Trump y el mundo: una carga incómoda para el futuro jefe de la Casa Blanca
Cree que es un lugar hostil, plagado de aliados aprovechadores, países que "se roban los empleos" americanos y de terroristas a los que hay que exterminar
MADRID.- El botón nuclear es en realidad una tarjeta plástica, de tamaño similar a una Visa. En la jerga militar estadounidense le dicen "el bizcocho" y en ella figuran los códigos para validar la orden de un ataque con armas atómicas que sólo una persona puede dar: el presidente.
Poco antes de jurar, Donald Trump recibirá en una ceremonia secreta ese pequeño tesoro que ilustra la magnitud de su poder. Él y nadie más será responsable de un arsenal de casi 2000 misiles de una capacidad destructiva devastadora.
Pero no hace falta pensar en un apocalipsis posible para asumir que la llegada a la Casa Blanca del magnate de la construcción expone al mundo a un cambio de época que sacudirá la economía, las alianzas estratégicas, la seguridad y hasta el clima.
El mundo según Trump es un lugar hostil, plagado de viejos aliados que se aprovechan de Estados Unidos, de delincuentes que pugnan por cruzar su frontera, de países que "se roban los empleos" de los americanos, de ecologistas que promueven regulaciones excesivas, de terroristas a los que hay que exterminar no importa con qué socios.
"Habrá que empezar a ver el mundo con otros ojos. El Estados Unidos de Trump será a partir de ahora la mayor fuente de desorden global", advierte Mark Leonard, experto en ciencias políticas y director del European Council on Foreign Relations, con sede en Londres.
El discurso de campaña y el dogma antisistema del futuro presidente auguran el fin del consenso liberal.
"Voy a poner en práctica el arte de la negociación", suele decir, en un alarde de sus condiciones de halcón empresarial. La traducción directa es todos los acuerdos que rigen la estabilidad internacional quedan a partir de ahora sujetos a revisión.
1Todo vale contra la jihad
"Me voy a asociar con todos los gobiernos dispuestos a ayudarnos a derrotar al islamismo radical. Y eso incluye a Rusia." La frase de campaña de Trump dice al menos tres cosas. Uno: que piensa cambiar la política de Barack Obama sobre la guerra en Siria e Irak. Dos: que está dispuesto a hacer la vista gorda con los excesos del dictador sirio Bashar al-Assad en tanto sea útil para derrotar a Estado Islámico. Tres: que no mira a Rusia como un rival hostil.
Un frente común entre Estados Unidos, la Rusia de Vladimir Putin y las fuerzas de al-Assad reconfiguraría el mapa de la guerra. Una gran duda es si Trump aceptará enviar tropas terrestres. "Él se percibe como un negociador, cree que no llegas a ninguna parte salvo que sepas amenazar", escribió en The New York Times el historiador Graham Allison, profesor en Harvard.
La promesa de impedir el ingreso al país de musulmanes agiganta el miedo a que el jihadismo redirija su ofensiva hacia Estados Unidos.
2 Guerras comerciales
Trump se siente un cruzado contra la globalización, el primero que alcanza el poder en la nación que produce el 24,5% de la riqueza mundial.
La primera víctima de su éxito es el libre comercio. La negociación del tratado entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) "entró en una pausa natural", según el vicepresidente comunitario, Jyrki Katanien. Igual suerte le espera al pacto con los países del sudeste asiático.
Trump prometió plantar cara a la "competencia desleal" de China. Una espiral de barreras arancelarias y devaluaciones podría ser la nueva normalidad, que según el FMI daría paso a una era de guerras comerciales.
Menos pesimista, el economista Julio Cañero Serrano, director del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá, prevé que el pragmatismo acabará por imponerse: "Si pone barreras a los productos chinos, Pekín puede vender la deuda de Estados Unidos y el problema lo tendrá Trump".
3 El auge nacionalista
Una encuesta encargada por la UE entre ciudadanos de los 28 estados comunitarios reveló el mes pasado un apoyo abrumador para Hillary Clinton. En el único país donde ganaba Trump era en Hungría, donde gobierna el populista xenófobo Viktor Orbán.
En las instituciones europeas se vive una pesadilla doble. Por un lado, una posible alianza entre Estados Unidos y Rusia aumenta la presión sobre la frontera oriental de la UE. Por otro, el ascenso de Trump implica una legitimación para la ultraderecha nacionalista.
Muchos analistas dejaron de ver imposible que Marine Le Pen, del Frente Nacional, llegue al gobierno en Francia en 2017. El escritor italiano Claudio Magris fue uno de los primeros en advertirlo. "Me da miedo pensar que estamos ante el final del cordón sanitario que convertía en un tabú votar a determinados partidos extremos", dijo en una visita a Madrid.
4 Réquiem para la defensa común
El vuelco nacionalista pone en la mira a la OTAN. Trump exige a sus aliados que paguen más por la defensa que ofrece Estados Unidos.
"En Europa, Oriente Medio y Asia, Trump dejó en claro que Estados Unidos no jugará más el papel de policía. En cambio, será un guardia privado disponible para ser contratado", dijo Leonard.
La advertencia se extiende a aliados estratégicos como Arabia Saudita e Israel. A Japón y a Corea del Sur, Trump los invitó a "hacer más" para protegerse de la amenaza norcoreana; un virtual guiño para que entren en la carrera nuclear. Al mismo tiempo, podría entrar en revisión el tratado de no proliferación firmado con Irán.
Un repliegue militar de Estados Unidos alentaría las ansias expansionistas de China y de Rusia.
5 Hostilidad con América latina
Blindar con un muro toda la frontera sur de Estados Unidos fue la promesa estelar de Trump. En México temen una tormenta política y económica si el futuro presidente pasa de la xenofobia dialéctica a la acción directa, lo que implicaría además la deportación de 11 millones de inmigrantes.
A la hostilidad con México se suma el rechazo al deshielo con Cuba, que le valió el apoyo clave de los anticastristas de Florida. No es de esperar que Estados Unidos se involucre demasiado en la paz de Colombia y mucho menos en el diálogo para evitar una explosión en Venezuela.
Para los gobiernos liberales de América latina, como el de Mauricio Macri, el panorama es desalentador. El trumpismo anticipa menos apertura comercial y una volatilidad financiera que afectará el flujo de inversiones hacia los países emergentes.
6 Contra el ecologismo
Trump dijo alguna vez que el "calentamiento global es una farsa de los chinos". Según su tesis, Occidente pierde poder industrial debido a las medidas para bajar la contaminación, mientras China crece sin límite gracias a que se las salta.
Su escepticismo obstaculiza el reciente Acuerdo de París contra el calentamiento global. Sin Estados Unidos, segundo país que más gases de efecto invernadero emite a la atmósfera, podría repetirse el fiasco del Protocolo de Kyoto.
Entre sus escasas definiciones económicas se destaca la voluntad de reimpulsar la producción de petróleo, en detrimento de las energías limpias, siempre más costosas.
Pero como en todo lo que respecta a Trump conviene abrir un interrogante. En dos años de campaña, exhibió una plasticidad única para cambiar de opinión sin admitirlo jamás.
El mundo que viene acaso esté hecho a semejanza de Trump: peligroso e imprevisible.
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