“Todavía no lo puedo creer”: en Manhattan, un dolor que vuelve a renacer 20 años después
Cientos de personas se acercaron a la Zona Cero en Nueva York para participar del homenaje a las víctimas de los atentados del 11-S
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NUEVA YORK.- Joe Walker mira hacia el nuevo World Trade Center sin moverse. Vestido de Estados Unidos, sus medias, bermuda, remera y su gorra están estampadas con la bandera norteamericana. “Nada cambia. Todavía no puedo creer lo que pasó, no puedo creer que pasaron veinte años”, dice. Cada 11 de septiembre vuelve al lugar que se desintegró con los peores ataques terroristas de la historia. Siempre va solo. Vivía a pocas cuadras, y logró salir ileso. “No pude volver a mi casa por seis semanas, estaba en la universidad. Pero volví, no iba a permitir que me sacaran, ni modo”, desafía.
Cientos de personas se acercaron a la Zona Cero en Manhattan para participar del homenaje a las víctimas de los atentados del 11-S, en una mañana que, varios recordaron, parecía calcada a la del día que quedó para siempre en la historia: un cielo sin nubes, y un ambiente fresco. El Memorial y el World Trade Center quedaron vallados y custodiados, pero, fuera de ese perímetro, Nueva York se movía con la misma soltura de cualquier otro día. Se veía, como cada año, bomberos vestidos con sus uniformes de gala, banderas, y se escuchaban gaitas.
“Es un día especial. El tiempo es exactamente igual al de esa jornada, un día espectacular, y de repente todo el mundo explotó”, recuerda Tom McNoble, 64 años, bombero retirado. Estaba en Brooklyn, y cruzó el puente para ir a sacar gente y apagar los incendios en las Torres Gemelas. “Todos los bomberos vinimos. No sabías quién estaba vivo o muerto. ¿Podés creer que pasaron 20 años? Ahora el mundo está dado vuelta. Trato de no pensar en eso. El sacrificio de tanta gente, tantos tipos. Cuando entraron al fuego, no sabían si iban a salir. Entraron igual. Ese es el sacrificio. Todos los que vamos al fuego no sabemos si vamos a salir”, rememora.
Evan Butler, 50 años, camina con una gorra que lo identifica como veterano del ejército. “Tormenta del Desierto”, dice, en referencia a la Guerra del Golfo de 1991. Después fue también a Irak y a Afganistán. Cree que valió la pena, y respalda la retirada final de Afganistán, aunque dice que fue “la peor de la historia”.
“Estados Unidos no debería haberse quedado. Existe esta cosa maravillosa llamada las Naciones Unidas. Para mi, este es un tema de las Naciones Unidas. Creo que debería ser un tema del mundo”, afirma.
El nuevo aniversario de los atentados le provoca sentimientos encontrados. Pasó mucho tiempo, y miles de soldados como él vivieron en carne propia la guerra contra el terrorismo.
“Quiero gritarle a la gente ‘¡despierten, va a pasar otra vez!’ Pero al mismo tiempo, sabés, es agradable ver a todos unidos, de distintos grupos, razas, religiones, sin gritarse. Es agradable, pacífico. Tiempo de poner las diferencias de lado. Veinte años después todavía tengo esa sensación desgarradora, hay mucha bronca. Pero lo bueno de haber estado en tres guerras es que siempre tratás de buscar las cosas positivas, aunque sean pequeñas. Y eso veo. En Nueva York, en cualquier día, la gente prefiere pasarte por encima antes que hablarte –cierra–, pero hoy todos parecen ser un poco más buenos.”
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