Tormenta perfecta: las turbulencias que sacuden la economía china alarman al mundo
Al impacto en los mercados por la deuda del gigante inmobiliario Evergrande se sumó una severa crisis energética que amenaza las cadenas de suministro globales; crecen los desafíos para el régimen
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PEKÍN.- Los semáforos apagados llevaron el caos al tránsito en Shenyang; una veintena de trabajadores de una fundición quedaron intoxicados con monóxido de carbono tras el freno del sistema de ventilación; ciudadanos quedaron atrapados en ascensores y algunos comercios recurren a las velas o generadores de gasoil. La peor crisis energética que se recuerda en China deja escenas inéditas, aflige su economía y amenaza a las cadenas de suministro globales.
A eso se suman los enormes problemas financieros del gigante inmobiliario Evergrande. La firma, la más endeudada de su industria en todo el mundo, tiene cargas por 305.000 millones de dólares y atraviesa serias dificultades para hacerles frente. Entre temores por una posible quiebra que pueda arrastrar a su sector y dejar graves consecuencias en la economía del gigante asiático y de todo el mundo, su crisis impactó en los mercados globales.
Estos días confluye en China el pico de demanda energética, la escasez y carestía del carbón y la agenda ecológica. Esa “tormenta perfecta” explica que la cíclica escasez en China ya castigue a los particulares cuando antes solo afectaban a la industria o que 20 de las 31 provincias racionen el suministro. Las fábricas funcionan a pleno pulmón para satisfacer las necesidades globales luego de la pandemia, con crecimientos interanuales del 13%, y el carbón que alimenta la locomotora no sigue el ritmo. Su precio se ha disparado desde los 670 yuanes (104 dólares) por tonelada hasta los 1100 yuanes (170 dólares) desde enero y las energéticas, atadas por las políticas gubernamentales, no pueden repercutirlo al consumidor.
Su producción es ruinosa y muchas han cerrado o bajado el ritmo a la espera de tiempos mejores. Pekín se esfuerza en incrementar las importaciones de carbón térmico pero el contexto no ayuda: Rusia atiende el mercado europeo, las lluvias han recortado la producción indonesia, pasa también por dificultades Mongolia y la geopolítica ha arruinado el comercio con Australia.
El cuadro sería manejable sin los ambiciosos compromisos contra el calentamiento global. El presidente chino, Xi Jinping, anunció el año pasado ante la ONU que el régimen alcanzaría su pico de emisiones en 2030 y la neutralidad de carbono en 2060. El plan exige curar su vieja adicción al carbón y rebajar el consumo energético nacional, tanto en volumen como en intensidad. El carbón ha pasado de suponer el 70% al 57% del cóctel en una década, un logro importante para un país paquidérmico, pero el consumo continúa en máximos.
Los gobiernos provinciales ignoraron tozudamente las directrices en los últimos años y confiaban en que Pekín seguiría mirando a otro lado a cambio de un balance económico saludable. Pero dijo basta. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, el principal cuerpo de planificación, reveló el mes pasado que dos tercios de las provincias habían superado durante la primera mitad del año sus límites. Caló el mensaje y afloraron las restricciones radicales para cumplir con los objetivos anuales.
“La implementación este año es mucho más estricta y no hay margen para la negociación. Las autoridades locales esperaban que se relajaran las cuotas de consumo para estimular el crecimiento económico, pero el gobierno está determinado a lograr sus objetivos”, explicaba un experto anónimo esta semana en la prensa nacional.
“Recibimos una orden por WeChat [el WhatsApp en China] del gobierno local para bajar el consumo de los 8000 kilovatios por hora a solo 600. En la práctica supone detener la fábrica porque solo te permiten tener encendidos los ordenadores y las neveras pero no la maquinaria. Bajamos el consumo a 4000 kilovatios pensando que bastaría pero tres días después nos llamaron para amenazarnos con cerrar el suministro si no cumplíamos las órdenes”, revela por teléfono Javier Inaraja, responsable de compras de la multinacional Viscofan, líder global en envolturas de productos cárnicos. Sus dos fábricas en Suzhou, al sur de Shanghai, permanecieron inactivas durante seis días y se desbarató la materia prima.
“Supone el 20% de la producción mensual. Es un golpe muy duro pero no hemos perdido aún clientes. Si siguen los cortes de luz, la situación será gravísima. Intentamos negociar con las autoridades pero nos dijeron que las directrices llegaban de Pekín”, añade Inaraja.
Pérdidas
El cuadro es más dramático en sectores de alto consumo energético como el aluminio, el acero, el cemento o los fertilizantes. Los apagones han provocado cancelaciones de pedidos, pérdidas de clientes o despidos. La producción manufacturera cayó a sus mínimos desde el freno forzado por la pandemia; Goldman Sachs limó su pronóstico de crecimiento anual en China del 8,2% al 7,8%, y el mundo teme que los problemas de la fábrica global castiguen a las cadenas de suministro que ya sufrían las subidas de las materias primas y los retrasos del transporte marítimo.
La desaceleración llega en la época del año en que la industria china debería alcanzar su punta de producción para satisfacer la demanda mundial de ropa, juguetes y otros productos para Navidad.
A esos problemas se sumó el desafío de lograr que se desinfle la burbuja inmobiliaria sin que se pinche. Ese parece ser el objetivo del gobierno de Xi. Y uno de los primeros damnificados en este nuevo enfoque de Pekín es Evergrande. Las acciones de la empresa cayeron un 80% en lo que va de año coincidiendo con el endurecimiento normativo impuesto el año pasado por las autoridades chinas.
La inquietud subraya el rol capital de China en una economía globalizada. Su reciente y definitiva ilegalización de las criptomonedas luego de una larga cruzada provocó el derrumbe de su cotización. El gobierno de Xi la justificó por el desorbitado costo energético de su minado y su complicidad en un variado menú delincuencial. No es improbable que también influyera su celo por cualquier cuestión relacionada con su soberanía, también la monetaria, o la limpia de rivales a su inminente yuan digital.
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