“Tengo muchas ganas de joderlos”: crece el revuelo en Francia por la ira de Macron contra los no vacunados
En pleno debate parlamentario sobre el pasaporte de vacunación y el pico de contagios, la frase del presidente generó una ola de críticas de los opositores
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PARÍS.– Si Emmanuel Macron quería hacerse escuchar, lo logró con toda seguridad. Y no solo por los franceses, sino por el mundo entero, después de asegurar en una entrevista querer “joder” a los no vacunados. Cuando faltan menos de 100 días para las elecciones presidenciales, sus propósitos provocaron un escándalo en la clase política y una nueva interrupción del debate sobre el pasaporte de vacunación en la Asamblea Nacional.
“Tengo muchas ganas de joderlos. De modo que continuaremos haciéndolo, hasta el final. Esa es la estrategia”, dijo el presidente en una entrevista publicada anteanoche en el sitio del popular diario Le Parisien.
Sus declaraciones, que causaron un terremoto entre sus opositores, dieron al mismo tiempo la imagen de un mandatario combativo, decidido a lanzarse en la batalla electoral, aun cuando todavía no haya confirmado su voluntad de presentarse para un segundo mandato.
La palabra exacta utilizada por Macron fue “emmerder”. Ese término, extremadamente difícil de traducir –aunque muy fácil de comprender– y que los franceses utilizan corrientemente, fue traducido para LA NACION por los servicios de la presidencia como “pudrir la vida” de alguien. Siendo un poco más vulgares, pero más explícitos, también puede traducirse como “joder” o “romper las p…”. En todo caso, los responsables de prensa del Elíseo se vieron acosados durante 24 horas por llamadas de editores de todas partes del mundo que no sabían exactamente qué escribir.
Durante esa entrevista, realizada en el Palacio del Elíseo en presencia de un grupo de lectores de Le Parisien y a una pregunta de uno de ellos sobre los no vacunados (5,1 millones de franceses), “que ocupan el 85% de los servicios de reanimación”, lo que provoca “la anulación del resto de las intervenciones quirúrgicas”, el mandatario respondió que ese comentario era “el mejor argumento” para la estrategia del gobierno. “Casi el 90% de los franceses adhirió a la vacunación. Los refractarios son solo una pequeña minoría”, agregó.
“¿Y cómo se la reduce? Perdón por decirlo así, pero jodiéndolos cada vez más. Yo no estoy a favor de joder a los franceses. Me quejo todo el día porque la administración les crea problemas. Pues, en este caso, tengo muchos deseos de joder a los no vacunados”, insistió.
Sus propósitos fueron calificados de “indignos” por toda la oposición, que, en plena campaña para las presidenciales de abril próximo, busca con ahínco –y sin mucho éxito– argumentos para acortar la ventaja que lleva el presidente en los sondeos (diez puntos más que la conservadora Valérie Pécresse, candidata de Los Republicanos).
En pleno examen del texto que debe transformar el actual pase sanitario en pasaporte de vacunación, las críticas de los diputados opositores fueron tan intensas que provocaron una segunda suspensión de sesión. El lunes, la oposición ya había conseguido una primera y sorprendente suspensión, sobre todo porque la mayoría de las formaciones están a favor del proyecto.
Pase sanitario
Pero los propósitos presidenciales bombardearon el inicio de apaciguamiento de anteayer en la Asamblea Nacional, después que los diputados llegaron a un acuerdo sobre la espinosa cuestión del pasaporte de vacunación para los menores, que pasó de 12 a 16 años para las salidas escolares y extraescolares, aunque no así para las actividades privadas, como, por ejemplo, ir a un restaurante. Un compromiso que fue votado casi por unanimidad (386 a favor y 2 en contra).
¿Acaso un presidente debería expresarse de ese modo? Esa es la pregunta que todos los franceses, comenzando por la clase política, se hacen desde hace 24 horas. La tradición establece que un presidente francés debe en toda ocasión unir a la sociedad, jamás dividirla.
“Nadie puede aprobar un discurso cuyo único objetivo es dividir a la nación”, declaró en la Asamblea Christian Jacob, presidente de Los Republicanos. Con otras palabras, los otros líderes dijeron lo mismo.
“Joder a los franceses, cualesquiera que sean, no puede entrar en las atribuciones de un jefe de Estado”, escribió el diario católico La Croix, considerando que, con su declaración, Macron “se tiró una bala en el pie”.
“Son declaraciones de cafetín o de candidato, no de presidente”, insiste el periódico.
Pero las palabras de Macron estuvieron perfectamente calculadas porque fueron, justamente, las de un candidato. Salvo excepción, ninguna entrevista presidencial se publica en Francia sin el imprimatur del Elíseo. Eso permite pensar que el “casi” candidato a la reelección habría escogido su estrategia: la división. Sabiendo que la mayoría de los no vacunados y los anti-vax pertenecen ideológicamente a la extrema derecha y la ultraizquierda, Macron estaría intentando fortalecer al 90% del país, que está a favor de su política sanitaria.
“El clivaje o división es válido en su calidad de candidato (no declarado). Como presidente, no es la palabra que corresponde ya que está respondiendo a las expectativas del 90% de franceses que se hicieron vacunar”, precisa, por su parte, Isabelle Veyrat-Masson, directora de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y especialista en comunicación política.
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