Temen que la variante de coronavirus que arrasa en Brasil haga estragos más allá de sus fronteras
El país se convirtió en un caldo de cultivo para que avance una variante más poderosa del virus y ahora expertos creen que puede ser una amenaza internacional
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RÍO DE JANEIRO.- La gente empieza a hacer fila antes del alba, y en pocas horas ya hay una hilera de autos de varios kilómetros que sale de la ciudad y se extiende por la ruta hasta las zonas rurales: son los miles de ancianos que albergan la esperanza de que finalmente sea su turno.
El alcalde de Duque de Caixas, un suburbio popular de Río de Janeiro, anunció la semana pasada que todos los mayores de 60 años eran elegibles para recibir la vacuna contra el coronavirus. El problema es que en la localidad hay más de 80.000 personas de esa franja etaria, y el municipio contaba con apenas 6100 dosis. Miles de personas se agolparon, esperaron durante horas y se expusieron al contagio, solo para volver a sus casas frustrados y sin vacunar: un fracaso sanitario más que se agrega a la tragedia de Brasil con la pandemia.
“Por culpa de esta masiva y criminal concentración de gente, no pude vacunar a mi madre”, se quejó furioso un usuario de Facebook. “Ya no sé qué hacer.”
En Brasil, que acumula más muertos por coronavirus que ningún otro país salvo Estados Unidos, ya nadie se pregunta cómo llegaron a esta situación. Bajo el caótico liderazgo del presidente Jair Bolsonaro, el país más grande de América Latina ya está sumido desde hace tiempo en el negacionismo, el descalabro, la apatía, el hedonismo y la charlatanería médica, y en el camino tuvo que enterrar a más de 265.000 personas.
La gran pregunta es si el fracaso de Brasil para controlar el virus no entraña una amenaza internacional que terminará dinamitando los avances contra el virus que con tanto esfuerzo y sacrificio conquistaron otros países.
“Si Brasil no se pone serio, seguirá afectando a toda la región, y más allá”, advirtió la semana pasada Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Esto no solo atañe a Brasil, sino a toda Latinoamérica y más allá.”
Brasil se convirtió en un hervidero de coronavirus y en caldo de cultivo de la temible variante P.1, detectada por primera vez en la selva amazónica y ya presente en más de 25 países, incluido Estados Unidos.
Más contagiosa y posiblemente capaz de reinfectar a los que ya cursaron Covid-19, la variante P.1 empezó arrasando la ciudad amazónica de Manaos, a principio de enero, y después fue barriendo hacia el sur. A fines de la semana pasada, el instituto de investigaciones Fiocruz anunció que las así llamadas “variantes de preocupación”, incluida la P.1, ya son predominantes en seis de los ocho estados brasileños analizados.
“Esa información es una bomba atómica”, dice Roberto Kraenkel, biólogo matemático del Observatorio Covid-19 en Brasil. “Me sorprenden los niveles encontrados, y los medios no terminan de entender la dimensión que tiene esto, y lo que significa.”
“Todas las variantes de preocupación son más contagiosas, y eso conlleva una fase de aceleración de la pandemia”, dice Kraenkel. “Es un desastre.”
Científicos de todo Brasil manifiestan un profundo pesimismo ante el sombrío panorama de las semanas por venir. La ocupación de las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) en la mayoría de los estados supera el 80%, y en algunos es mucho más alta y llega a la saturación. Hay pacientes transferidos de un estado a otro -a veces son traslados de miles de kilómetros-, una peregrinación en busca de recursos hospitalarios disponibles. Ante la falta de respiradores, las enfermeras tienen que bombear aire manualmente a los pulmones de los infectados. Los cementerios desbordan y en todo el país cada vez más gente muere en su casa, sin conseguir atención médica.
La situación es impredecible tanto para Brasil como para el resto del mudo. En su derrotero entre los humanos, los virus inevitablemente van mutando. La mayoría de esas modificaciones genéticas son insignificantes, y la pandemia de Covid-19, que infectó a más de 117 millones de personas en todo el mundo, ha producido innumerables variantes del coronavirus.
Pero los brotes descontrolados en comunidades donde la inmunidad va en aumento, dicen los científicos, pueden ser caldo de cultivo de variantes más peligrosas. No es casual que una de las variantes más virulentas haya aparecido en Manaos, una de las ciudades más golpeadas del mundo por la pandemia.
El virus quiere infectar, dice Denise Garrett, vicepresidenta de epidemiología aplicada del Instituto Sabin de Washington. A diferencia de las bacterias, los virus mutan para esquivar obstáculos y barreras a su propagación. Es lo que puede haber pasado con la variante P.1: las investigaciones preliminares basadas en modelos proyectivos y cultivos de células sugieren que la P.1 puede esquivar la inmunidad que hayan adquirido algunas personas recuperadas de una infección previa.
“Brasil me preocupa muchísimo”, dice Garrett. “Un país que no controla sus focos representa un riesgo para otros países, porque se convierte en caldo de cultivo y sitio de pruebas para las nuevas variantes.”
Siempre se supo que el control de la pandemia iba a ser difícil en Brasil, un país inmenso, diverso y muy desigual. Pero debido a ciertas ventajas estructurales -población joven, clima cálido, salud pública y programa de vacunación universales- había razones para creer que le iría mejor que a otros. No fue así, y la situación actual es peor que nunca, un acertijo de salud pública que según los analistas solo puede entenderse a través del prisma de la política.
Desde un principio, el presidente Bolsonaro se diferenció de prácticamente todos los demás líderes del mundo, minimizando la enfermedad y manifestando su aversión por las medidas básicas de protección y su desconfianza de las vacunas, y promocionando curas milagrosas.
“Las palabras de Bolsonaro son chocantes y anticientíficas”, dice Bernardo Mello Franco, columnista de O Globo. “Pero esas palabras tienen eco en un porcentaje significativo de la población brasileña y son un llamado a sabotear las medidas sanitarias, a desobedecerlas, y a catalogar de cobardes a quienes se quedan en sus casas.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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