Transantiago: de revolución a pesadilla
SANTIAGO, Chile (De nuestro corresponsal).- Lo que debía ser un revolucionario nuevo sistema de transporte público en esta capital, con un mejor servicio y menor contaminación, se transformó en una pesadilla para millones de capitalinos y provocó la peor crisis política en el gobierno de Bachelet.
A 50 días de puesto en práctica, el Transantiago, ideado y trazado durante el gobierno de Ricardo Lagos, implicó ya la remoción del ministro de Transporte, Sergio Espejo, quien no vislumbró que requería profundos cambios y ajustes. Bachelet encargó al nuevo titular del área, René Cortázar, un nuevo paquete de medidas correctivas.
El plan implicaba reducir el vasto contingente de ómnibus amarillos que congestionaban las calles. Se redujeron los 9000 micros a 5100 autobuses, muchos de ellos enormes vehículos orugas o articulados. Al mismo tiempo, el metro (subte) pasaría a convertirse en el eje del plan al converger muchos de los autobuses a las estaciones de las cuatro líneas que cubren la ciudad. Los autobuses troncales serían los que cubrirían los trayectos más largos, apoyados por buses de apoyo de recorridos cortos. Al mismo tiempo se modificaron los recorridos y, aunque Bachelet dijo que "sería sano" caminar unas cuatro cuadras para tomar un transporte, para muchos santiaguinos la distancia fue mucho mayor. Y populosos sectores se quedaron sin ningún tipo de locomoción.
Los usuarios pueden usar varios transportes combinados sólo por el precio de uno, por lo que el valor del transporte público bajó. Pero las incomodidades sólo se han atenuado. Y el metro, en tanto, se convirtió en el mejor y más rápido medio. Pero de 1,6 millones de pasajeros diarios pasó a 2,3 millones, superando su capacidad.
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