Tras el escándalo de antisemitismo, se suman casos de plagio sobre la presidenta de Harvard
La universidad admitió varias irregularidades en la tesis de doctorado y otros artículos de Claudine Gay, que ya estaba bajo la lupa por su posición sobre la guerra en Medio Oriente
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NUEVA YORK.- En medio de dudas sobre posibles plagios en el trabajo académico de su presidenta, Claudine Gay, la Universidad de Harvard encontró dos casos adicionales de citas insuficientes, complicando la situación de la dirigente, bajo fuego por distintas acusaciones.
Las nuevas irregularidades se detectaron en la tesis doctoral de Gay de 1997, que se sumaron a una primera revisión donde se detectaron otros dos artículos firmados por la académica que requerían citas adicionales. “La presidenta Gay actualizará su tesis corrigiendo estos casos de citas inadecuadas”, dijo la universidad este miércoles sobre los hallazgos adicionales.
La noticia fue un hecho incómodo para la prestigiosa universidad, que en las últimas semanas trató de sofocar las dudas sobre el liderazgo de Gay.
Gay enfrentó una intensa presión de los donantes de Harvard y de la comunidad judía para que dimitiera después de su testimonio en una audiencia en el Congreso el 5 de diciembre, donde se negó a decir abiertamente que clamar por el genocidio de los judíos en el campus de Harvard era una violación al código de conducta de la institución.
Gay y los presidentes de la Universidad de Pensilvania y del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) fueron llamados a declarar en un momento en el que las protestas por la guerra entre Israel y Hamas agitan sus campus y los de otras universidades estadounidenses.
Gay se disculpó posteriormente por sus declaraciones en una entrevista con el Harvard Crimson, el diario de la universidad. La presidenta de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill, dimitió el 9 de diciembre.
Gay pareció sobrevivir a las preocupaciones sobre su respuesta al ataque del 7 de octubre contra Israel y a las acusaciones de antisemitismo en el campus, pero la semana pasada las críticas se trasladaron a su erudición.
Harvard dijo que la investigación sobre el trabajo de Gay no fue gestionada por la oficina de integridad de investigaciones de la Facultad de Artes y Ciencias. En su lugar, se nombró a un grupo de académicos externos para evitar la aparición de un conflicto de intereses, ya que el jefe de la oficina de integridad de la investigación depende en última instancia del presidente.
Las acusaciones de plagio contra Gay fueron impulsadas por los medios de comunicación conservadores, y el 10 de diciembre salieron a la luz pública cuando el activista Christopher Rufo publicó un artículo titulado “¿Es Claudine Gay una plagiaria?”, que ponía de relieve problemas con la tesis de doctorado de Gay. Otras acusaciones siguieron apareciendo en medios conservadores como The Washington Free Beacon y en las redes sociales.
La controversia que rodea a Gay plantea interrogantes sobre lo que significa para una universidad estadounidense de primer orden que su líder académica haya sido acusada de no cumplir las normas académicas.
Las acusaciones contra ella se encuentran en medio de una intensa batalla política. Pero también han llevado a algunos a preguntarse si Harvard está tratando a su líder con mayor laxitud que a sus estudiantes.
Falta de citas
En total, las alegaciones acusan a Gay, politóloga, de utilizar material de otras fuentes sin la debida atribución en su tesis y en aproximadamente la mitad de los 11 artículos de revistas que figuran en su currículum.
Los ejemplos van desde breves fragmentos de definiciones técnicas a párrafos que resumen las investigaciones de otros académicos, ligeramente parafraseados y, en algunos casos, sin citar directamente a los otros académicos.
A medida que aumentaban las acusaciones, profesores de Harvard y académicos de otros lugares ofrecían distintas evaluaciones de la gravedad: algunos veían un patrón preocupante y otros las calificaban de menores o las rechazaban como un golpe de efecto partidista.
Pero para algunos, la cuestión está clara: Gay cometió plagio y Harvard debería admitirlo.
Carol Swain, una politóloga que se retiró de la Universidad de Vanderbilt en 2017, dijo que estaba “lívida”, tanto por el uso que hizo la doctora Gay de su trabajo como por la defensa que hizo Harvard de ella. “También me preocupa que la Universidad de Harvard decida que puede redefinir lo que es plagio cuando le convenga”, dijo.
El consejo editorial del The Boston Globe, de tendencia izquierdista, también fue mordaz con la declaración inicial de Harvard sobre las acusaciones de plagio, que calificó de “confusa”. “Si Gay no violó ninguna norma de investigación, ¿por qué tendría que corregir nada?”, se preguntaba.
Definiciones
A primera vista, la definición de plagio de Harvard parece clara y exigente. “El plagio se define como el acto de presentar, intencionadamente o no, un trabajo escrito por otra persona”, dice un manual para estudiantes. Toda fuente, incluidos sitios web y documentos aparentemente sin autor, “debe citarse adecuadamente”.
El reglamento para profesores de la Facultad de Artes y Ciencias, a la que pertenece Gay, define el plagio de forma similar. Pero especifica que el plagio se eleva al nivel de “mala conducta investigadora”, que puede castigarse sólo si las infracciones se cometieron “intencionadamente, a sabiendas o por imprudencia”.
Jake Tapper's lead story tonight: "Is Harvard university really holding its president, Dr. Claudine Gay, to the same standards when it comes to plagiarism that it would for students committing the same offense?" pic.twitter.com/UVX1FvA9h0
— Christopher F. Rufo ⚔️ (@realchrisrufo) December 21, 2023
Harvard reiteró que su revisión del trabajo de Gay no encontró pruebas que cumplieran este requisito. Para algunos miembros del profesorado, y no sólo liberales, los detalles de las acusaciones y los procedimientos de Harvard eran menos importantes que el contexto de las acusaciones.
“Es parte de este ataque de extrema derecha contra las instituciones de élite”, dijo Charles Fried, profesor de la Facultad de Derecho de Harvard y ex fiscal general de la administración Reagan.
Pocos de los que consideraron que las acusaciones podían ser graves quisieron hablar en público. Pero algunos de los que dijeron que estaban preocupados también señalaron que los estudiantes a menudo eran castigados, a veces con dureza, por infracciones similares.
“Es preocupante ver que las normas que aplicamos a los estudiantes parecen diferir de las que aplicamos a los profesores”, dijo Theda Skocpol, profesora de Gobierno.
La forma en que Harvard evalúa y castiga el plagio -y si los profesores estrella salen bien parados en comparación con los estudiantes- es un tema de debate desde hace mucho tiempo.
En 2005, después de que dos destacados profesores de Derecho, Charles Ogletree y Laurence Tribe, fueran acusados públicamente de plagio, The Harvard Crimson publicó un editorial en el que denunciaba el “decepcionante doble rasero”, señalando que “los estudiantes a los que se sorprende plagiando son suspendidos habitualmente durante semestres o incluso años académicos enteros”.
En aquel momento, un colega jurista dijo a The New York Times que para los profesores cuyas infracciones se hacían públicas, la humillación era el verdadero costo: “El descubrimiento es el castigo”.
Jennifer Schuessler
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