Era un juego que comenzó en 1993 con la publicación de un libro que tenía pistas que llevaron al hallazgo tres décadas después; el ganador se llevará un premio que equivale a US$165.000
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“Tras la pista de la lechuza de oro” es una búsqueda del tesoro. Pero no es una búsqueda cualquiera: comenzó en 1993 con la publicación de un libro con 11 acertijos prácticamente indescifrables para encontrar el tesoro y concluyó esta semana, más de tres décadas después, cuando alguien logró desenterrar en Francia una réplica de bronce de una pequeña lechuza en vuelo.
“Se está verificando una solución potencialmente ganadora”, decía un mensaje en la página oficial del juego el jueves a las 6.11 am.
Un segundo mensaje, publicado horas después, daba la orden: “No sigan excavando. Confirmamos que la réplica de la lechuza de oro fue desenterrada en el transcurso de la noche de ayer, y que simultáneamente se presentó una solución”.
Los mensajes -que causaron conmoción en las decenas de miles de personas que participaban en el juego- fueron publicados por Michel Becker, el artista que ilustró el libro original “Sur la Trace de la Chouette d’Or” y esculpió la pequeña estatuilla que resurgió de la tierra 31 años después.
Las reglas
Encontrar la lechuza no era una tarea fácil. Quienes participaban en el juego debían resolver 11 complicados acertijos (“No hay peor ciego que el que no quiere ver 1 = 530, 3 = 470...” dice uno. “Apertura. Mi primera, primera mitad de la mitad de la primera edad, precede a mi segunda y tercera, buscando su camino...”, comienza otro), que los conducirían a algún lugar de Francia donde hallarían la réplica.
Los acertijos están detallados en el primer libro, escrito por el creador del juego, Max Valentin (cuyo verdadero nombre es Régis Hauser), quien falleció en 2009, y dejó a Becker a cargo del pasatiempo.
Bajo las reglas del juego, quien encontrase la réplica sería recompensado con la lechuza original, hecha de oro, plata y piedras preciosas, cuyo valor hoy día, según un documental de Canal+ es de cerca de US$165.000.
El ganador tenía que demostrar también que llegó hasta el tesoro tras resolver los enigmas y no por otros medios.
Alegría y escepticismo
“No pensé que viviría para ver este día”, dice uno de los comentarios de un participante en el foro oficial del juego, tras enterarse de la noticia. “Es como el Covid. Fue muy bueno cuando se terminó”, agrega.
“Curiosamente, me siento aliviado. Ahora estoy desesperado por conocer las soluciones para ver si iba por el buen camino”, comenta otro usuario. “Finalmente liberado”, señala otro.
Sin embargo, algunos se mostraron escépticos, sugiriendo que el tesoro pudo haber sido encontrado con un detector de metales.
Saga legal
Tras la muerte de Valentin, la búsqueda estuvo envuelta en disputas legales durante varios años y no todos los participantes aceptaron de buena gana que Becker heredara el papel central. En un principio, el propio Becker desconocía la ubicación de la estatuilla enterrada, dado que esta información estaba en un sobre sellado en posesión de la familia de Valentin.
Pero una vez resueltas las dificultades legales, Becker leyó la solución y viajó al lugar para comprobar que la lechuza seguía allí.
En los últimos años, el artista dio a conocer más pistas, despertando el interés de una nueva generación de chouetteurs, como se conoce cariñosamente a los participantes del juego.
Hasta el momento, no se ha revelado quién descubrió la réplica, ni dónde estaba enterrada.
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