Tragedia en Miami: se salvó del derrumbe por haberse ido de viaje y ahora lidia con la “culpa” de ser un sobreviviente
Jay Miller, un residente de la Champlain Towers South, se pregunta por qué él, de entre todas las personas que había en el edificio, decidió azarosamente irse de la ciudad antes de lo habitual
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MIAMI.- Jay Miller no esperaba encontrarse con Bonnie y David Epstein en Champlain Towers South a principios de este mes. Pasaron unos días antes de que Miller se fuera de Surfside, Florida, para su viaje anual a Filadelfia, y la pareja generalmente estaba de regreso en Nueva York para ese momento. “¿Siguen aquí?” Miller, de 75 años, recordó haberle preguntado a la pareja. “Siempre se fueron antes que yo”, agregó Miller en una entrevista con The Washington Post. “Nunca se quedaron más tiempo que yo”.
Bonnie explicó que retrasaron su viaje debido a la lesión en el brazo de David. Estaba haciendo fisioterapia en la zona y querían completar el tratamiento antes de irse. Aproximadamente una semana después, su edificio de departamentos se derrumbó, y Bonnie, de 56 años, y David Epstein, de 58, están entre las 150 personas que aún están desaparecidas.
Ahora, mientras Miller se sienta cómodamente en su casa en el área de Filadelfia, lidia con los dolores de la culpa del sobreviviente. Se pregunta cómo y por qué él, de entre todas las personas que había en el edificio, decidió azarosamente irse de la ciudad antes de lo habitual, mientras que sus amigos tomaron la decisión opuesta. “¿Por qué sucedió que no estaba en mi departamento?”, se pregunta Miller. “Ese era el lugar en el que normalmente hubiera estado. No estaba allí, tomé la decisión de irme”.
Miller se encuentra entre los más de 130 residentes estables de Champlain Towers. Algunos lograron escapar gracias a la suerte, una reacción rápida o algún peatón circunstancial que escuchó sus gritos de ayuda. Otros, como Miller, caen en la categoría de sobrevivientes que, por casualidad, tomaron decisiones simples que finalmente salvarían sus vidas.
Otro sobreviviente gracias a una decisión azarosa es Erick De Moura, de 40 años, que planeaba dejar la casa de su novia el miércoles por la noche pero ella lo convenció de que se quedara.
Miller, un académico jubilado, compró su condominio en el tercer piso hace poco más de tres años. Durante los últimos años, se fue de Florida a fines de junio y pasó una parte del verano en Filadelfia, donde todavía tiene una casa y donde todavía viven la mayoría de sus amigos. Esta vez, estaba planeando prepararse para vender su casa. Miller ajustó sus planes de viaje este año, dijo. Meses atrás, decidió que en lugar de ir en auto a fines de junio, reservaría un boleto de tren para mediados de mes. A medida que se acercaba la fecha de su partida, Miller dijo que repensó su decisión y evaluó cambiar sus planes para quedarse más tiempo. Pero finalmente cedió: pensó que la molestia de cambiar el ticket no valía la pena. Esa decisión le salvó la vida.
Miller se enteró del colapso del condominio el jueves por la mañana mientras revisaba las alertas de noticias en su teléfono. “El primer artículo era sobre el derrumbe de un edificio en Miami”, dijo. “Miro con más detalle y veo que está en Surfside y digo: ‘Oh, vaya. Vivo en Surfside’. Miro mejor y veo la calle 88 y pienso: “Eso está cerca de mi departamento. Me pregunto qué edificio podría ser. Y veo 8777 y digo: ‘ese es mi edificio’“.
Aproximadamente una hora después, Miller recibió un mensaje de texto de un vecino. “¿Dónde estás?” recordó el texto que decía. “Estoy en Filadelfia. ¿Qué está pasando?” Miller respondió. “Su departamento desapareció. No hay nada allí”, dijo el vecino. Fue solo entonces que la realidad de la catástrofe se hizo evidente.
A medida que avanzaba el día, comenzó a ver fotos de residentes desaparecidos, incluidos vecinos que viven a ambos lados de su unidad. Entonces Miller pensó en los Epstein. Les envió un mensaje de texto dos veces. No hubo respuesta. “Y en un momento, miré las redes sociales y vi su foto y un mensaje de que estaban desaparecidos”, recordó Miller.
También vio fotos de algunos vecinos con los que se unió durante sus vueltas diarias en la piscina del edificio. Muchas mañanas Miller charlaba con Marina Azen, de 77 años, y Graciela Cattarossi, de 48, sobre los últimos acontecimientos en el edificio. A medida que aumenta la cantidad de amigos desaparecidos y caras conocidas, se siente más abrumado, afirma Miller, y se “angustia” cuando piensa en la magnitud del colapso.
“Cuando uno pierde a un amigo, o alguien muere, es parte del ciclo normal de la vida”, dijo Miller. “Pero cuando uno piensa en toda esta gente, y ve que están muertos y que uno debería haber estado allí con ellos, y no lo está, eso es algo realmente impactante y uno piensas: ‘Normalmente yo debería haber estado allí’”.
Agregó que con cada artículo de noticias y transmisión de televisión sobre el colapso, se le hace un nudo en el estómago. “Muy rara vez me pasa algo así”, dice.
Miller decidió posponer sus planes de vender su casa en Filadelfia. Se quedará un tiempo y aprovechará el sistema de apoyo de los amigos que tiene cerca. Pero hay momentos en los que siente el impulso de regresar a Miami, para estar entre sus compañeros sobrevivientes. A pesar del trauma que le espera en el sitio de su departamento ahora derrumbado, Miller todavía sueña con mudarse allá luego de su jubilación.
“Pienso con frecuencia en la suerte que he tenido”, dijo Miller. “No sé si me va a hacer cambiar mi vida. Pero sé cómo murió la gente allí y creo que soy extraordinariamente afortunado de no estar allí”.
The Washington Post
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