Una crisis profunda y acelerada en sus negocios, el nuevo desafío de Donald Trump
WASHINGTON.- Donald Trump vuelve esta semana a sus negocios, y los encontrará sumidos en una crisis profunda y acelerada, con propiedades claves que dejan pérdidas millonarias y una fuga masiva de inversores, abogados y clientes que huyen de la compañía.
Antes de dejar su cargo, el expresidente presentó los formularios que levantan el secreto de su evolución patrimonial, dejando al descubierto que sus hoteles, complejos turísticos y otras propiedades perdieron más de 120 millones de dólares en facturación durante el año pasado, cuando la pandemia forzó un prolongado cierre de la actividad económica y los consumidores debieron quedarse en sus casas.
Y las peores pérdidas fueron ahí donde Trump menos puede permitírselas: su hotel en Washington, que tiene créditos pendientes de pago por 170 millones de dólares, vio caer sus ingresos en más de un 60%, y su resort en Miami, el "Doral", que también enfrenta una enorme deuda a pagar, también tuvo una caída del 44% en su facturación.
El jueves, las empresas Trump recibieron otra pésima noticia: uno de sus bancos y uno de los estudios de abogados que las asesora anunciaron su desvinculación absoluta de la Organización Trump. Son los últimos de una seguidilla de proveedores y clientes que cortaron lazos con la empresa después del 6 de enero, cuando una turba desaforada de seguidores de Trump, fogoneados por el presidente, tomó por asalto el Capitolio.
La situación patrimonial que se desprende de esos documentos revela que la buena fortuna de Trump se revirtió desde 2015, cuando ingresó a la política prometiendo rehacer el país a la imagen de su inmenso y pujante emporio comercial.
Pero pasó todo lo contrario, y ahora Trump vuelve a un negocio que se parece al país que acaba de entregar: asediado por los problemas, tapado de deudas y tóxicamente politizado.
"Trump enfrenta varios problemas graves que se fueron gestando en estos años y que van a hacer eclosión ahora que dejó la presidencia", dice Bert Ely, consultor bancario que ha testificado varias veces ante el Congreso norteamericano sobre cuestiones financieras.
Ely dice que la Organización Trump es una empresa relativamente chica, que depende fuertemente del trabajo externo: abogados, corredores inmobiliarios, y también inversionistas que pagaban por el simple hecho de poner el nombre de Trump en sus edificios. Pero ahora muchos de ellos se están retirando. "Ha dañado terriblemente su propia reputación", dice Ely.
Trump sigue siendo el dueño de su empresa. Pero no queda claro cuándo volverá a ocupar personalmente el manejo cotidiano de sus negocios, o si efectivamente lo hará. El jueves, mientras el expresidente jugaba al golf en su propiedad de Mar-a-Lago, el sitio web de la Organización Trump seguía consignando a Donald Trump Jr. y Eric Trump como ejecutivos máximos de la empresa.
El levantamiento del secreto sobre la declaración patrimonial de Trump, un procedimiento de rutina que cumplen los presidentes salientes, revela que su empresa atraviesa uno de sus peores momentos, por el impacto de la pandemia de coronavirus sobre el turismo.
En su declaración patrimonial, Trump detalla los ingresos de 47 empresas diferentes, incluidos sus clubes de golf, hoteles y edificios de alquiler en la ciudad de Nueva York. En conjunto, según un análisis de The Washington Post, los ingresos de esas empresas disminuyeron más del 35% durante el año pasado.
Ingesos de Mar-a-Lago
También hay ítems menos sombríos: los ingresos de Mar-a-Lago, un club exclusivo para socios que ahora también funcionará como residencia del expresidente, aumentaron un 13%. Y Trumpstore.com, que vende camisetas, velas y jabones con el nombre del expresidente, informó que sus ingresos se duplicaron hasta alcanzar 1,9 millones de dólares.
Pero hubo fuertes caídas en tres de las propiedades más importantes de Trump: su hotel en Washington, su resort Doral, en Florida, y su resort Turnberry, en Escocia. Sus ingresos totales cayeron de 149 millones de dólares en 2019 a 71 millones el año pasado, una caída de más del 50%.
Trump enfrenta más de 400 millones de dólares en préstamos pendientes de pago, de los cuales 290 millones son deudas del Doral y del Trump International Hotel, en Washington.
La sangría de socios claves siguió a lo largo del jueves, con la salida de banqueros y abogados que hasta ahora se habían mantenido fieles incluso en los puntos más bajos de la carrera política de Trump.
"Ya no tenemos ninguna relación de depósitos con él", dijo el vocero de BankUnited, un banco con sede en Florida donde Trump tenía cuentas por más de 5 millones de dólares en activos financieros. El banco cerró esas cuentas el mismo miércoles, sin comentar las razones.
Con esa decisión de BankUnited, tres de las cuatro entidades bancarias donde Trump tenía sus mayores depósitos ya le han dado la espalda desde los incidentes de la toma del Capitolio. El Signature Bank y el Professional Bank cortaron sus vínculos con Trump hace ya unas semanas. El cuarto banco, Capital One, se ha negado a comentar al respecto.
El jueves Trump también perdió a uno de sus más conocidos estudios de abogados: Morgan Lewis, que representaba a Trump en materia tributaria desde antes de que compitiera por la presidencia. Sheri Dillon, una de los socias del estudio, se había convertido en una conocida defensora de Trump, y en 2017 se mostró junto a él en una conferencia de prensa en la Trump Tower, al lado de una pila de papeles y carpetas que supuestamente representaban que Trump delegaba el control de sus negocios.
"Trump quiere que a la opinión pública norteamericana no le queden dudas de que se ha aislado completamente de los intereses de sus negocios", dijo Dillon entonces.
Pero el jueves la firma de abogados anunció el fin de la relación.
"Ejercimos una representación limitada de la Organización Trump en cuestiones tributarias. Los asuntos pendientes en esa materia serán transferidos como corresponde a otra asesoría legal", respondió por email la vocera de Morgan Lewis, Emily Carhart, sin explicitar los motivos de la desvinculación.
Dillon también participó del manejo de una propiedad de la Organización Trump llamada Seven Springs, en los suburbios de Nueva York, donde la compañía obtuvo una exención de impuestos de 21 millones de dólares a través de una "compromiso de conservación", básicamente la promesa de no construir en parte del terreno a cambio de beneficios fiscales. Ahora, los tratos de Trump con Seven Springs son el foco de dos investigaciones judiciales, tanto del fiscal de distrito de Manhattan como del fiscal general del estado de Nueva York.
Con la decisión de Morgan Lewis, ya son al menos dos los estudios de abogados que han cortado lazos con la empresa de Trump desde el 6 de enero. El primero, Seyfarth Shaw, anunció su decisión la semana pasada.
Esta semana, el sitio de noticias American Lawyer informó que una tercera firma, Alston & Bird, también daría por terminada su relación profesional con las empresas de Trump.
Inmediatamente después del ataque al Capitolio, la Organización Trump perdió a dos de sus corredores de bienes raíces y a su proveedor de comercio electrónico. También perdió la oportunidad de ser anfitriona del torneo de golf PGA Championship 2022 y su esperanza de ser sede de otro torneo de golf, el British Open. Además, la ciudad de Nueva York ya anunció su intención de dar de baja los contratos con la Organización Trump para la construcción de un carrusel, dos pistas de hielo y un circuito de golf en varios parques de la ciudad, contratos que en 2019 le reportaron ingresos a la Organización Trump por más de 18 millones de dólares.
Por otra parte, dos de los principales inquilinos del edificio de oficinas de Trump en Wall Street, la organización Girl Scouts del Gran Nueva York y una organización benéfica que lucha contra la tuberculosis llamada TB Alliance, también afirmaron que están buscando otra locación para sus oficinas. La Organización Trump todavía no ha informado si les permitirá romper sus contratos de alquiler.
Las reacciones por la actitud de Trump el 6 de enero han afectado incluso al más pequeño de sus socios comerciales, como los organizadores del triatlón "Tri at the Trump", que se celebra en el campo de golf de Trump en las afueras de Charlotte, Carolina del Norte.
"Todo iba sobre ruedas hasta lo del Capitolio", dice Chuck McAllister, fundador del evento, que esperaba atraer a 450 atletas y 1000 espectadores.
Pero el ataque al Capitolio hizo que los patrocinadores y proveedores se retiraran, dice McAllister, y tuvieron que cancelar el evento. En realidad, fue la segunda vez que el evento tuvo que cancelarse debido a una reacción política contra Trump: la edición del triatlón de 2017 también se suspendió luego de que Trump dijera que entre los manifestantes supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, había "excelentes personas".
Pero McAllister se acercó de nuevo a Trump, y volvió a quemarse.
"Es un deja vu permanente, como el Día de la Marmota", dice McAllister, y agrega que no está seguro de volver a intentarlo en 2022. "Su nombre se ha vuelto tóxico", dice. "Y para algunas personas, eso no tiene vuelta atrás."
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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