Una carta aumenta las intrigas en el sínodo
Revelan que 13 cardenales escribieron una misiva al Papa con varias críticas de fondo
ROMA.- Fiel reflejo del clima de batalla que reina en el sínodo de obispos sobre la familia, donde unos temen cambios de doctrina y otros apuntan a soluciones de misericordia para los heridos, salió ayer a la luz una carta que 13 cardenales conservadores le escribieron al Papa para manifestar su desacuerdo en varios temas.
Los purpurados critican la nueva metodología de la asamblea, que les da más importancia a las discusiones de los 270 padres sinodales en grupos lingüísticos (círculos menores); la composición de la comisión de diez personas para el informe final, y el documento de trabajo, el Instrumentum Laboris (IL). Además, no ocultan su temor a que pueda haber cambios ante el "problema teológico-doctrinal de la comunión para los divorciados vueltos a casar".
La carta fue publicada en el blog de Sandro Magister, vaticanista italiano muy crítico de Francisco, a quien la Santa Sede le retiró la acreditación.
El retiro de la acreditación de Magister ocurrió en junio pasado, luego de que el vaticanista difundió el texto de la encíclica Laudato Si’, pese a un embargo.
La epístola le fue entregada al Papa el lunes de la semana pasada, cuando comenzó el sínodo, por el cardenal australiano George Pell, a cargo de la Secretaría de Economía y miembro del G9 (el grupo de nueve cardenales consultores). Punta de lanza del sector conservador, en las intervenciones de ese mismo lunes a la tarde Pell también desafió públicamente a Francisco por los mismos temas.
Fue por eso que al día siguiente, el martes pasado, el Papa inesperadamente tomó la palabra en el aula sinodal para poner los puntos sobre las íes y explicar las reglas del sínodo. Dijo claramente que el IL era el documento de trabajo oficial y reafirmó que nadie, ni en el sínodo del año pasado ni en éste, estaba poniendo en duda la doctrina católica sobre el matrimonio.
En esa misma intervención, como trascendió un día más tarde, también pidió a los padres sinodales no caer en "teorías conspirativas".
Más allá de la ya conocida enorme división en dos temas –los divorciados vueltos a casar, que no pueden acceder a los sacramentos, y los homosexuales presentes en las familias del mundo de hoy–, la salida a la luz de la carta puso de manifiesto un clima de intrigas que los vaticanistas más veteranos cuentan que también existió durante el Concilio Vaticano II.
De hecho, en la conferencia de prensa cotidiana en el Vaticano, el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, advirtió ayer que había que tomar con pinzas la carta de los 13 cardenales.
"Lo que puedo comentar es que de las 13 personas firmatarias hay dos que dijeron explícitamente que no firmaron nada similar: el cardenal Scola [arzobispo de Milán] y el cardenal Vingt-Trois [arzobispo de París]. Así que tengan cuidado de lo que toman como bueno", advirtió.
Poco más tarde, también negaron haber firmado la carta-desafío al Papa el cardenal húngaro Peter Erdo, relator general del sínodo, y el italiano Mauro Piacenza, penitenciario mayor.
Según el blog de Magister, de los 13 cardenales "rebeldes", la mayoría son europeos: están los ya mencionados Erdo, Scola, Piacenza y Vingt-Trois; Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia; el holandés Willem J. Eijk, y el alemán Gerhard L. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Además, están el canadiense Thomas C. Collins, arzobispo de Toronto; Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, y el ya mencionado Pell. Hay dos africanos: Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica), y el guineano Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino. También hay un latinoamericano, el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas.
Más allá de los cuatro que ayer dijeron no haber firmado, LA NACION pudo saber de buenas fuentes del Vaticano que la carta es auténtica. Y pudo saber, también, que la lista verdadera de firmatarios incluye a los cardenales Daniel Di Nardo (vicepresidente de la conferencia episcopal de Estados Unidos), al kenyata John Njue, al italiano Elio Sgreccia y al mexicano Norberto Rivera Carrera, arzobispo de Ciudad de México. Estos cuatro nombres misteriosamente no aparecieron en el blog de Magister, pero si se ponen en lugar de los cuatro que desmintieron haber firmado (Scola, Ving-Trois, Piacenza y Erdo), suman el fatídico número 13.
En la epístola, los cardenales criticaron "secciones problemáticas" del IL, que para ellos "no puede servir de manera adecuada como texto guía o fundamento de un documento final".
"A un determinado número de padres les parece que la nueva metodología está configurada para facilitar unos resultados predeterminados sobre cuestiones importantes que son objeto de controversia", también denunciaron, acusando virtualmente al Papa de querer manipular la asamblea.
Finalmente, y como el tema "más urgente", indicaron que "varios padres han expresado su preocupación de que un sínodo planificado para afrontar una cuestión pastoral vital –reforzar la dignidad del matrimonio y la familia– pueda llegar a estar dominado por el problema teológico-doctrinal de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por civil".
"Si así fuera, esto inevitablemente levantaría cuestiones aún más fundamentales sobre cómo la Iglesia, en su camino, debería interpretar y aplicar la palabra de Dios, sus doctrinas y sus disciplinas a los cambios en la cultura", alertaron.
Respuesta
La respuesta del Papa a estas cuestiones llegó a la mañana siguiente. Después de que el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo, volvió a explicar el funcionamiento de la asamblea, el Papa dejó en claro que el documento de trabajo base era el IL, resultado del informe final del sínodo del año pasado y otras consultas, y destacó la importancia de los círculos menores.
Además, no sólo recordó que no se estaba poniendo en discusión la doctrina tradicional de la Iglesia Católica y pidió no reducir el sínodo a la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar, sino que también llamó –en algo que se supo al día siguiente– a no caer en "teorías conspirativas".
Ahora bien, la salida a la luz de la epístola, menos de una semana más tarde, dejó en claro que hubo quienes no escucharon. Y que los "complots" están a la orden del día, ya que publicar el contenido de esa carta es un claro ataque al Papa.
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