Trolls, seguimiento y videos: así es la obsesiva persecución del Kremlin a Alexei Navalny
MOSCÚ.- Cuando bajó la orden del Kremlin de ensuciar al líder opositor Alexei Navalny, el crítico más feroz del presidente Vladimir Putin , el equipo de la televisión oficialista REN TV no tuvo necesidad de ponerse a hurgar en su vida.
Uno de esos periodistas ahora asegura que el plan de difamación bajó directamente del Kremlin, incluidos los videos y datos de las cámaras de vigilancia secretas del FSB, el Servicio Federal de Seguridad, heredero directo de la soviética KGB.
"La información la conseguimos de los servicios secretos", dice Dimitri Belousov, guionista de "Los liberales pagan con dinero negro", una película anti-Navalny del año 2017. "Subían la información a nuestro servidor, y teníamos acceso".
Fue un ataque más de los muchos que sufrió Navalny en la última década, durante la cual fue espiado, acosado, amenazado y encarcelado, así como asediado en internet por los trolls del gobierno. Ahora Navalny yace en coma en un hospital de Berlín, tras enfermarse a bordo de un vuelo interno en Rusia, y los médicos alemanes dicen que fue envenenado.
También fueron blanco de ataques muchos otros disidentes y activistas, incluidos varios envenenamientos que los servicios de inteligencia de Occidente vinculan con agentes rusos. Pero la estatura política de Navalny -un hombre ampliamente conocido en Occidente, que no tiene miedo y que es financieramente independiente- convierte su posible envenenamiento en un mensaje aterrador en varios niveles.
Para los seguidores de Navalny, sería la culminación de años de presiones y complots del Kremlin en su contra. Pera también es un recordatorio del peligro individual que enfrentan los adversarios del gobierno, los periodistas independientes y los activistas, y del desgaste diario que sufren en su tarea: son vigilados y acosados constantemente por la policía y los servicios, son detenidos, sus casas son allanadas y les arman causas judiciales.
Dimitri Peskov, vocero del Kremlin, calificó de "infundadas y vacías" las acusaciones de ataques dirigidos contra Navalny. Y los fiscales se negaron a avanzar con las investigaciones.
La represión contra periodistas y activistas políticos se intensificó desde la aprobación de una reforma constitucional que le permitiría a Putin quedarse en el poder hasta 16 años más.
"Nos espían hasta cuando sacamos la basura", dice Nadezhda Tolokonnikova, crítica de Putin del grupo activista punk Pussy Riot y cofundadora del medio independiente Media-zona, otro de los blancos favoritos del Kremlin.
La policía recientemente amenazó a Tolokonnikova con presentar nuevos cargos en su contra por las protestas del año pasado, lo que podría llevarla nuevamente a la cárcel. Ya estuvo presa casi dos años por una protesta de 2012 donde realizó una performance punk en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, la iglesia ortodoxa más alta del mundo.
"Tenemos a todos los organismos del Estado trabajando en contra nuestro", dice Tolokonnikova.
"Saben todo"
Hace años que el Kremlin tiene a Navalny entre ceja y ceja, sobre todo después de que lanzara la Fundación Anticorrupción en 2011 y su canal de YouTube en 2013, donde exponía la corrupción y los excesos de la elite rusa. Su canal tiene casi 4 millones de suscriptores y los videos acumulan unos 800 millones de visitas.
En 2017, Peskov, vocero del Kremlin, dijo que el desprecio de Putin por Navalny era tan profundo que hasta evitaba pronunciar su nombre.
Según Mikhail Rubin, subeditor del medio de investigación independiente Proyekt, ese mismo año los funcionares del Kremlin se reunieron para discutir nuevas tácticas contra Navalny.
Además de la vigilancia y el acoso judicial, desplegaron una batería de propaganda, incluida la película anti-Navalny, donde el líder opositor aparecía como una marioneta pagada por fuerzas extranjeras, siempre exhibiendo montañas de dinero en efectivo y repitiendo, casi como un eslogan, "¡Uy! ¿Y esta plata de dónde salió?".
El guionista Belousov dice que el editor de la película, Alexei Malkov, se reunió con funcionarios del Kremlin y el FSB para darle forma a la película. Belousov dice que Malkov le indicó no apartarse del guión oficial, tanto en esta película como en otras a favor del Kremlin.
Según Belousov, Malkov se jactaba de su contacto diario y directo con el Kremlin y el FSB. "Le gustaba tener acceso a toda esa información secreta y codearse con esos tipos." Malkov no quiso hacer comentarios para este informe.
El FSB se ocupaba de no interrumpir el flujo de información. Belousov dice que el material de vigilancia secreta llegaba siempre en el último minuto. "Eran casi siempre imágenes de cámaras de seguridad o grabaciones de escuchas, resúmenes de banco, datos contables", dice el guionista. "Y esa era la documentación que usábamos en las películas."
También había intercepciones de e-mails y de chats de Telegram.
"Me di cuenta de que para el Kremlin era algo serio, por la parva de información que recolectaban", agrega. "Saben absolutamente todo lo que hace, el auto que maneja, los hoteles donde se queda, a quién le da dinero. Y hay imágenes de todos sus encuentros y reuniones: todo", agrega. "La información que nos sobrepasada por su volumen."
A través de un comunicado, la emisora REN TV desmintió el relato de Belousov. "Negamos esa información, que no se corresponde con la realidad."
Belousov no era un desconocido en los medios oficialistas que trabajan para el Kremlin. Ya había trabajado para la oficialista NTV en 2011, y después de un descanso, en 2017 consiguió ese empleo en REN que incluía trabajar en una serie de tres películas destinadas a desacreditar a los opositores de Putin antes de las elecciones municipales. REN es propiedad del financista Yuri Kovalchuk, a quien la inteligencia norteamericana considera el banquero personal de Putin.
Belousov se sorprendió mucho por el aumento exponencial que había tenido el espionaje político hacia el año 2017.
"Noté una enorme diferencia entre el 2011 y el 2017, porque ahora el FSB suministra la información como si fueran una policía política", dice Belousov, y menciona la interferencia política del FSB como su principal razón para abandonar la televisión. Ahora Belousov busca asilo político en los Países Bajos. "La persecución es total y la escala es aterradora."
Hombres de gris
Según sus colaboradores, Navalny fue envenenado y el avión donde viajaba ese 20 de agosto debió aterrizar de emergencia en Omsk, ciudad de Siberia. Allí habrían aparecido los hombres de las fuerzas especiales.
Los médicos de Omsk inicialmente resistieron la presión familiar de trasladarlo a Alemania para recibir tratamiento, y hombres de gris que no identificaron ingresaron a la oficina del médico jefe, Alexander Murakhovksy, quien se negó a decir quiénes eran.
La vocera de Navalny, Kira Yarmysh, alegó que eran miembros de los servicios de seguridad rusos.
Rubin afirma que en 2017 los funcionarios del Kremlin discutieron el encarcelamiento de Navalny, pero decidieron no hacerlo por temor a protestas masivas.
Resolvieron luchar contra él utilizando todas las herramientas del Estado, incluidas campañas de propaganda, desinformación, y hasta difundiendo el rumor de que en realidad Navalny era un agente del Kremlin, dice Rubin, y agrega que el Kremlin pagaba trolls para difundir desinformación en las redes sociales. Curiosamente, la teoría conspirativa de que Navalny es en realidad un agente del Kremlin es muy persistente, y muchos de sus detractores están convencidos de que Navalny estaría en la cárcel o muerto si no fuese en realidad un protegido del Kremlin.
La noche previa a caer enfermo, el 20 de agosto, Navalny mantuvo un encuentro con jóvenes militantes y seguidores en la ciudad siberiana de Tomsk. Uno de ellos era Ilia Chumakov, un ingeniero eléctrico de 24 años. Alguien le preguntó a Navalny cómo no estaba muerto, teniendo tantos enemigos.
Según Chumakov, que estaba presente, Navalny primero sonrió y después se puso serio, diciendo que Putin no querría convertirlo en mártir. "A Putin no le conviene que muera", dijo Navalny.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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