerra Mundial a la vuelta de la esquina, tiene ganas de pensar en otra cosa, salir, disfrutar, divertirse.
“Aunque las compañías aéreas han triplicado sus precios, a la gente no le importa nada y todos viajan igual. La gente tiene ganas de viajar, de irse y estamos trabajando muchísimo”, dijo a LA NACION Ulderico Baldesi, gerente de la agencia de viajes homónima de Frosinone, en el Lacio.
“Los precios son absurdos, un viaje de dos horas a Ibiza cuesta como lo que solía costar un pasaje a Buenos Aires, una locura, las compañías aéreas no pueden quejarse, pueden decir bingo, porque todos los aviones van llenos y por suerte, después de la debacle, este verano las cosas finalmente van mejor, estamos trabajando muchísimo”, contó.
Las postales de aeropuertos, estaciones, restaurantes, bares, museos, muestras, conferencias, eventos, festivales, recitales, hablan por sí mismas. Con casi ninguna restricción por coronavirus en la mayoría de los países europeos –donde, de todos modos, la variante ómicron 5 vuelve a asustar porque crecen los contagios-, todo aparece lleno, copado. Donde hace un año había desolación, ahora hay masas de turistas.
En Roma, donde esta semana el termómetro superó los 40 grados –algo sin precedente en junio- y donde finalmente han vuelto a verse legiones de turistas norteamericanos, para poder cenar al aire libre en un restaurante del centro histórico hay que reservar con muchos días de anticipación.
“Por suerte volvieron los turistas, pero también los italianos se liberaron del fantasma del virus y ya no tienen miedo de salir de casa y no damos abasto”, comentó a LA NACION Maurizio, gastronómico que abrió en marzo un restaurante de gestión familiar cerca de la Piazza Cavour, que trabaja día y noche, sin respiro.
La reapertura de las fronteras también determinó el regreso a la ciudad eterna de turistas alemanos, austríacos, suizos, franceses, españoles e incluso latinoamericanos. Los grandes ausentes, debido a la guerra, son los rusos.
Después de dos años de restricciones debido al Covid, más allá de una inflación récord, que no se veía desde el siglo pasado y con el litro de nafta que superó los 2 euros, el verano 2022 se avizora como el de la recuperación, como el del rebote después del precipicio.
En números
Según cálculos del ministerio de Turismo italiano, se superarán los número de 2019, es decir, pre-pandemia, con 28 millones de italianos en movimiento entre junio y septiembre. Según el Observatorio Confturismo-Confcommercio, los veraneantes gastarán casi 300 euros por cabeza para un fin de semana, 540 euros para unas vacaciones de entre 3 y 6 días y 1250 para las vacaciones principales, de 7 días o más, derramando en total sobre la economía nacional, con sus compras, unos 47.000 millones de euros (incluyendo transporte, estadía, restaurante, entretenimientos, shopping).
Massimo Garavaglia, ministro de Turismo italiano, no dudó en hablar de “revenge tourism”. “Hay ganas de revancha y lo vemos en los números que son, honestamente, superiores a las expectativas. En muchas realidades ya hemos superado los números de 2019, que fue el año del boom del turismo en Italia”, dijo. “Es verosímil que a fin a de año alcancemos y superemos esos números en muchos lados y esto, considerando que en los primeros meses del año todavía teníamos restricciones, es claramente un resultado excepcional”, agregó, entusiasmado.
Lo cierto es que, todos coinciden, antes de partir de vacaciones, hay que hacer bien las cuentas y los presupuestos, visto los fuertes aumentos de precios en todos los sectores por culpa de la “operación especial” de Vladimir Putin en Ucrania. “El verano 2022 va a ser recordado como el de las vacaciones más caras de las últimas décadas y quien saldrá de vaciones deberá gastar mucho más para trasladarse, dormir afuera y comer”, dijo Carlo Rienzi, presidente de Codacons, asociación que defiende a los consumidores.
“Aunque este año, es verdad, está todo más caro y se nota en las boletas de la luz, en los servicios, en los gastos de limpieza y manuntención, va a ser un verano muy bueno”, aseguró a LA NACION Cristiana Benassar, argentina que gestiona en Alberobello, Apulia -una de las regiones más de moda del sur de Italia-, el B&B Trullimania, alquilando las casitas típicas de piedra de esa zona, declaradas patrimonio de la humanidad.
“La verdad es que en los dos últimos años, pese al Covid, en julio, agosto y septiembre se trabajó bien porque igual la gente estaba desesperada por escaparse unos días. Pero este año, aunque notás que la gente tira más por el precio, empezamos a trabajar mucho más temprano, ya en Pascua, en abril y pese a la situación económica, hay buena expectativa”, dijo Benassar.
Verano de la resurrección
El mismo clima positivo reina en Francia. “Tengo mi casa muy bien alquilada hasta fines de septiembre, viene gente de todos lados, sobre todo del norte, ingleses, suecos, belgas, de Luxemburgo”, dijo a LA NACION Gabriela Foresti, argentina que vive cerca de Niza y alquila por Airbnb una casa en el campo con pileta en Provenza, región del sur de Francia que queda a una hora y media de la Costa Azul.
“El problema del año pasado es que tuve anulaciones porque por el Covid hubo regiones que comenzaron a poner de nuevo restricciones, entonces la gente suspendía. Pero este año fue cartón lleno y, como hay muchas cancelaciones de vuelos por falta de personal, casi todos prefieren venir en auto de países cercanos, por más que la nafta esté carísima”, agregó Foresti, que con el alquiler de su chacra logra pagar el crédito que sacó para comprarse esa casa y también, ahorrar.
“¡Ahora, si hablás de los franceses, que amo, optimistas, nunca!”, también consideró esta porteña, casada con un francés y madre de tres hijos, ante una pregunta sobre la atmósfera que se vive. “Para los franceses, que al final son muy parecidos a nosotros, los argentinos, siempre es todo un desastre, nunca hay plata, el gobierno, mal, así que estamos en eso... Pero todo está lleno, lleno, de turistas, de franceses que viajan y uno había perdido la costumbre de ver tanta gente... Y choca ver de golpe tanta multitud en la playa y por todos lados, como seguro pasa en Italia, en España y en los demás países de Europa, ya sin restricciones”, opinó. “Pero la verdad –concluyó- es que finalmente este verano, el verano de la resurrección para muchos, hay buena onda, sin duda”.
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