WASHINGTON.- Una semana después de volver a asumir la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump pasa la motosierra. Sin ningún anuncio oficial de la Casa Blanca, la nueva administración ordenó el congelamiento de “toda la asistencia financiera federal”, una movida que generó perplejidad, caos y confusión y desató la furia de los demócratas, y que apunta a hacer borrón y cuenta nueva para rediseñar el alcance y el impacto del gobierno norteamericano en la vida de millones de personas. La decisión traspasó las fronteras del país al alcanzar también a los programas de asistencia humanitaria, críticos para muchas naciones en desarrollo y regiones en conflicto, como Ucrania o la Franja de Gaza.