Tras la masacre de 49 personas, la premier neocelandesa promete cambios en las leyes sobre armas
CHRISTCHURCH.- Apenas unas horas después del peor ataque terrorista en la historia de Nueva Zelanda, donde un supremacista blanco masacró a 49 personas en dos mezquitas de Christchurch, la primera ministra, Jacinda Ardern, prometió restringir el acceso a las armas con una profunda reforma en las leyes.
"Puedo decirles una cosa: nuestra legislación va a cambiar", prometió la primera ministra. Según la actual legislación, cualquier persona mayor de 16 años puede solicitar una licencia para tener un arma estándar luego de hacer un curso que lo habilita a comprar y usar una escopeta sin supervisión.
La perplejidad era la sensación dominante en Nueva Zelanda mientras el gobierno y las fuerzas de seguridad buscaban respuestas por el ataque sufrido ayer contra dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, que dejó al menos 49 muertos a manos de un fanático de ultraderecha que no estaba en el radar de la inteligencia antiterrorista.
Decenas de policías adicionales, detectives y agentes de inteligencia fueron movilizados a Christchurch. El gobierno elevó el nivel nacional de alerta de bajo a alto y la policía advirtió a la gente que no acudiera a las mezquitas, mientras la investigación se extendía a otra ciudad situada 360 kilómetros al sur del lugar de la masacre.
El autor de la matanza, el supremacista australiano Brenton Tarrant, de 28 años, fue detenido después de consumar su recorrido criminal con fusiles de asalto sobre dos mezquitas en Christchurch, una ciudad de 400.000 habitantes y la más grande de la Isla Sur del país.
Se trata de la segunda tragedia en menos de una década en Christchurch, que se hizo famosa mundialmente en 2011 cuando fue golpeada por un terremoto que dejó más de 180 muertos.
Dos artefactos explosivos de fabricación casera fueron hallados en un auto y desactivados, y otros dos sospechosos fueron detenidos por las fuerzas de seguridad pero no estaba clara su relación con los ataques. Según declaró Ardern, ninguno de los detenidos tenía antecedentes ni estaba en ninguna lista de sospechosos de terrorismo.
"Está claro que esto solo se puede describir como un ataque terrorista. Por lo que sabemos parece que estaba bien planeado", dijo la primera ministra, y añadió que fue uno de los "días más oscuros" del país y el peor ataque contra musulmanes en un país occidental.
Los blancos de los atentados fueron la mezquita de Masjid al Noor, donde murieron 41 personas, y un templo más pequeño, Linwood Masjid, ubicado en un suburbio a cinco kilómetros del primero y donde fueron asesinados otros siete feligreses. Otra víctima falleció en el hospital donde fueron llevados cerca de 50 heridos de bala, 20 de ellos de gravedad.
El atentando suscitó una cascada de condenas en todo el mundo, desde el papa Francisco hasta la reina Isabel II, pasando por el presidente norteamericano, Donald Trump, y el líder turco Recep Tayyip Erdogan.
El asaltante difundió en directo en las redes sociales las imágenes de sus ataques, donde se lo ve disparar de víctima en víctima y rematar a los heridos que trataban de huir.
Antes de pasar a la acción, Tarrant, que se presentó como un blanco de clase obrera con pocos recursos, publicó en Twitter un manifiesto racista de 74 páginas titulado "El gran reemplazo". El nombre aludía a una teoría originada en Francia, y que gana terreno en círculos de ultraderecha, según la cual los "pueblos europeos" son "reemplazados" por poblaciones no europeas inmigrantes.
El documento detalla dos años de creciente fanatismo de Tarrant y afirma que los momentos claves de su radicalización fueron el fracaso de la ultraderechista Marine Le Pen, en las elecciones francesas de 2017, y la muerte de la pequeña Ebba Ãkerlund, de 11 años, en un atentado en Estocolmo.
Las cuentas en Twitter, Instagram y Facebook donde fue transmitido el video, las fotos y el manifiesto fueron desactivadas, mientras surgían críticas a lo que muchos entienden como la excesiva facilidad de adquirir armas legalmente en Nueva Zelanda.
Pese a la controversia por las armas, la tragedia dejó atónito a un país de cinco millones de habitantes con uno de los índices de criminalidad más baja del mundo. Las estimaciones más elevadas cifran en medio centenar el número de asesinatos anuales, la misma cantidad de muertos que dejó el ataque de Christchurch.
En las cercanías de las mezquitas, los testigos describieron cómo vieron caer a las víctimas. Un palestino que no quiso ser identificado dijo que vio cómo un hombre era abatido de un disparo en la cabeza. "Escuché tres disparos rápidos y después de diez segundos todo comenzó de nuevo. Debe haber sido un arma automática porque nadie puede apretar el gatillo tan rápidamente", afirmó. "La gente empezó a correr, algunas estaban cubiertas de sangre".
El video publicado en Facebook Live, realizado con una cámara colocada en el cuerpo del autor, muestra a un hombre blanco con pelo corto yendo en coche hasta la mezquita Masjid al Noor. Luego entra en el edificio y empieza a disparar, pasando de sala en sala.
Las imágenes son similares a las de los videojuegos del tipo "shooters", donde en la pantalla aparecen los cañones de las armas e innumerables víctimas cayendo.
Además del video, varias fotos fueron posteadas en las que se ven dos fusiles semiautomáticos cubiertos por nombres de figuras históricas y ultraderechistas, muchos de ellos partícipes en la muerte de musulmanes.
En el manifiesto, el asesino dice sobre los ataques que fue a Nueva Zelanda sólo para planearlos y cometerlos. Agregó que no era parte de ninguna organización, pero que había donado dinero e interactuado con numerosos grupos nacionalistas, aunque actuaba solo y no recibía órdenes de nadie.
Tarrant dijo además que sus blancos serían las mezquitas de Christchurch y del suburbio de Linwood y que atacaría otra mezquita en la ciudad de Ashburton si podía llegar allí.
Añadió que eligió Nueva Zelanda para mostrar que incluso las regiones más remotas del mundo no estaban exentas de "inmigración masiva", y se declaró admirador de Trump.
Aparte de sus ideales nacionalistas, el atacante se consideraba un ambientalista y fascista que cree que China es el país más alineado con sus valores políticos y sociales.
El equipo completo de criquet de Bangladesh, un deporte muy popular en Nueva Zelanda, se encontraba a punto de entrar en una de las mezquitas cuando empezó el ataque, pero ninguno de los jugadores, que tenían que enfrentarse a la selección local, resultó herido.
Agencias AFP, AP y ANSA
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