Traspiés: por qué tambalea Covax, el gran plan para vacunar al mundo
El megamillonario programa iba a ser un modelo para vacunar a toda la humanidad, pero sufrió una seguidilla de traspiés
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NUEVA YORK.- Hace un par de meses, el epidemiólogo norteamericano Seth Berkley tuvo que darles malas noticias a los países pobres del mundo: los millones de vacunas que les habían prometido no iban a llegar.
Esos países contaban con recibir dosis de Covax, una iniciativa megamillonaria para inmunizar al mundo liderada por Berkley con el impulso de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero de pronto se enteraron que los envíos desde el principal proveedor de Covax, la India, donde los casos de Covid-19 se habían disparado, no llegarían.
Decenas de millones de trabajadores de la salud que habían recibido una dosis, de repente ya no tenían fecha para la segunda. La perspectiva de inmunizar rápidamente a los trabajadores de la primera línea de fuego y a los grupos vulnerables se desvanecía rápidamente.
Se suponía que el programa Covax, concebido a principios de 2020, se convertiría en un modelo de vacunación mundial, comenzando por aquellos que más lo necesitaban. Según los planes originales del Covax, para la fecha actual debería estar vacunado todo el personal de salud del mundo.
Pero esa iniciativa idealista de vacunar a casi mil millones de personas se chocó con la realidad y quedó frustrada por el instinto básico de los países de priorizar a su propia población y por la baja capacidad de fabricación en todo el mundo.
Berkley y un pequeño grupo internacional de expertos en salud pasaron meses tratando de convencer a todos los países, ricos y pobres, para que adquirieran sus vacunas de un gran pozo común. Mientras pulían los detalles y recaudaban dinero, las naciones que podían permitírselo tomaron la delantera para asegurarse primero sus propias dosis.
“Entiendo la realidad política”, dice Berkley. “Lo que hicieron fue básicamente darnos el dinero y al mismo tiempo desearnos buena suerte cuando compitiéramos con ellos por las vacunas”. La gran mayoría de los países más pobres cuenta con una sola de las vacunas, producida por un solo fabricante en un solo país. Y en un giro cruel del destino, ese proveedor, el Instituto Serum de la India, terminó devorado por el peor brote de Covid-19 del mundo.
“Estimado participante”, escribió finalmente la oficina de Berkley en un email enviado el 28 de abril a la mayoría de los 92 países en desarrollo que adhirieron al Covax. “Lamentamos informar que dado el recrudecimiento de la crisis de Covid-19 en la India, el Covax ya no espera que las entregas se reanuden en mayo”.
“Estamos trabajando para garantizar que estos retrasos se solucionen lo antes posible”, concluía el correo electrónico.
Críticas
Berkley, CEO de la Alianza de Vacunas GAVI —la organización central detrás de Covax—, dice que avanzaron como mejor pudieron en un mercado de vacunas hipercompetitivo. “Escuchamos muchas críticas, y la verdad es que intentamos hacer lo que nos parecía más correcto”, explica. “En retrospectiva, ¿deberíamos haber apostado a la India? Bueno, era la manera más rápida de lograr el objetivo”.
El plan original era que los países ricos compraran suficientes vacunas para inocular al menos al 10% de su población a través del Covax, que a su vez las adquiriría a granel directamente de los laboratorios. Sumado a las donaciones, esos ingresos ayudarían a subsidiar las vacunas para otras 92 naciones pobres, que recibirían sus dosis de forma gratuita.
Covax comenzó a enviar las vacunas contra el Covid-19 tres meses después de que los países más ricos administraran sus primeras dosis: una rapidez impresionante, si se piensa que las nuevas vacunas suelen tardar entre cinco y diez años hasta llegar al mundo en desarrollo.
Ahora, sin embargo, el Covax se está quedando sin vacunas, justo cuando hay un auge de casos de Covid-19 en los países que debía proteger: los países de ingresos bajos y medios de América Latina y el sur de Asia. El programa lleva enviados 72 millones de dosis, muy por debajo de los 238 millones que planeaba haber despachado para estas fechas. Eso representa apenas el 4% del total de 1700 millones de vacunas distribuidas en todo el mundo.
Unos 20 millones de las dosis entregadas por el Covax fueron fabricadas en la India, que a fines de este mes debía enviar 140 millones más, pero suspendió las exportaciones porque está abocada a vacunar a los 1300 millones de ciudadanos del país.
El Instituto Serum iba a ser el primer gran proveedor de una cartera diversificada de vacunas fabricadas alrededor del mundo. Pero a fines de julio, el Covax tenía menos de 600 millones de dólares de fondos para comprar dos mil millones de dosis: muchas de las promesas iniciales de los aportantes nunca se habían efectivizado.
Los países ricos, incluidos los que habían prometido financiar el Covax, habían empezado a comprar primero sus propias dosis. A finales de mayo, por ejemplo, Gran Bretaña ya había sellado su propio acuerdo con AstraZeneca por 100 millones de dosis. Estados Unidos, sin compromisos asumidos con el Covax, había suscrito acuerdos por 300 millones de dosis de AstraZeneca por un total de 1200 millones de dólares.
A finales de año, lo que comenzó como un esfuerzo colectivo para compartir vacunas en todo el mundo se estaba convirtiendo en una campaña de beneficencia. Algunos países ricos, incluidos Gran Bretaña, Canadá, Corea del Sur y Nueva Zelanda, aceptaron comprar al menos algunas dosis de Covax. La mayoría de los países, sin embargo, eligió simplemente hacer donaciones directas.
Con las exportaciones del Instituto Serum en suspenso, los funcionarios del Covax ahora están rogándoles a los países ricos que compartan parte de su excedente de dosis. El programa también está colaborando con la apertura de nuevas plantas de producción, para terminar con los cuellos de botella de la cadena de suministro.
A partir del lunes próximo, el gobierno de Joe Biden prometió entregar 80 millones de dosis para países extranjeros, y algunas de esas dosis son para Covax. La Unión Europea, por su parte, dice que donará 100 millones más. Pero nada de eso alcanza.
“Quizás depositamos demasiadas esperanzas en el Covax”, dice Francis Dien Mwansa, un funcionario a cargo de la campaña de vacunación en Zambia, donde apenas el 0,7% de la población recibió su primera dosis.
The Wall Street Journal
Traducción de Jaime Arrambide
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