Groenlandia ve una chance de éxito económico en la vidriera que le dio Trump
COPENHAGUE.- Tras la insólita oferta de compra del presidente Donald Trump, las máximas autoridades de Groenlandia buscan capitalizar el renovado interés global por la isla ártica para estimular las inversiones y obtener beneficios económicos de la presencia militar norteamericana.
Ahora, los funcionarios y líderes empresarios de Groenlandia quieren que la inesperada publicidad que les regaló Trump se traduzca en las inversiones en rutas, aeropuertos, hotelería y minería que la isla -un territorio autónomo danés- necesita con urgencia.
"Cuando se estimulan las inversiones en lugares como Groenlandia, pueden ocurrir maravillas en sectores como la minería, el turismo y la infraestructura", dijo Vernen Hammeken, CEO de la Royal Arctic Line, la empresa naviera estatal de Groenlandia.
La semana pasada, Trump canceló su visita programada a Copenhague, donde debía reunirse con Kim Kielsen, premier de Groenlandia, después de que su idea de comprar la isla, donde viven apenas 56.000 personas, fuese rechazada.
Groenlandia es muy importante para las fuerzas armadas de Estados Unidos porque allí han instalado su Sistema de Alerta Temprana de Misiles Balísticos, que sirve de contrapeso frente al fortalecimiento comercial y militar de China y Rusia en el Ártico. Estados Unidos mantiene una base aérea en Thule, en el noroeste de la isla, por la que no paga cánones ni alquileres, según un tratado que firmó con Dinamarca en 1951.
Groenlandia siempre quiso recibir más a cambio del uso de esa base, y ese descontento se agudizó en 2014, cuando los militares norteamericanos cancelaron un contrato con Greenland Contractors, una empresa público-privada que se ocupó del mantenimiento de la base por más de 40 años.
En 2017, para mayor resentimiento de los políticos y habitantes de Groenlandia, el Departamento de Defensa de Estados Unidos eligió a una empresa norteamericana, en vez de a Royal Arctic Line, para hacer sus envíos de materiales y pertrechos a la isla. "Es de lo más natural que tratemos de aprovechar al máximo la presencia de Estados Unidos en Groenlandia, ya que la base de nuestra cooperación en temas de defensa está alojada en nuestro territorio", dijo esta semana en una entrevista la ministra de relaciones exteriores de la isla, Ane Lone Bagger.
El contrato de servicios con Greeenland Contractors para el mantenimiento de la base era por un valor aproximado de 89 millones de dólares al año y era una importante fuente de ingresos para la pequeña economía de la isla, que depende mayormente de la pesca y de los subsidios de Dinamarca. "Quienes prestan servicios para la base deberían ser, hasta el máximo posible, empresas y trabajadores de Groenlandia. Es de lo más natural que queramos obtener nuestra parte", señaló la ministra.
Como resultado de ese recrudecimiento de las tensiones, las reuniones anuales formales del así llamado Comité Conjunto, compuesto por funcionarios de Nuuk, Copenhague y Washington, están paralizadas desde 2014.
"Hace cinco años que estamos tratando de recuperar los contratos de la base de Thule, pero ya perdí las esperanzas", explicó Aaja Chemintz Larsen, legisladora del partido opositor Comunidad Inuit. "Y la actual política de ‘Estados Unidos primero’ no está ayudando para nada a mejorar las relaciones entre Groenlandia y Estados Unidos", agregó Larsen.
La Casa Blanca no quiso hacer comentarios al respecto, pero el Pentágono dijo que "priorizará las actividades en el Ártico que contribuyen a la defensa interior" y que contribuirán con el mantenimiento "del equilibrio de poder en Europa y el Indo-Pacífico".
El año pasado, el Departamento de Defensa de Estados Unidos aseguró que quería "impulsar fuertemente las potenciales inversiones estratégicas", entre ellas, en aeropuertos tanto militares como civiles en Groenlandia.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Dinamarca dice que está en tratativas con el gobierno de Washington para reanudar las reuniones del Comité Conjunto, y que trabajarán "para conseguir el máximo beneficio para Groenlandia".
Groenlandia es un territorio danés autónomo, pero es Dinamarca la que maneja las relaciones exteriores y la seguridad de la isla. A pesar de haber perdido su contrato con la base de Thule, la empresa naviera estatal Royal Arctic Line sigue navegando a los poblados vecinos.
"Es un poco raro que alguien use una parte de tu territorio sin contribuir a la infraestructura del país", manifestó Hammeken, CEO de la empresa, quien antes trabajó durante casi 30 años en la gigante naviera danesa Maersk.
Hammeken lamentó la pérdida del contrato y dijo que "es evidente el beneficio de combinar el abastecimiento de civiles y de militares, especialmente en zonas rurales de difícil acceso". A Hemmeken le gustaría ver más inversiones norteamericanas: Groenlandia no tiene rutas entre sus 17 localidades y su único aeropuerto comercial internacional.
"Ya hemos visto que cuando Estados Unidos demuestra interés en ciertas regiones del mundo, a continuación llegan las inversiones de las empresas privadas norteamericanas", indicó Hammeken.
Agencia Reuters
Traducción de Jaime Arrambide
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