Al-Assad enfrenta su peor momento tras nueve años de guerra en Siria
BEIRUT.- Una disputa dentro de su familia, el colapso de la economía y las crecientes tensiones con Rusia, su aliado clave, pusieron al descubierto la fragilidad del régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, quien enfrenta su peor momento desde que la población siria se rebeló por primera vez en su contra hace nueve años.
Arrinconados, los rebeldes ya no representan ninguna amenaza y tampoco se perfila un contendiente serio a la presidencia de un país que lleva 50 años gobernado por la familia Al-Assad. Pero en el frente de aliados del régimen que apoyaron a Al-Assad durante su batalla para aplastar a la oposición ya aparecieron las primeras grietas. Y el aluvión de críticas en su contra de los medios de comunicación rusos, algo muy poco frecuente, hizo hincapié en la dependencia de Al-Assad de los aliados extranjeros –Irán y Rusia– para su supervivencia.
Más grave aún es que el colapso de la economía está hundiendo a los sirios en la pobreza a una escala sin precedentes en la historia reciente. Aunque ni Rusia ni Irán están en condiciones de inyectar los miles de millones de dólares necesarios para reconstruir y reactivar Siria, Al-Assad sigue rechazando las reformas políticas que podrían abrir las puertas del financiamiento occidental y del golfo Pérsico.
Si bien un tercio del país todavía escapa del control de Al-Assad, el resurgimiento de una nueva rebelión en la provincia sureña de Daraa da cuenta de la posibilidad de que se desate otro levantamiento en zonas recuperadas por el gobierno. Según Lina Khatib, del centro de expertos Chatham House en Londres, es posible que al-Assad sea más vulnerable ahora que en cualquier otro momento de los últimos nueve años de guerra. "Al-Assad se volvió altamente dependiente del apoyo iraní y ruso. No tiene los recursos internos para satisfacer a sus habitantes. Tampoco tiene legitimidad internacional ni el poder militar que tenía antes del conflicto", dice Khatib. "Se quedó sin herramientas, y ahora es más vulnerable que nunca".
Crece la grieta familiar
La discusión entre Al-Assad y su primo hermano Rami Makhlouf es apenas un síntoma de los crecientes conflictos. Makhlouf recurrió a Facebook para quejarse de las tentativas del Estado para confiscar sus activos y señaló que ya no puede comunicarse directamente con el presidente.
En una serie de posteos cada vez más amenazantes, Makhlouf dejó bien en claro que no aportará por voluntad propia los más de 600 millones de dólares que el gobierno dice que debe en impuestos atrasados. También resaltó su capacidad para devastar la economía siria, ya que controla un conjunto de empresas que emplean a miles de sirios y entre las que se encuentra el gigante de la telefonía móvil Syriatel, la mayor empresa de la nación. "No me di por vencido durante la guerra", expresó en el video más reciente, publicado la semana pasada. "¿Creen que voy a darme por vencido en esta situación? Parece que no me conocen".
If you’re someone like me who tuned out of the Syria war a while ago and stopped following because things don’t seem to be changing, this by @LizSly will bring you up to date and make you care again. https://t.co/o7Jxe8ViUY&— Mustapha Hamoui (@Beirutspring) May 27, 2020
El embiste contra Makhlouf coincide con un intento más general para forzar a las poderosas nuevas elites de negocios sirias que se enriquecieron durante la guerra a contribuir con dinero en efectivo para apuntalar una economía en aprietos. Y además, Al-Assad parece querer recuperar parte de la influencia que se dispersó entre empresarios con aires de caudillo que en su mayoría, incluido Makhlouf, mantienen milicias junto con sus empresas comerciales, señala Khatib.
Pero al perseguir a su propio primo, Al-Assad llevó el peso de su poder al corazón de la familia gobernante. "Es muy serio. No es lo mismo que apretar a cualquier otro ejecutivo de negocios", relata Ayman Abdel Nour, examigo y confidente de Al-Assad que desertó en 2008 y publica el sitio de noticias All4Syria. "Esto está pasando dentro del círculo íntimo".
Makhlouf no representa ninguna amenaza para la presidencia de Al-Assad, dice Abdel Nour. Pero los Makhloufs son por derecho propio una familia importante en la secta alauita, el grupo religioso minoritario al que pertenece la familia gobernante. Y las empresas, milicias y organizaciones de beneficencia de Makhlouf les proveen sustento a miles de sirios, lo que le da una base de apoyo dentro de la comunidad alauita, cada vez más disgustada.
Front page story on the wide range of challenges faced by Bashar al-Assad, by @LizSly and @KhattabAsser, reporting from Paris after shamelessly abandoning us in Beiruthttps://t.co/TmCR3hhjXQpic.twitter.com/8rdOYzNLtU&— Sarah Dadouch | ???? ????? (@SarahDadouch) May 27, 2020
"Sr. Rami, todos estamos con usted, que es el padre de los pobres y ellos son los ladrones que le robaron al pueblo", decía uno de los comentarios de un posteo de Makhlouf de la semana pasada en rechazo al intento más reciente del gobierno para confiscar sus activos.
Tal como Makhlouf recalca en sus videos, sus organizaciones de beneficencia son una de las fuentes principales de asistencia para los soldados heridos, gran parte de ellos alauitas, y para las familias de soldados que murieron luchando contra la rebelión. "Makhlouf se volvió alguien importante, y eso no está permitido en Siria", indicaAbdel Nour.
El empresario también desafió públicamente al presidente, algo que por lo general no se tolera en Siria, dice Danny Makki, periodista y analista político sirio. "Lo que estamos viendo no es solo una discrepancia, sino una discrepancia abierta contra el presidente y la institución de la presidencia por parte de un empresario", cuenta Makki. "La gran pregunta es qué ocurrirá con la economía a largo plazo. Para Al-Assad, es una carrera contra el tiempo para encontrarle una salida a todo esto. Pero no se trata solamente de la supervivencia del régimen, sino del país entero".
Un patrocinador frustrado
Otra presión que debe enfrentar Al-Assad son las señales de tensión en su relación con Rusia. En la prensa rusa aparecieron recientemente varios artículos que critican al régimen por su intransigencia y corrupción, lo que hace pensar que el apoyo de Rusia a su presidencia está flaqueando.
El personaje más destacado que criticó al régimen fue el exembajador ruso en Siria, quien sostuvo que la negativa de Al-Assad a hacer concesiones políticas podría ir en contra de los intereses de Rusia. Ese comentario primero fue posteado en el sitio web del Club Valdai, luego por el grupo de expertos del Comité de Asuntos Internacionales de Rusia y en ruso, por el respetado diario Kommersant.
"A juzgar por todo lo que vemos, Damasco no está particularmente interesado en desarrollar una visión a largo plazo y flexible", escribió el exembajador Alexander Aksenyonok. "El régimen es reacio o incapaz de elaborar un sistema de gobierno que pueda mitigar la corrupción y el delito". "Rusia llegó al límite de lo que puede ceder en el proceso de paz, que apoya con la esperanza de que conduzca a reformas políticas", advirtió Aksenyonok.
Los analistas políticos rusos dicen que no hay motivos para creer que los comentarios impliquen algún cambio mayor en la política siria. Con su intervención directa en el conflicto en 2015, Rusia consiguió objetivos de política exterior vitales y no está dispuesta a resignar esos triunfos, considera Fyodor Lukyanov, presidente del Consejo de Política Exterior y de Defensa. "Por supuesto que Al-Assad depende del apoyo ruso, pero en términos políticos, Rusia también depende de él", dice Lukyanov. "Rusia no puede permitirse abandonarlo sin sufrir un inmenso daño político".
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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