Todavía no juró, pero el caso Nóos ya es su primera crisis
Es la causa judicial por corrupción en la que están comprometidos su hermana y su cuñado
MADRID (De nuestro corresponsal).- Todavía no juró, pero Felipe de Borbón y Grecia ya se prepara para la primera crisis que le tocará enfrentar como rey de España.
Por coincidencia o planificación, la abdicación de su padre, Juan Carlos I, se anticipó al inminente fallo con el que el juez José Castro elevará a juicio el caso Nóos, la trama de corrupción que demolió en los últimos tres años el prestigio de la monarquía.
Castro tiene la intención declarada de cerrar la instrucción este mes. Se dilucidará entonces si procesa y manda al banquillo a la hija del rey saliente, la infanta Cristina, a quien indagó en febrero por evasión y lavado de dinero. Su esposo, Iñaki Urdangarin, será con toda certeza acusado de delitos sancionados con hasta 15 años de cárcel. "La abdicación no cambia en absoluto mis planes", respondió ayer Castro, al entrar a su juzgado en Palma de Mallorca.
Felipe se despegó desde un principio de su yerno y su hermana. En el Palacio de la Zarzuela le atribuyen a él haber sido quien forzó que el matrimonio Urdangarin-Borbón fuera excluido de la actividad oficial de la monarquía, en 2012, y quien a principios de este año ejerció más presión para que la infanta declarara ante el juez como una ciudadana común. En teoría, no hay diálogo entre ellos. Aun así, el impacto de un fallo adverso para Cristina expondrá al flamante rey a un delicado examen público.
En los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, suponen que su reacción ante la desgracia judicial en la familia marcará el rumbo del nuevo reinado. Dirigentes que tienen trato con él calculan que buscará diferenciarse con un claro posicionamiento público a favor de la "ejemplaridad y la transparencia" y con una toma de distancia de la estrategia defensiva de su hermana.
El caso Nóos precipitó el declive de Juan Carlos en gran medida porque los españoles intuyeron que primero había intentado facilitar los negocios de Urdangarin y después, con el escándalo al rojo vivo, había tejido una operación para salvar a su hija, con auxilio de la Abogacía del Estado, la Hacienda Pública y la Fiscalía Anticorrupción.
El recambio en el trono amortigua el temblor de una posible imputación a la infanta porque ella dejará de integrar oficialmente la familia real apenas asuma su hermano. Pero la sombra de Nóos acompañará un buen rato al heredero: el juicio ocupará varios meses, entre finales de este año y principios de 2015.
El escándalo se destapó a fines de 2011 cuando la Justicia descubrió que Urdangarin y su socio Diego Torres habían desviado a cuentas personales más de 6 millones de euros de contratos públicos. El Instituto Nóos -del que la infanta era directiva- había sido creado para organizar eventos benéficos de difusión del deporte, pero las ganancias iban a parar a sus bolsillos después de pasar por una red de empresas fantasma.
Una de ellas, Aizoon, metió de lleno a Cristina en la causa. Durante años, esa sociedad de la que era dueña a medias con su esposo sirvió -según el juez- como pantalla para blanquear el dinero desviado.
Entre las muchas incógnitas que quedan despejar después de la abdicación del rey es si la inminencia del fallo aceleró la decisión. Juan Carlos dijo en su despedida que había resuelto irse el 5 de enero, cuando cumplió 76 años y que esperó el momento indicado para comunicarlo. ¿Qué hubiera pasado si Castro se le adelantaba con el procesamiento de la infanta? A mediados de mayo, el juez había dicho que le quedaban "dos o tres semanas" para cerrar la instrucción.
En medios de Palma de Mallorca se deslizaba ayer que Castro "no entorpecerá" la proclamación de Felipe VI. Pero -en atención al carácter indómito del juez- nadie se atreve a descartar que vaya a firmar la resolución antes de la jura solemne, prevista para 18 de este mes.
La infanta espera su destino en Ginebra, donde reside desde el año pasado. Un canal de televisión la sorprendió ayer cuando salía de su casa. Le preguntaron si creía que el caso Nóos había influido en la decisión de su padre. "El rey está muy contento y muy satisfecho", dijo, mientras apuraba el paso. Eludió confirmar si está invitada a la proclamación de su hermano en Madrid.
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