Tras 12 años en el frente, a los soldados de EE.UU. les cuesta encontrar su lugar
Los cerca de dos millones de efectivos que combatieron desde el 11 de Septiembre en las distintas guerras tienen problemas para adaptarse a su nueva vida en los cuarteles
FORT DRUM, Nueva York.– El suboficial Perez Brown Jr. pasó tres años en el ejército y dos períodos de servicio en Afganistán, donde el día de su 23er cumpleaños, una bomba hizo volar uno de los vehículos de su convoy y su propio transporte estuvo a punto de pisar otra unos metros más adelante. "Esa segunda pudo haber sido la mía", dice Brown.
Ahora Brown está a salvo de vuelta en Estados Unidos, en la X División de Montaña de Fort Drum, donde salen a marchar por los gélidos bosques que rodean el lago Ontario. Ya no será enviado nuevamente a Afganistán, donde la presencia norteamericana está disminuyendo, así que Brown es parte de un ejército que ya no ejecuta planes de guerra, sólo se entrena para hacerlo.
Aunque está contento de estar de vuelta, Brown extraña la intensidad y el sentido que le dieron a su vida sus misiones de combate. Aquí en el norte del estado de Nueva York, dice que la vida es tranquila, pero un poco aburrida.
Doce años después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la mayoría de los 2 millones de hombres y mujeres norteamericanos que fueron a la guerra ya están de vuelta en casa, adaptándose a su nueva vida. Un poco más de la mitad sigue en el servicio activo, donde a muchos les está costando encontrar su lugar de cara a un futuro incierto.
Esa inquietud es un desafío especial para el ejército, que tras el ataque del 11 de Septiembre despachó 1,3 millones de soldados y creó la fuerza con más experiencia de combate en la historia del país. Pero ahora debe mantener la moral de los soldados que han regresado a sus bases y están llevando lo que los militares llaman vida de cuartel.
"Uno tiene que preguntarse si quiere ser un líder relegado a navegar por la burocracia de cuarteles, llenando solicitudes de municiones, coordinando entregas y actualizando inventarios", dijo el capitán Brandon Archuleta, veterano de Irak y Afganistán que volvió a la base aérea del ejército de Hunter, Georgia.
El teniente Andrew Mayville, que comandaba un pelotón de artillería de 20 soldados en Afganistán y está de vuelta en Fort Drum, extraña las urgencias de sus operativos, y por eso se ha postulado para ingresar en las fuerzas especiales, una rama del ejército que entrena a militares aliados en el extranjero y cuyos miembros son enviados a zonas de tensión. "Me siento como un jugador de fútbol que después de entrenarse durante años no quiere sentarse en la platea a ver el Mundial."
El general Ray Odierno, jefe del Estado Mayor del Ejército norteamericano, reconoció que el ejército y sus soldados estaban "en un importante punto de inflexión". Parte de la historia se entiende al observar las cifras: el ejército está reduciendo a 490.000 el número de sus tropas, del pico de 570.000 alcanzado tras el 11 de Septiembre, y funcionarios del Pentágono sugieren que los recortes tal vez achiquen la fuerza a unos 420.000 durante los próximos años.
Pero Odierno, que cumplió varios períodos en Irak, insiste en que el ejército no será confinado a la vida de cuarteles. Por el contrario, sus soldados tendrán "capacidad de respuesta global y participación regional" en ejercicios bélicos con potencias extranjeras y con despliegues en zonas de tensión.
El general de división Stephen J. Townsend, comandante de la X División de Montaña, está llevando adelante esa misión con sus soldados. "No vamos a quedarnos sentados en los cuarteles –dijo–. No era eso lo que el ejército hacía antes de las guerras. Éste era un lugar de entrenamiento. Nos desplegamos en todo el mundo con ese entrenamiento. Encontraremos el modo de volver a lo mismo."
En el ejército, el desafío de la transición hacia los tiempos de paz es vivido de manera diferente según el rango, ya que los comandantes dicen que suele ser mucho más difícil disciplinar a las tropas cuando están en casa. Aunque siempre hay un período de luna de miel cuando los soldados regresan con sus familias, las fricciones de la vida cotidiana empiezan a aparecer a los seis meses, y los altos mandos del ejército saben que deben prestar especial atención a los problemas que puedan surgir.
Intensificar el cronograma de entrenamiento puede ayudar. Hace unos meses, durante un ejercicio militar, más de un millar de paracaidistas de la 82a División Aerotransportada se lanzaron de noche desde las alturas sobre Fort Bragg. Su misión era evacuar civiles en riesgo ante una crisis política extranjera y ocupar un depósito de armas químicas en una caótica nación.
La 82a División volvió a casa después de años de despliegues en Irak y Afganistán, pero se sigue preparando para la guerra, aunque no para conflictos terrestres de gran escala. Como dijo Robert Gates en 2011, cuando era secretario de Defensa, "cualquier secretario de Defensa del futuro que aconseje a un presidente enviar otra vez grandes cantidades de tropas terrestres norteamericanas a Asia o el Medio Oriente debería ser examinado de la cabeza".
En cambio, los comandantes dicen que el futuro del ejército está en crear unidades más ágiles y rápidas, capaces de aliviar desastres, proteger embajadas, ocupar aeropuertos y desplegarse en emergencias de magnitud. "Nuestra reciente experiencia de combate no es necesariamente análoga a lo que tengamos que hacer en el futuro", dijo el general de división John Nicholson, comandante de la 82a División Aerotransportada. Su división fue designada Fuerza de Respuesta Global, lista para desplegar un batallón de 750 tropas en cualquier lugar del mundo en 18 horas y una brigada de 3500 efectivos en apenas dos días.
Para alcanzar ese nuevo objetivo, ya el año pasado Nicholson puso a sus paracaidistas en estado de "alerta de no aviso", para ensayar el salto de un cronograma diario ordinario a un despliegue rápido de combate.
Esos simulacros, dijo Nicholson, reflejan el cambio más significativo para los paracaidistas, para que la división vuelva a su rol histórico de fuerza de respuesta rápida. Y también sirven para mantener ocupados a los soldados impacientes que vivieron la guerra en Irak y Afganistán.
Traducción de Jaime Arrambide
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