Tras el shock, una idea extrema: cómo hacer para abortar el Brexit
WASHINGTON.-Desde que los británicos decidieron abandonar la Unión Europea (UE), el resultado del Brexit desató una conmoción tan profunda que ahora la opinión pública parece enfocarse en una opción extrema: cómo hacer para no aplicarlo.
El premier David Cameron dijo anteayer que el referéndum, en su opinión, era vinculante, y que el "proceso para implementar esa decisión de la mejor manera posible debe empezar ahora". Pero también señaló que dejaría ese proceso en manos de su sucesor, después de que se haga efectiva su renuncia, en octubre. Durante los cuatro meses que restan, Gran Bretaña podría decidir no avanzar, y así evitar las consecuencias con la UE.
Si el próximo premier pone en marcha el proceso de salida, Gran Bretaña tendrá entonces dos años para negociar los términos. Si bien las normas de la UE dicen que la pertenencia al bloque queda revocada automáticamente al cumplirse ese plazo, teóricamente Gran Bretaña podría usar ese tiempo para negociar un plan alternativo.
Hasta el reemplazo de Cameron y la caducidad automática de la membresía de la UE, Gran Bretaña tiene opciones para abortar el Brexit.
Aquí no pasó nada
Legalmente, el referéndum no es vinculante. El proceso de salida no empieza hasta que el primer ministro invoca oficialmente el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Así que, en teoría, quien suceda a Cameron podría hacerse el desentendido y no hacer nada. De hecho, Cameron ya demoró el asunto al negarse a invocar él mismo ese artículo. En cuanto a sus dos más probables sucesores en el Partido Conservador, Theresa May se opone al Brexit y Boris Johnson, principal impulsor de la salida, ya empezó a recular y dijo que "no hay ninguna necesidad de apurar los cambios".
La mayoría de los miembros del Parlamento se manifestaron en contra de dejar la UE, y podrían terminar consagrando a un premier que se niegue a invocar el artículo 50. Pero eso sería equivalente a pasar por encima de 17,4 millones de británicos que votaron por irse de la UE, un paso extremo en un país que se jacta de sus valores democráticos.
El veto escocés
La Cámara de los Lores advirtió en abril que una eventual decisión de abandonar la UE debería luego ser refrendada por los Parlamentos de Escocia, Irlanda del Norte y Gales.
Los galeses votaron mayoritariamente a favor del Brexit, y el Parlamento de Irlanda del Norte es manejado por un partido que también quiere abandonar la UE. Pero los escoceses votaron abrumadoramente en contra del Brexit, en consonancia con el gobernante Partido Nacional Escocés, que se comprometió a hacer lo que sea con tal de no salir de la UE.
Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia, dejó entrever que el Parlamento podría negarse a dar consentimiento, lo que desataría una crisis constitucional. Pero eso, a su vez, podría ser la oportunidad que necesitan los líderes nacionales que quieren evitar el Brexit: quien suceda a Cameron podría decir que intentó cumplir con la voluntad popular, pero que abandonar Europa sin la aprobación de Escocia es imposible.
Si el sucesor de Cameron planeara seguir adelante con el Brexit, el Parlamento británico podría revocar el poder de veto de Escocia. Sturgeon probablemente respondería con la propuesta de otro referéndum sobre la independencia, algo con lo que ya amenazó si Londres dejara la UE.
Repetición
En 1992, en un referéndum muy ajustado, los daneses decidieron no adherir a uno de los tratados fundacionales de la UE. Tras 11 meses de frenesí diplomático, Dinamarca celebró un segundo referéndum, en este caso con resultado afirmativo. Lo mismo pasó en 2001 y 2008 cuando los irlandeses rechazaron sendos tratados de la UE para luego aprobarlos en otros dos referéndums.
¿Los británicos también podrían recular? La petición para repetir la consulta ya reunió 3,8 millones de firmas. Pero no hay demasiadas razones para creer que si volviera a celebrarse arrojaría otro resultado.
Los líderes británicos podrían justificar un nuevo llamado a votar si obtuviesen concesiones especiales de parte de la UE, como permitir que el país ponga un tope a la inmigración. Johnson había dejado entrever que ésa podría ser su estrategia. Con un segundo referéndum, los políticos británicos podrían jactarse de haber cumplido con la voluntad de sus votantes de plantarse con firmeza frente a la UE, evitando al mismo tiempo la indignación de los populistas y la debacle económica de un Brexit. También está el riesgo de que los británicos rechacen una segunda votación.
Un Brexit nominal
Al país que decide irse, el artículo 50 le da dos años para negociar los términos de su futura relación con la UE. ¿Y si Gran Bretaña lograra una serie de acuerdos que preserve mayormente el statu quo, pero sin una membresía formal de la UE?
Ésta parece ser también una de las opciones que baraja Johnson, quien prometió que Gran Bretaña mantendría sus tratados de libre comercio y libre circulación con Europa.
La campaña pro Brexit enfatizó dos objetivos: reducir la inmigración y rescatar al país de la burocracia de Bruselas. Si bien un arreglo como el noruego podría, en teoría, limitar la inmigración, también podría agravar el sometimiento británico a los planificadores de políticas de la UE.
Un arreglo como ése también obligaría probablemente a Gran Bretaña a seguir pagando sus cuotas de membresía, un dinero que los impulsores del Brexit prometieron recuperar.
Traducción de Jaime Arrambide
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