Tras la muerte de Víctor Manuel de Saboya, cómo sigue la guerra entre las dos ramas de los herederos al “trono ficticio” de Italia
La muerte del último heredero de la corona del país europeo, el 3 de febrero pasado, volvió a calentar las disputas familiares
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ROMA.- La muerte de Víctor Manuel de Saboya, el último heredero al trono de Italia, el 3 de febrero pasado, a punto de cumplir 87 años, ¿le puso fin a ese guerra que siempre hubo entre dos ramas de la antigua familia, en disputa por esa corona ficticia?
Es la gran pregunta que reina entre los expertos en realeza y entre ese pequeño porcentaje -entre el 4 y el 6%- de monárquicos nostálgicos que hay en Italia. En el funeral de Víctor Manuel -hijo del último monarca que tuvo Italia, el rey Humberto II, que debió irse del país en 1946 después del referéndum que abolió la monarquía-, en efecto hubo señales de pacificación.
En ese gris y lluvioso sábado 10 de febrero, el día del último adiós, que tuvo lugar en Turín, entre algunas cabezas coronadas y sólo unas 300 personas, todo el mundo notó la presencia de Aimone de Saboya-Aosta, es decir, del duque de Aosta, hijo de Amedeo, primo de Víctor Manuel, que durante décadas y hasta morir, en 2021, se proclamó el legítimo heredero de un trono inexistente.
Aimone, que es reconocido por una parte de los monárquicos italianos como el nuevo jefe de la Casa Saboya, en disputa con su primo Manuel Filiberto -hijo de Víctor Manuel-, durante la ceremonia fúnebre ayudó a su familiar a colocar sobre el féretro de su tío la bandera del Reino de Italia junto al estandarte de la familia Saboya. Un gesto que algunos interpretaron como el fin de las hostilidades entre las dos ramas de la familia que, sin embargo, siguen vigentes.
La batalla se remonta a 1971, cuando Víctor Manuel -que a los 9 años se vio obligado a dejar Roma junto a su madre, María José, después del referéndum que abolió la monarquía- decidió casarse con Marina Doria, su esposa de toda la vida.
Las nupcias del heredero al trono -que vivió en el exilio hasta marzo de 2003, cuando fue cancelada una cláusula constitucional que prohibía el regreso al país de los herederos varones de la excasa real- fueron primero en Las Vegas, por civil, y más tarde en una ceremonia religiosa en Teherán. El problema fue que Humberto II, el padre del novio, no asistió a ninguna de las dos funciones ni dio su consentimiento al enlace con Marina Doria, campeona del mundo de esquí acuático y burguesa de origen plebeyo.
Los Saboya-Aosta denunciaron entonces que se había roto una de las disposiciones básicas por las que se regía la casa real, que tenía que ver con el consentimiento del rey o jefe de la familia a los matrimonios de los herederos y, así, pasaron a considerarse los legítimos sucesores. Fiel reflejo de esta guerra todos recuerdan cuando en el casamiento del rey Felipe de España y Letizia, en mayo de 2004, Víctor Manuel de Saboya y Amedeo de Saboya-Aosta llegaron a las manos.
Veinte años más tarde, las cosas parecen más tranquilas entre sus dos hijos, los príncipes Manuel Filiberto (51) y Aimone (56), aunque todavía tampoco sellaron las paces.
“Pacificación”
“Yo espero que, sinceramente, se pueda llegar a una pacificación, que podamos llegar a un momento en el que podamos trabajar juntos. Yo a Aimone lo quiero mucho, como a su esposa y a sus hijos. Y es totalmente ridículo, hoy, llegar a hacer una guerra sobre algo que no existe más. Yo espero que, respetando los roles de cada uno, podamos trabajar juntos para el bien de Italia, eso sería lo justo”, dijo Manuel Filiberto que, en diálogo telefónico con LA NACION, revindicó ser ahora, tras la muerte de su padre, el legítimo nuevo jefe de los Saboya y Gran Maestre de los Órdenes Dinásticos de la Real Casa Saboya.
“En todas las casas reinantes, posibles e imaginables, el título hereditario de padre va al hijo”, destacó, al considerar “una cosa completamente inventada y totalmente inútil” la teoría esgrimida por los Saboya-Aosta por la cual ellos serían los titulares de la Casa Real. En este sentido, recordó que en una autobiografía del fallecido príncipe Amedeo, padre de Aimone, reconocía “que el jefe de la familia era Víctor Manuel y después de él estaba yo, Manuel Filiberto”, agregó.
“No sé qué le hizo cambiar de idea pero, de nuevo, para mí, como para la gran mayoría de los monárquicos italianos, nunca hubo ninguna cuestión ahí. Ahora, espero sinceramente que con Aimone logremos encontrar un acuerdo bueno y justo para poder trabajar por el bien de Italia juntos. Y en mí encontrará siempre los brazos abiertos”, señaló.
También definido “su alteza real”, duque de Saboya y príncipe de Venecia, Manuel Filiberto también aclaró a LA NACION que fue un malentendido que su hija mayor, Vittoria, que tiene apenas 20 años, iba a tomar las riendas de la familia y ser la nueva líder de los Saboya.
Recordó que su difunto padre hace dos años decidió abolir la ley sálica, es decir, la puso a ella (en línea sucesoria) después que a él, pero que eso no significó nada concreto. “Por eso ella empieza a informarse, a venir conmigo a algunas citas, pero por el momento quiero que mi hija, que estudia historia del arte y teatro, que tiene muchos amigos, pueda vivir como una chica de su edad, que pueda estar tranquilamente en París, que pueda tomar el metro, ir a los pubs con los amigos y, también, al mismo tiempo, pueda aprender lo que es la historia de su familia, lo que hacemos y demás. Hay un momento para todo”, explicó.
Manuel Filiberto, que está casado desde 2003 con la actriz francesa Clotilde Courau, con quien tiene otra hija más pequeña, Luisa, también confesó que su primogénita “detesta” haber sido apodada por algunos medios “princesa influencer”.
“¡Ella detesta esto! Ella odia todo lo que tiene que ver con los influencers… Sí, tiene followers en Instagram, pero no promueve nada ni influencia nada. Reitero, ella es una chica que tiene 20 años y estoy muy feliz de ella porque es bien educada, es gentil y será una óptima futura jefa de los Saboya”.
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