George Floyd: las autoridades les apuntan a infiltrados blancos por alentar el caos
Funcionarios oficiales y organizadores de las protestas acusaron a los activistas y extremistas de exacerbar los desmanes mediante el bloqueo de calles, la destrucción de patrulleros y el vandalismo
WASHINGTON.- "¿Qué te dije?", gritó una voz mientras la cámara que registraba el caos desatado en el centro de Pittsburgh enfocaba a un hombre blanco, encapuchado de negro, que rompía las ventanillas de un patrullero.
"No son los negros", le gritó el testigo a la gente, antes de increpar al responsable directo: "¡Eh! ¿Qué estás haciendo?".
Lo que estaba haciendo, según las autoridades, es incitar a la violencia que el sábado arrasó en esa ciudad y decenas de otras a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos por la muerte de un hombre de color que ya había sido reducido por la policía.
La policía identificó a Brian Jordan Bartels, de 20 años, de Allison Park, Pennsylvania, como el que encendió la mecha de la escalada de violencia en Pittsburgh, uno de los muchos ejemplos de manifestaciones pacíficas contra la violencia policial que dieron pie para generar un pandemonio. Y si bien el corazón de esas manifestaciones era un reclamo real de justicia, también atrajeron a toda una variedad de personas con otros reclamos y agendas que cooptaron el momento, acelerando el estallido social de un país sumido en una pandemia que ha dejado a más de 40 millones de personas sin trabajo.
En los actos de violencia, vandalismo y saqueos que están ocurriendo en la mayoría de las ciudades estadounidenses, sobre todo en Minneapolis, donde la semana pasada una multitud incendió el edificio de la comisaría del tercer distrito y donde los vándalos destruyeron vidrieras y robaron productos de los negocios, participan personas de todas las razas.
También ha habido coaliciones multirraciales que marcharon pacíficamente. Pero en algunas ciudades los funcionarios locales advirtieron que los manifestantes negros hicieron esfuerzos por mantener la paz en las protestas, donde jóvenes blancos se unieron a la muchedumbre determinados, aparentemente, a sembrar el caos.
En una grabación que se viralizó por internet, un hombre identificado como Bartels, que enfrenta cargos por vandalismo y disturbios, llevaba un pañuelo con el símbolo del Frente de Liberación Animal, un movimiento de resistencia internacional sin liderazgo que defiende los derechos de los animales. En las imágenes, el hombre les levanta el dedo mayor a los manifestantes negros que le rogaban que se detuviera. Según una orden de captura a la que accedió The Washington Post, la policía encontró pintura en aerosol y armas de fuego en la casa de Bartels, en los suburbios de Pittsburgh.
Los intentos de contactar a Bartels fueron infructuosos.
Mientras las autoridades intensificaban sus esfuerzos para sofocar los levantamientos, los oficiales de policía, al igual que algunos funcionarios oficiales y organizadores de las protestas, acusaron a los activistas y extremistas blancos de exacerbar el caos bloqueando calles, destruyendo pertenencias policiales y arrojando ladrillos contra los negocios.
"Nos unimos como vecinos de Pittsburgh y defendimos el derecho a manifestar consagrado en la Primera Enmienda para decir que somos muchos", dijo durante el fin de semana ante los periodistas el alcalde demócrata Bill Peduto. "Y después la protesta fue cooptada".
Algunos funcionarios locales fueron todavía más directos. Tras revisar las imágenes de los hechos del fin de semana, Jenny Durkan, alcaldesa de Seattle, dijo temer que la comunidad negra terminara cargando con la culpa del caos provocado por otros.
"Es sorprendente la gran cantidad de jóvenes varones blancos involucrados en los incendios y los saqueos del fin de semana", dijo Durkan en una entrevista.
La violencia ya se había desatado en algunas de las primeras demostraciones de la semana pasada, cuando los manifestantes incendiaron negocios y una estación de policía en la ciudad de Minneapolis.
Escudos humanos
Pero de Baltimore a Sacramento, California, también fueron filmadas personas de color que protegían del vandalismo la fachada de los negocios y fungían de escudo humano frente a las barricadas de la policía para preservar el principio de no violencia, y así prevenir una contraofensiva de las fuerzas de la ley desproporcionada dirigida hacia ellos.
También surgieron videos de personas negras enfrentándose con manifestantes blancos que habían usurpado el lema "la vida de los negros importa", que dio luz al movimiento de reclamo de justicia social y responsabilidad policial, y que se encontraban realizando actos de vandalismo aparentemente al azar.
En uno de esos videos se escucha a una mujer de color increpando a los vándalos que pintaban con aerosol la vidriera de un Starbucks en Los Ángeles. "No hagan eso, que después nos culpan a los negros", les grita.
En East Liberty, un barrio de Pittsburgh en proceso de gentrificación, varios manifestantes de color distribuyeron botellas de agua entre la falange de la policía que vigilaba la manifestación del domingo frente a un local de los almacenes Target.
"Con todo lo que está pasando, queríamos hacer algo positivo", dijo Alexander Cash, de 23 años, que perdió su trabajo en un hotel de la cadena Residence Inn debido a la pandemia. "No importa si es un policía o 100 policías los que están acá: uno igual puede pararse pacíficamente frente a ellos".
Pero ese espíritu estaba siendo socavado por actos deliberadamente desestabilizadores, advierte Tim Stevens, un histórico activista de los derechos civiles en Pittsburgh.
"Hay muchos que no llevan la justicia social en el corazón, a los que no les importa nada la muerte de George Floyd, y solo buscan ocasiones para desestabilizar. ¿Cuántos de esos había en Pittsburgh el fin de semana?", se pregunta Stevens. "¿Cuántos de esos había sueltos por todo Estados Unidos?".
El lunes por la noche, una multitud de varios centenares de manifestantes se concentraron frente al Departamento de Policía de Austin, Texas. La marea humana fue creciendo hasta desbordar la explanada y ocupar la Interestatal 35, un límite interbarrial que divide racial y económicamente a la ciudad.
La multitud era una mezcla heterogénea de negros, blancos y latinos, pero los más enfervorizados eran definitivamente los jóvenes varones blancos. A medida que el gentío avanzó hacia el sur, esos jóvenes blancos realizaban pintadas sobre el asfalto de la autopista.
Más tarde esa misma noche, varios manifestantes blancos arrojaron botellas de plástico a la policía, generando rechazo y abucheos de parte los manifestantes negros.
"La policía les dispara con balas de goma a los negros", dice Maredith Drake, de 43 años, que brindó primeros auxilios a los manifestantes durante todo el fin de semana. "Deben saber que si le disparan a un negro nadie les va a pedir que rindan cuentas".
En el West Side de Chicago, una licorería fue saqueada durante horas, y luego incendiada la noche del domingo. El humo impedía respirar, dice Glenn Johnson, de 45 años, parado frente a su estudio de diseño gráfico en la vereda de enfrente, y agrega que los saqueadores estaban tan compenetrados que hasta se habían dividido tareas y operaban en grupos de tres. Johnson dice que la mayoría se desplazaban en autos sin patente.
"No los justifico, pero tampoco los condeno", dice Johnson. "Entiendo de dónde sale todo esto. Pero lo cierto es que se fue de las manos y nadie sabe dónde puede terminar todo esto".
The Washington Post
Traducción Jaime Arrambide
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