Baby Shark: de canción infantil a instrumento de tortura en una cárcel de Oklahoma
Tres policías de una cárcel de Oklahoma irán a juicio por torturar a prisioneros pasándoles Baby Shark a todo volumen, una y otra vez, durante horas.
Ese método de tortura es conocido y autoinflingido por padres en todo el mundo que han sufrido en carne propia la pegadiza canción infantil Baby Shark, nacida en los 90s pero que saltó al estrellato en 2015 vía Pinkfong, una productora de contenidos surcoreana.
Los chicos adoran la canción, al punto que la transformaron en la segunda más escuchada en la historia de YouTube, y está a punto de destronar a Despacito, de Luis Fonsi.
Los pequeños se calman con la canción porque la conocen de memoria, como sucedió en el Líbano, donde un piquete le cantó la canción a un nene que estaba en un auto varado.
Los adultos soportan la canción, tararean la letra que relata las peripecias de una familia de tiburones, e intentan que se despegue de su cerebro, y eventualmente la sufren: esto es lo que entendieron Gregory Cornell Jr., Christian Charles Miles y Christopher Raymond Scott, que trabajaban en una cárcel de Oklahoma (EE.UU.).
Según reporta The Oklahoman han sido acusados de crueldad menor y conspiración, por llevar a al menos cuatro presos a una sala de visitas y dejarlos allí, solos, de pie, con las manos atadas, escuchando Baby Shark a todo volumen durante dos horas. Salvando las distancias, muchos padres y madres podrán entender el sufrimiento de los presos, una crueldad que a estos tres hombres les valdrá el paso por los tribunales estadounidenses.
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