Todos contra Merkel por el proceso a un humorista que se burló de Erdogan
Se multiplican las críticas luego de que a pedido del presidente turco autorizara acciones legales contra un artista
BERLÍN.- El Reino Unido amenaza con abandonar la Unión Europea (UE), el drama de los refugiados estremece al continente cada día y las tendencias xenófobas se enquistan en Alemania, pero el mayor dolor de cabeza de la canciller Angela Merkel estos días proviene de algo mucho más sencillo: un poema.
El conocido humorista Jan Böhmermann leyó en la televisión pública alemana el texto formado por apenas 24 versos entre satíricos y abiertamente insultantes sobre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que respondió con la presentación de una demanda y pidiendo al gobierno de Merkel que autorice el procesamiento criminal del comediante.
La amenaza de una crisis diplomática puso a la canciller en una encrucijada entre la defensa de la libertad de expresión, por un lado, y la necesidad de mimar a un aliado clave para su estrategia de devolver refugiados a Turquía, por el otro. Optó por lo segundo: el viernes autorizó el inicio del proceso a Böhmermann que exigía Erdogan. Y la decisión trajo consecuencias.
"Merkel se somete al déspota turco Erdogan y sacrifica la libertad de prensa en Alemania", acusó Sahra Wagenknecht, líder del partido opositor La Izquierda. El diario conservador Die Welt vio a Berlín "arrastrándose" ante Ankara y una amplia mayoría de la población alemana rechazó la decisión de Merkel, según los sondeos.
Incluso varios ministros del gabinete consideraron "un error" ceder ante Erdogan, muy criticado por la situación de los derechos humanos en Turquía. La organización humanitaria Human Rights Watch, en tanto, advirtió que el gobierno alemán habrá "contribuido a la violación de la libertad de expresión" si Böhmermann es acusado y juzgado.
El caso dio la vuelta al mundo y llegó a Estados Unidos, donde el influyente The New York Times se preguntó "qué será lo próximo que exigirá Erdogan" tras el "rescate" pagado por Merkel, y el humorista John Oliver celebró que su país no tenga una ley como la alemana: "Yo estaría desde hace tiempo en una prisión de alta seguridad".
El incidente comenzó de un modo menos ruidoso cuando Turquía se quejó por una canción crítica con Erdogan emitida a fines de marzo en la televisión alemana. El tema pasó casi inadvertido hasta que Böhmermann reaccionó en su programa de la cadena pública ZDF, Neo Magazin Royale, al leer un nuevo poema titulado "Crítica injuriosa".
El comediante explicó que quería "aclararle" al líder turco la diferencia entre sátira e injuria, por lo que su texto resultaba deliberadamente difamatorio: entre rimas con clichés sobre los turcos, acusaba a Erdogan de consumir pornografía infantil o tener sexo con cabras, entre otras cosas. Con el tono satírico que lo hizo célebre, Böhmermann insistió en la emisión en que lo que leía estaba prohibido en Alemania.
Y así era: el comediante de 35 años violó un remoto apartado del código penal alemán que impide burlarse de jefes de Estado extranjeros y que requiere la aprobación del gobierno para ser aplicado. Merkel dio ese paso, aunque al mismo tiempo admitió que el artículo es anacrónico y anunció un proyecto de ley para eliminarlo.
Esa postura legalista -cumplir una norma existente pese a considerarla inapropiada- granjeó también apoyos a la canciller por parte de varios políticos y de medios como el semanario Der Spiegel, según el cual Merkel "dio a Turquía una lección en materia de Estado de Derecho".
El efecto de la "lección" está por verse: con la crisis aún abierta, un periodista de la televisión pública alemana que viajaba a Turquía para filmar un reportaje sobre refugiados fue interceptado el martes a su llegada a Estambul y devuelto a su país sin explicaciones.
La justicia será ahora la que defina si hay argumentos para acusar a Böhmermann y llegar a juicio. La ley alemana prevé hasta tres años de cárcel, pero los analistas coinciden en que en el peor de los casos sería condenado a pagar una multa.
Ante la presión creciente y la inmensa repercusión del caso, Böhmermann decidió dejar de emitir su programa por un mes.
"He resuelto tomarme una pequeña pausa para que la opinión pública e Internet puedan volver a concentrarse en lo importante, como la crisis de refugiados o los videos de gatos -ironizó al hacer el anuncio en su cuenta de Facebook-. Seguramente hay temas más trascendentes que la discusión sobre un poema leído en un programa satírico."
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