Tiananmen: el sobreviviente que aún defiende la causa del movimiento
Zhou Duo fue uno de los cuatro intelectuales que ayudaron a salvar a miles de personas en la masacre de 1989 en Pekín; todavía vive en China, más cauto sobre la vía hacia la democracia
PEKÍN.- Cerca del amanecer del 4 de junio de 1989, Zhou Duo avanzó hacia la hilera de soldados armados hasta los dientes. Miles de manifestantes se agolpaban en la Plaza de Tiananmen, en Pekín, aterrados ante la posibilidad de que las tropas los masacraran en el lugar más sagrado de la política china.
Los soldados ya habían disparado a mansalva sobre la multitud, ingresando por asalto a la plaza con la orden de despejarla antes del amanecer, y Zhou se acercó con la esperanza de negociar la salida de los manifestantes, muchos de ellos, estudiantes. Se tragó su miedo y le dijo a un oficial: "Ya corrió suficiente sangre, no hace falta más". La represión del Ejército chino dejó centenares de muertos.
Zhou era uno de los cuatro jóvenes intelectuales que ayudaron a salvar vidas negociando la evacuación de los manifestantes. Treinta años después, a los 72 años, es uno de los pocos actores destacados de la protesta que aún viven en China y que siguen defendiendo las aspiraciones de aquel movimiento de 1989, aunque lo atormenten las lecciones aprendidas de aquellos hechos.
Zhou suele evaluar las decisiones que tomó y que culminaron en la evacuación de la Plaza de Tiananmen. Su vida es vigilada de cerca por agentes de seguridad. Sobre quienes intentan mantener vivo el recuerdo de las protestas y la masacre rige una censura asfixiante, que también borró de internet en China prácticamente toda referencia a esos levantamientos. Y el país se volvió cada vez más autoritario bajo Xi Jinping, cuya administración tiene acorralados a defensores de los derechos humanos, activistas sindicales, estudiantes y a las minorías étnicas musulmanas.
"Me siento cada vez más aislado", dijo Zhou al ser entrevistado en Pekín por el 30º aniversario de la represión en Tiananmen. "A la mayoría de la gente no le importa el 4 de junio, y los jóvenes ni siquiera saben qué significa". Zhou cuenta su experiencia sentado en un café en el norte de Pekín, donde el resto de los clientes, con los ojos clavados en sus celulares, parecen ajenos a esa conversación sobre protestas y derramamiento de sangre.
La realidad cotidiana de Zhou es un crudo recordatorio del éxito que tuvo el Partido Comunista Chino (PCCh) para asociar el crecimiento económico con el autoritarismo durante las últimas tres décadas, ignorando soberanamente todo pedido de mayor libertad política.
En 1989, Zhou era uno de "los cuatro caballeros de Tiananmen", apodo del grupo que hizo huelga de hambre durante las manifestaciones y después ayudó a evacuar la plaza. Otro de ellos era Liu Xiaobo, el disidente que en 2010 ganó el Premio Nobel de la Paz mientras estaba en prisión por su militancia a favor de la democracia. Liu murió en prisión en 2017. Los otros eran Gao Xin, que emigró a Estados Unidos, y Hou Dejian, un músico nacido en Taiwan que abandonó la disidencia.
Después de la represión de 1989, Zhou pasó casi un año en la cárcel, pero después de su liberación siguió vigilado de cerca. Las manifestaciones en Tiananmen hicieron erupción en abril de 1989, cuando los estudiantes se reunieron para lamentar la muerte de Hu Yaobang, un líder reformista del PCCh. Ese homenaje fue creciendo hasta convertirse en un movimiento que en el transcurso de seis semanas fue juntando a cientos de miles de personas que confluyeron en la plaza para exigir mayores libertades políticas y el fin de la corrupción.
Zhou hizo de intermediario entre los líderes de la protesta y los funcionarios moderados del PCCh que trataban de coaccionar a los estudiantes para que desalojaran la plaza.
La noche del 3 de junio, el Ejército Popular de Liberación inundó la ciudad, y el rumor de una inminente carnicería masiva llegó a Tiananmen. Las tropas tenían la orden de recuperar la plaza en cuestión de horas. Zhou y sus amigos trataron de organizar la salida de los manifestantes que quedaban. Pero moverse de allí era peligroso, y algunos querían quedarse y pelear.
Zhou y Hou, el músico, abordaron a los soldados para negociar. Zhou les rogó que les dieran tiempo y habilitaran un corredor para la salida de los manifestantes. Uno de los oficiales aceptó. Cerca del amanecer, miles de estudiantes y vecinos dejaron la plaza en fila, algunos llorando, otros cantando o gritando eslóganes desafiantes.
Ya retirado, Zhou escribe ensayos sobre su pasado y sobre cuestiones actuales y da clases de música clásica, una de las pasiones de su vida. Sus memorias salieron a la venta esta semana en Hong Kong, donde fueron publicadas más allá del alcance de la censura china.
Con los años, Zhou se volvió más cauto sobre el camino a seguir para alcanzar la democracia en China. La clase media creció y muchos ricos viajan al extranjero, pero eso no inclinó el tablero contra la dirigencia, como muchos liberales esperaban que ocurriera. Según Zhou, las elites empresarias e intelectuales tienen demasiado que perder como para desafiar al partido.
"Con el poder de control y represión que tiene, en China no hay fuerzas internas capaces de poner en jaque al PCCh", dice Zhou. "Y ahora, con internet, la alta tecnología, los macrodatos, la inteligencia artificial y el reconocimiento facial, el futuro se parece mucho a 1984", señala, en referencia a la novela distópica de George Orwell sobre un Estado totalitario y omnipresente.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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