Tokatlian: "Es difícil encontrar un presidente de EE.UU. que haya tratado con más desinterés y desánimo a América Latina que Donald Trump"
Con apenas algunas horas de diferencia, Donald Trump y Joe Biden visitaron a comienzos de esta semana Florida, un estado pendular que en 2016 le dio la victoria al magnate por apenas más de un punto. Al aterrizar en ese estado del sur del país, los candidatos no solo deben adaptarse a sus temperaturas elevadas; también a la diversidad de sus habitantes En un estado con un 26% de población latina, los candidatos incorporan en su mensaje referencias a los regímenes latinoamericanos que suelen generar resquemor en esos posibles votantes. Al protagonista habitual de Cuba en esos discursos, este año se sumó Venezuela.
"Joe Biden es una marioneta de los castro-chavistas", tuiteó Trump el pasado fin de semana y el lunes, en Sanford, advirtió que, de llegar a la Casa Blanca, su rival favorecería a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua. La semana pasada, en Miami, en otra visita al estado clave en el que según las últimas encuestas lleva una leve ventaja, Biden señaló:"Maduro, a quien conocí, es un dictador, lisa y llanamente". Es decir, pese a que Trump intenta vincular al candidato demócrata con la "izquierda radical", en rigor, ambos comparten la opinión sobre el gobierno bolivariano.
Joe Biden is a PUPPET of CASTRO-CHAVISTAS like Crazy Bernie, AOC and Castro-lover Karen Bass. Biden is supported by socialist Gustavo Petro, a major LOSER and former M-19 guerrilla leader. Biden is weak on socialism and will betray Colombia. I stand with you!&— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 10, 2020
Más allá de la diatriba al calor de la campaña, la región está lejos de ocupar un lugar relevante en la agenda de la Casa Blanca. "Yo diría que es difícil encontrar desde la Segunda Guerra Mundial un presidente que haya tratado con más desdén, desinterés y desánimo a América Latina que Trump", sentenció el vicerrector de la Universidad Torcuato di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, en diálogo con Potus 2020, el podcast de LA NACION sobre las elecciones en Estados Unidos; podés escuchar la entrevsita en este episodio:
En ese sentido, el doctor en Relaciones Internacionales relativizó el impacto que podría tener un cambio de gobierno en Estados Unidos en la región, incluida la Argentina, aun en medio de las negociaciones del país con el Fondo Monetario Internacional (FMI). "Yo no vería con Trump ni con Biden que ahora Washington quiera hacer algo de incidir sobre la negociación con el FMI adrede contra Argentina, no veo cuál sería el sentido estratégico de eso", dijo.
-Durante este tramo de la campaña, los candidatos incluyen referencias a la región en sus discursos. Pero al margen de esta situación, ¿qué lugar ocupa América Latina en la agenda de política exterior de Estados Unidos?
-Hay dos formas de ver el tema. El primero es la elección propiamente dicha. En ese sentido casi ningún tema, ni siquiera la relación con China, ha estado en el corazón del debate electoral entre Trump y Biden. En buena medida porque el supuesto debate presidencial sobre temas de política internacional no se va a realizar y también porque los asuntos económicos y aquellos vinculados a la pandemia han concentrado la mayor atención tanto del electorado como de los candidatos. En este contexto, América Latina es un no-tema formalmente desde el punto de vista electoral. Aunque sí es gravitante dependiendo de las dinámicas estaduales.
-El tema cobra relevancia en los estados donde buscan captar el voto latino...
-Claro, en ciertos estados el peso específico del voto hispano pasa a ser relevante y los candidatos invocan en esos espacios asuntos que tienen que ver con América Latina. Y en general cuando uno va a observar las referencias que tanto Trump o Biden han hecho sobre la región, yo diría que se han concentrado en la cuenca del Caribe: han hablado de Cuba, de Venezuela, de Colombia, de México y de Centroamérica. En general han sido temas que están vinculados a cuestiones de política que está implementando Trump -por ejemplo, el cercamiento, la presión, la búsqueda de derrocar al gobierno de Maduro por distintos medios, las sanciones sobre Cuba, el tema migratorio con Centroamérica, las diferencias con México...- Estos temas sí han aparecido y lo que queda claro es que en algunos hay concurrencia y en otros hay diferencias.
-¿Por ejemplo?
-Biden ha prometido un programa de cuatro años de cuatro mil millones de dólares para Centroamérica con gran dirección a reducir la migración a Estados Unidos, una estrategia muy distinta a la estrategia más sancionatoria, más punitiva que ha usado Trump. En el tema Cuba las diferencias son notables: Biden, que fue parte del gobierno de Obama y normalizador de esas relaciones, insiste en buscar otra vez un nuevo diálogo con la isla. Pero en el tema de Venezuela, cuando uno mira a Trump y a Biden, hablan básicamente de lo mismo. Ambos utilizan el término "Maduro dictador". ¿Qué es lo que Biden le critica a Trump? Que ha sido inefectivo en derrocar a Maduro, pero no en la política, en la estrategia más de diplomacia coercitiva. Y en el tema de Colombia, cada uno se disputa el alma de Colombia en el sentido de comprometerlo más en la lucha contra el narcotráfico, en tener políticas de erradicación forzada o química de los cultivos ilícitos, etcétera.
-Usted hace mención a las políticas de Trump hacia la región en momentos en que vemos también una creciente influencia de China. ¿Qué marcó la política de Trump hacia la región, sobre todo en Sudamérica, donde tiene un vínculo fuerte con Jair Bolsonaro, y qué podría ser distinto con Biden?
-Yo diría que es difícil encontrar desde la Segunda Guerra Mundial un presidente que haya tratado con más desdén, desinterés y desánimo a América Latina que Trump. Un ejemplo emblemático: salvo por la visita al G-20 de Buenos Aires, no ha visitado América Latina. No se ha interesado siquiera en un viaje a México o a Brasil, donde está Bolsonaro. No ha asistido a la Cumbre de las Américas de 2018 en Perú. Es un presidente que realmente ha ubicado en un lugar lejano a la región, y particularmente a Sudamérica, pero a su turno, en el último año y medio, ha mostrado una creciente preocupación respecto a la expansión y a la proyección de China, en especial en América del Sur. Y entonces vemos en ese sentido un interés más reciente. Pero ese interés más reciente si uno lo va a ver desde el mundo de los negocios es relativamente poco. Es decir, no ha impulsado al sector privado estadounidense a recuperar influencia o incrementar la inversión, porque su plan es America First, entonces quiere que esas inversiones sean en Estados Unidos, no en América del Sur, mientras que China ha sido efectiva desde el plano comercial y financiero.
-¿Qué instrumentos le quedaron a Trump para frenar a China en Sudamérica?
-Los instrumentos militares. Es decir, una creciente preponderancia del Comando Sur, un rol ascendente del Pentágono, una visión más competitiva y más pugnaz desde el punto de vista militar y estratégico con China. Pero en términos muy específicos y concretos, ha sido pobre el resultado porque Estados Unidos no ha incrementado su influencia relativa en América del Sur. Entonces no puede impedir, por ejemplo, que en este período se hayan firmado 17 memorandos de entendimiento entre China y países de Latinoamérica y el Caribe para ser parte de la iniciativa de la Franja y de la Ruta.
América del Sur ve que China viene con recursos, viene con inversiones, viene con comercio. ¿Y Estados Unidos qué ha ofrecido en contrapartida de esto? Muy poco. Mucha ideología, pero poca efectividad
-¿Por qué?
-Porque estos países ven que China viene con recursos, viene con inversiones, viene con comercio. ¿Y Estados Unidos qué ha ofrecido en contrapartida de esto? Muy poco. Mucha ideología, mucha retórica, muchos anuncios, muchas amenazas de sanciones, pero poca efectividad.
-Y pensando puntualmente en la Argentina, donde el tema de la deuda y las negociaciones con el FMI están muy presentes, ¿qué impacto puede tener la elección de Estados Unidos?
-Yo diría que si tomamos como antecedente lo que ha ocurrido con el cambio de gobierno en la Argentina y los temas que se han dado en la relación bilateral en realidad no ha habido fuentes de tensión notables entre los dos países. Esto es, creo que a esta altura, por ejemplo, Estados Unidos y la administración Trump muy específicamente, el presidente en particular y el Tesoro en especial, realmente no hicieron contra el acuerdo de los acreedores privados con la Argentina. No entorpecieron esa negociación, no la dificultaron, se mantuvieron con una posición con una posición bastante propia de dejar que el mercado y los acuerdos se vayan forjando y me parece que eso estuvo bien del lado de Estados Unidos y también del lado argentino. Yo no vería con Trump reelecto -muy difícil- o con Biden electo -más probable- que ahora Washington quiera hacer algo de incidir sobre la negociación con el FMI adrede contra Argentina, no veo cuál sería el sentido estratégico de eso, no entendería por qué quisiera dificultar una administración republicana o demócrata ese vínculo.
Con el tema Venezuela tampoco ha habido una situación de tirantez que haya modificado sensiblemente la relación entre la Argentina y Estados Unidos
-¿Y llevado a un tema como Venezuela?
-¿Ha habido distancias? Sí. ¿Ha habido confrontación? No. Washington ha aceptado un juego de Argentina que oscila entre ser todavía parte del Grupo de Lima y no firmar aquellas declaraciones que son reflejo de una diplomacia coercitiva sobre Venezuela, pero ha sido categórico en materia de Derechos Humanos en foros internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Ha aportado incorporándose al Grupo Internacional de Contacto de origen europeo en el cual también hay países latinoamericanos para pedir, exigir, demandar unas elecciones libres, limpias, transparentes en Venezuela. Entonces, tampoco allí ha habido una situación de tirantez que haya modificado sensiblemente la relación. Yo diría que para cada uno somos relativamente irrelevantes. Y ninguno de los dos quiere entrar en una relación de fricción. No lo necesita Argentina domésticamente y no lo procura Estados Unidos.
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