Todos los caminos apuntan a Rusia en la campaña de desinformación sobre la realeza británica
La publicación en varios medios rusos sobre la falsa muerte de Carlos III, que se propagó en las redes, generó reacciones diplomáticas y del Palacio de Buckingham
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PARÍS.– La familia real británica no tiene respiro. Después del escándalo de la foto retocada de la princesa Kate y sus hijos, ahora fue el rey Carlos III quien, blanco de una campaña de desinformación, fue declarado muerto el lunes por medios de comunicación rusos. Una fake news que se propagó como reguero de pólvora, lo que obligó al Palacio de Buckingham a desmentir.
El rumor se aceleró exponencialmente después de haber sido retomado por la aplicación Telegram usada por Vedomosti, uno de los periódicos económicos más respetados de Rusia. Allí se podía ver una foto de Carlos III en uniforme militar de ceremonia, acompañada de un breve epígrafe: “El rey Carlos III de Inglaterra murió”.
La falsa noticia se disparó a través de los sitios de internet rusos cercanos al poder, incluido Readovka, un canal de Telegram pro-Kremlin con más de 2.350.000 suscriptores. Estuvo presente en el sitio Mash; en la cuenta personal de Vladimir Soloviev, exopositor a Vladimir Putin convertido en principal propagandista del régimen, y en el sitio Sotavision. Readovka tenía además un documento, de origen desconocido, que publicó junto a la foto del monarca británico.
“El siguiente anuncio es realizado por las comunicaciones reales. El rey falleció inesperadamente ayer por la tarde”, decía el texto, fechado el 18 de marzo de 2024.
El modelo de falso comunicado, que llevaba el sello oficial de la residencia del rey y era una copia del anuncio que había hecho el Palacio de Buckingham cuando falleció la reina Isabel II, ganó de inmediato las redes sociales, donde, con el correr de las horas, se fueron agregando detalles. Por ejemplo, que todas las banderas de los edificios gubernamentales británicos habían sido puestas a media asta.
Sin embargo, varios indicios deberían haber alertado rápidamente sobre la credibilidad de ese comunicado: los contornos del mismo son borrosos, el formato del texto no corresponde al usado por Buckingham en sus comunicados oficiales y, sobre todo, la información no había sido retomada por ningún medio británico.
Pero antes de la difusión de ese comunicado, la fake news había aparecido en el canal “Open Ukraine”, desde donde fue lanzada hacia Europa occidental: “Es probable que el rey de Gran Bretaña haya muerto o casi”, decía la absurda información. La misma cadena, identificada como un canal de difusión de la desinformación rusa, confirmó poco después.
“La publicación permaneció poco visible antes de la difusión del comunicado. Pudimos hallar el rastro de su primera aparición en el canal Telegram de Oncle Slava”, relata un periodista del servicio de investigación de la cadena francesa TF1.
“Fue puesto en línea a las 12.47 [hora de Francia], unos 15 minutos antes de su difusión por los medios rusos”, precisa.
Seguida por medio millón de personas, esa cuenta fue administrada por Stalislav Andreev, propagandista antiucraniano, que falleció después. Desde entonces, es su hijo quien destila en el sitio su odio por Occidente. Lo hace mediante informaciones inventadas, rumores y especulaciones de todo tipo. Una actitud claramente asumida. Tanto que, hasta anoche, Oncle Slava no había modificado su publicación, ni aludido a un falso comunicado.
En este mundo de la inmediatez, la información falsa ya había dado la vuelta al mundo cuando, en X (ex Twitter), la embajada británica en Moscú publicó un mensaje: “Las informaciones sobre la muerte del rey Carlos II de Gran Bretaña son falsas”. Lo mismo hicieron las embajadas del Reino Unido en Ucrania, Azerbaiyán o Armenia: “Deseamos informar que la noticia sobre la muerte del rey Carlos III es falsa”. Y también reaccionó el Palacio de Buckingham: “El rey Carlos III sigue cumpliendo sus obligaciones oficiales y sus compromisos privados”, dijo el lacónico comunicado.
Recién entonces Mash corrigió su anuncio, al precisar que “la noticia había resultado falsa”, y agregar, sin embargo, que al monarca se le había diagnosticado un cáncer “hace unos meses”. En un extraordinario ejercicio de contorsión periodística, el sitio ruso Gazzeta.ru tuiteó: “El rey Carlos III de Gran Bretaña murió, según informó el Palacio de Buckingham. El monarca tenía 75 años y padecía de cáncer. Al mismo tiempo, nada ha sido escrito sobre la cuestión en los medios británicos. Es muy probable que la información sea falsa”.
Otro conocido editor ruso publicó un artículo que decía: “No puedo decir si es verdad o no. Tal vez el sitio del Palacio de Buckingham haya sido hackeado”.
Teorías conspirativas
Los expertos occidentales son formales: la falsa información sobre la muerte de Carlos III se originó en los sitios Telegram pro-rusos, antes de ser masivamente compartida por los medios de ese país. Y si bien la razón de la manipulación aún es un misterio, hay algunos motivos que la explicarían.
“Por ejemplo, la decidida condena del ministro de Relaciones Exteriores británico, David Cameron, a la reelección de Vladimir Putin, afirmando que esos comicios no fueron ni libres ni justos”, dice Marie Mendras, especialista de Rusia en Sciences Po.
Sin olvidar los rumores que circularon recientemente en torno de la familia real británica, concentrados sobre todo en la princesa de Gales. Los errores de comunicación de los Windsor se encadenaron, dejando a los medios británicos –y a los internautas del planeta– imaginar todos los escenarios posibles.
“El terreno era más que fértil para las fake news”, concluye Mendras.
Los artículos sobre la familia real británica alimentan en Rusia todas las teorías conspirativas. En Telegram, los internautas ponían ayer en duda la credibilidad del palacio de Buckingham, estimando que seguramente oculta la muerte del rey.
“Todos recordamos la historia del deceso de Isabel II, cuya muerte fue anunciada varios días después”, escribe el sitio Mash. Una reescritura total de la historia, que permite alimentar un relato prorruso que trata de desacreditar la voz oficial de los occidentales.ß
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