Trueque de guerra: cómo funciona el intercambio de armas rusas entre los soldados ucranianos
Miembros de las fuerzas de Ucrania aseguran que están combatiendo al enemigo con armamento capturado del ejército ruso; deberían enviarlo a Kiev, pero optan por esquivar la burocracia
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DONETSK.- Con cara de satisfacción, el sargento ucraniano desliza el lanzacohetes ruso capturado hasta el centro de la pequeña habitación. Fabricada en 2020, el arma está flamante, “casi nueva”, y su ojiva termobárica es letal para tropas y blindados por igual.
Pero el sargento apodado Zmei no tiene intenciones de lanzarla contra los soldados o los tanques rusos para romper la línea de frente de su unidad en el este de Ucrania. Por el contrario, piensa usarla como moneda de cambio.
En la 93ra. Brigada Mecanizada, Zmei no es un sargento cualquiera: es el oficial designado por su unidad para manejar el sistema de trueques de guerra que funciona entre las fuerzas ucranianas. Los soldados dicen que esos intercambios funcionan como una especie de economía paralela o mercado informal en todo el frente de batalla, donde las armas o equipos capturados por las unidades de combate son intercambiadas por los pertrechos que necesitan con mayor urgencia.
La gran mayoría de los trueques son de “trofeos” capturados a las fuerzas rusas, como los llaman los soldados ucranianos.
“En general, son intercambios que se hacen rápidamente”, dice Zmei desde la actual posición de su brigada, en la región ucraniana del Donbass. “Digamos que es una manera de simplificar la burocracia.”
A pesar de la llegada de armas y equipos occidentales durante los últimos meses, para librar esta guerra las fuerzas armadas de Ucrania siguen dependiendo en gran medida del armamento y los blindados que capturan de su mejor equipado enemigo ruso, ya que gran parte del arsenal ucraniano de la era soviética ya fue destruido, está gastado o faltan los repuestos.
Por eso, cuando tienen problemas con sus líneas de suministro, los soldados ucranianos “cartonean” el campo de batalla en busca de elementos básicos para seguir luchando. Y las relativamente escasa provisión de armas extranjeras de gran porte —como los obuses M777 de fabricación norteamericana— están esparcidas a lo largo de los 2500 kilómetros de la línea de frente.
“Confiamos en Kiev, pero más confiamos en nosotros mismos”, dice Fedir, un subalterno de Zmei que también se ocupa de los suministros de su brigada, en referencia a los comandantes militares que dirigen la guerra desde la capital ucraniana. “No vamos a quedarnos de brazos cruzados como idiotas hasta que Kiev pueda mandarnos algo”. Para evitar represalias, Zmei, Fedir y los demás soldados entrevistados pidieron ser mencionados solo por sus apodos.
Consultadas al respecto, las Fuerzas Armadas de Ucrania no hicieron comentarios sobre esos trueques de equipos.
Pero ahora que la guerra está en una fase más bien estática, la captura de equipamiento ruso es cada vez más difícil. Con su inclemente fuego de artillería, Rusia está forzando a los ucranianos a replegarse en el este y al mismo tiempo va recuperando terreno perdido en el sur del país. Esa situación ha multiplicado la demanda de productos en ese mercado clandestino que manejan los soldados.
La negociación
Es lo que ocurrió a principios de mayo, cuando la 93ra. Brigada Mecanizada —una unidad muy reconocida que ha combatido en casi todas las principales batallas de esta guerra—, estaba operando cerca de la ciudad de Izium, ocupada por los rusos. El sargento Zmei, que antes de la guerra era propietario de una pequeña editorial especializada en el género fantasy, recibió un mensaje intrascendente de un comandante ucraniano apostado en las inmediaciones. “Mirá, acá tenemos un tanque T-72 medio dañado que no necesitamos”, decía el mensaje.
“Nos gustaría intercambiarlo por algo que nos venga bien”, agregaba el comandante.
Esos hilos de mensajes circulaban por la aplicación Telegram y son apenas un ejemplo del tipo de armamento que cambia de manos en la informalidad.
El pedido del comandante en cuestión era modesto: un camión de transporte y un par de fusiles de francotirador a cambio de un tanque “trofeo” ruso medio magullado. En un arranque de honestidad comercial, Zmei le dijo a su cliente que “era muy poco a cambio de un tanque”, y le pidió que agregara algo más a lista. El comandante respondió que tenían tanques de sobra y que solo necesitaban eso.
Cuando el comandante mencionó todos los tanques que estaban en posesión de su unidad, Zmei vio la oportunidad de ampliar el intercambio. No quería un solo tanque, sino varios, y a cambio podía ofrecer misiles antitanques de fabricación extranjera y sistemas portátiles de defensa aérea de origen norteamericano.
“Te puedo conseguir lanzamisiles Stinger, NLAWs, y varias piezas de artillería pesada, y en cantidad”, le dijo Zmei, pasando revista a esas armas provistas por Occidente y que cuestan decenas de miles de dólares cada una.
Necesidad de sobrevivir
Casi todos los soldados entrevistados para este artículo dicen que ese mercado clandestino surgió de la necesidad de sobrevivir. Y a veces, dicen, la única manera de sobrevivir es esquivando el pantano burocrático.
Aunque los soldados admiten que supuestamente deberían enviar los equipos capturados a Kiev a través de la cadena de suministros, dicen que nadie ha hecho demasiados esfuerzos para investigar los intercambios clandestinos, y mucho menos para castigar a quienes los realizan.
Los gobiernos de Occidente, que han ayudado a Ucrania con miles de millones de dólares en equipos militares, presionan al gobierno de Kiev para que proteja el proceso de distribución de posibles desvíos o hechos de corrupción, pero hasta ahora no se han registrado casos de armas que terminen en manos que no sean de otras unidades ucranianas.
Pero permitir que la transferencia de armas se haga en la informalidad conlleva sus propios problemas.
Matt Schroeder, investigador de la organización Small Arms Survey, dice que las transferencia informal de material bélico entre unidades “puede atentar contra los mecanismos de gestión del arsenal”, pero que “dichos intercambios no implican necesariamente que haya tráfico o desvíos de armas”.
Sentado junto a la torreta de un tanque ruso modelo T-80, un soldado ucraniano llamado Alex explica que enviar el equipo capturado a Kiev para que ingrese a los registros oficiales es un verdadero problema.
“Para empezar, no hay garantía de que nos lo devuelvan”, dice Alex. “Así que nos arreglamos entre nosotros”.
Antes ingeniero en software en la ciudad de Kharkiv, la segunda más grande de Ucrania, Alex es una celebridad en el 93ra Brigada Mecanizada: a principios de la guerra, ya al mando de su T-80 capturado a los rusos y al que bautizó “Bunny”, Alex destruyó varios blindados enemigos en los alrededores de Izium y de la ciudad nororiental de Sumy.
Pero ahora el tanque está lejos del frente y a la espera de una reparación de su torreta. Alex dice que gran parte del trabajo de reparación y los repuestos se pagaron con un mortero de 120 milímetros y una ametralladora pesada que le entregaron a otra unidad.
“Estamos combatiendo con todo lo que capturamos del enemigo”, dice el comandante Bogdan, a cargo del batallón donde cumple funciones Alex, y puntualiza que el 80% de sus suministros actuales provienen de equipos rusos capturados.
“Y en todos los batallones es igual”, concluye Bogdan.
Por Thomas Gibbons-Neff y Natalia Yermak
Traducción de Jaime Arrambide
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