Tras 10 años de pontificado de Francisco, los conservadores no encuentran una figura de consenso que reemplace a Benedicto
El papa emérito solía ser la cabeza del ala conservadora de la Iglesia y su posible sucesor en el puesto, el cardenal australiano George Pell, también falleció en enero de este año
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CIUDAD DEL VATICANO.- El 13 de marzo, el papa Francisco celebrará los 10 años de su pontificado habiendo sobrevivido a la oposición conservadora de la Iglesia, que no logró tumbarlo y que ahora se encuentra en la encrucijada de tener que encontrar un nuevo rumbo, tras la muerte de sus dos máximos exponentes.
La grieta entre conservadores y progresistas ha sido un tema recurrente en estos 10 años, desde que Francisco apareció por primera vez en el balcón de la Basílica de San Pedro vestido con una simple sotana blanca, dejando de lado los oropeles que fueron tradicionales durante siglos.
Los cardenales y arzobispos conservadores han acusado a Francisco de sembrar confusión, al flexibilizar la postura de la Iglesia en temas como la homosexualidad y el matrimonio después del divorcio, y a la vez enfocarse excesivamente en problemas sociales como el calentamiento global y la desigualdad económica.
Pero la realidad de los hechos dejó al movimiento conservador en estado de desorientación y a la deriva, según los expertos en asuntos vaticanos.
El papa Benedicto XVI, que abdicó en 2013 y se convirtió en abanderado de los conservadores que anhelan el retorno de una Iglesia más tradicionalista, falleció el 31 de diciembre a la edad de 95 años.
“El mundo conservador carece de una visión unificadora, que es lo que Benedicto les aportaba”, dice Sandro Magister, un veterano autor, periodista y bloguero conservador que ha sido muy crítico de Francisco.
“Benedicto no tiene un heredero natural”, dice Magister. “No hay nadie que pueda encarnar su legado de manera sustancial”.
Un alto funcionario vaticano, uno de los tres prelados más encumbrados, que pidió preservar su anonimato, dice que a muchos conservadores Benedicto les transmitía “una sensación de seguridad”, aunque era un rol que el difunto Papa no quería ocupar, según la versión oficial.
Los conservadores también lamentaron la repentina muerte del cardenal australiano George Pell, fallecido en enero a los 81 años, a quien muchos veían como el sucesor de Benedicto como jefe de la causa conservadora.
De hecho, el departamento de Pell —en el mismo edificio donde vivió Benedicto hasta convertirse papa, en 2005—, era un salón de reuniones de los clérigos conservadores.
“En los últimos años de su vida, Pell trabajó para construir una red de unidad, reuniéndose con conservadores y también con moderados, para reflexionar sobre los temas centrales de la Iglesia de cara a la elección del sucesor de Francisco”, comenta Magister.
En 2022, Pell escribió un memorando calificando el papado de Francisco como “una catástrofe”.
El alto funcionario del Vaticano dice que Pell “se relacionó y socializó con mucha gente, y así acumuló un poder formidable dentro del movimiento conservador. El hecho de que esa red colapsara de inmediato tras su muerte seguramente dejó desconcertados a muchos”.
Dos días después de la muerte de Pell, las librerías italianas comenzaron a vender el libro de memorias del secretario personal de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Gaenswein, donde hace críticas mordaces a otro ícono conservador, el cardenal guineano Robert Sarah, dejando expuestas más fisuras internas en la derecha eclesiástica.
Fractura
Desde entonces, la oposición conservadora a Francisco se ha fracturado aún más, dice Magister, en parte debido al auge del extremismo divisivo en las redes sociales católicas, que tiene amedrentados a algunos protagonistas que antes eran muy abiertos en sus críticas.
Y los años también pasan factura. Dos de los cuatro cardenales conservadores que se convirtieron en celebridades en los medios de comunicación de derecha en 2016, cuando lanzaron un ataque contra las enseñanzas de Francisco, ya han muerto. Y los otros dos se llamaron a silencio, tal vez por su avanzada edad o aquejados por la enfermedad.
Otra excelebridad de la derecha católica era el arzobispo Carlo Maria Viganò, el exembajador vaticano en Washington, que en 2018 se había convertido en un punto de referencia para muchos conservadores, cuando publicó una andanada de críticas exigiendo la renuncia de Francisco.
Muchos expartidarios de Viganò, incluidos algunos obispos de Estados Unidos, han tomado distancia del arzobispo ahora retirado debido a su adhesión a teorías conspirativas políticas y relacionadas con el Covid.
“Los conservadores se quedaron solos”, señala otro alto funcionario del Vaticano.
Si bien la mayoría de los progresistas dentro de la Iglesia han celebrado la llegada de Francisco, de 86 años, algunos lo acusan de excesiva timidez en sus medidas. En 2019, propuso la posibilidad de un sacerdocio de hombres casados, aunque limitado a áreas remotas en el Amazonas donde hay escasez de sacerdotes, pero tuvo que dar marcha atrás y retirar su iniciativa.
Ambos bandos parecen coincidir en una cosa: que al principio de su papado Francisco subestimó la persistencia de la crisis de abuso sexual en la Iglesia y confió demasiado en los obispos, particularmente en América Latina, que trataron de minimizar el escándalo. Señalan que Francisco tendría que haber actuado con mayor celeridad, para implementar salvaguardas y sanciones más estrictas.
Una encuesta entre mujeres católicas de 104 países realizada por la Universidad de Newcastle, Australia, y publicada por el Vaticano este miércoles, reveló que el 80% de las más de 17.000 encuestadas consideran que los líderes de la Iglesia no hacen lo suficiente para abordar el abuso sexual y su encubrimiento.
Mientras los conservadores buscan un nuevo abanderado que tenga consenso antes de la elección del próximo papa, Francisco sigue adelante con su visión de una Iglesia más inclusiva y progresista.
Alrededor del 64% de los cardenales que ha nombrado son menores de 80 años y serían elegibles como sucesores después de su muerte o su renuncia. La ley de la Iglesia pone un tope de 120 al número de cardenales electores, aunque por momentos los papas han excedido ese límite.
Si la salud lo acompaña, aunque sea unos años más, Francisco podrá nombrar más electores, lo que aumenta las chances de que su sucesor sea alguien que siga adelante con su visión.
Por Philip Pullella
Traducción de Jaime Arrambide
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