Temen que Florence inunde con lluvia decenas de pueblos costeros
WASHINGTON.- Florence , el huracán que amenaza con poner de rodillas al sudeste de Estados Unidos , comenzó a dar ayer sus primeros latigazos de viento y lluvia sobre las costas de Carolina del Norte, un prólogo de un flagelo del que nadie puede vislumbrar con certeza aún cuánto daño provocará ni cuánto durará.
Las imágenes de las cámaras apostadas en la costa daban una idea del castigo al que se enfrentaban las ciudades y los pueblos desparramados a lo largo de cientos de kilómetros de costa, que se teme podrían llegar a quedar cubiertos por el agua debido a las graves inundaciones provocadas por lluvias torrenciales y prolongadas, y una subida "mortal" del océano, que podría superar los tres metros.
Algunas ciudades, como New Bern, donde viven 30.000 personas, ya habían comenzado a inundarse.
"Desde la perspectiva meteorológica, esta tormenta es una horrenda pesadilla", dijo el profesor de meteorología de la Universidad de Georgia Marshall Shepherd. "Nunca habíamos visto algo así", agregó.
La incertidumbre es parte de las amenazas que representa Florence para un gran número de personas, que ahora incluye el estado de Georgia. Entre más tiempo pase detenido, más lluvia arrojará.
El Centro Nacional de Huracanes indicó que habrá entre 500 y 750 milímetros de lluvia en Carolina del Norte, e incluso se alcanzarán en algunas zonas los 1000 milímetros. Y mientras pase más tiempo estacionado frente a la costa -una clara posibilidad-, más peligro generará la marejada ciclónica que lleve consigo. Algo similar ocurrió el año último con el huracán Harvey, que se estacionó y descargó una cantidad monumental de agua sobre Texas.
"En una tormenta estacionada, la mayor preocupación, como lo vimos con Harvey, es la enorme cantidad de lluvia", dijo Chris Landsea, jefe de meteorología y análisis tropical del Centro Nacional de Huracanes. "Sin duda es un desafío pronosticar los impactos precisos cuando no se sabrá sino hasta un día antes su trayectoria precisa", comentó.
Mientras los gobernadores y los alcaldes de los estados del sur bajo "estado de emergencia" ultimaban los preparativos, y el gobierno federal comenzaba a coordinar la respuesta para contener el desastre que, se cree, dejará la tormenta, el presidente Donald Trump mantenía viva la polémica por otro huracán: Maria, que destruyó Puerto Rico el último verano boreal.
El huracán provocó 2975 muertes, según un estudio de la Universidad George Washington encargado por el gobierno de Puerto Rico. Pero Trump puso en duda esa cifra, al afirmar que el cálculo fue una operación de los demócratas para hacerlo quedar mal, una teoría conspirativa que desató una nueva ola de repudio contra el presidente por parte de sus críticos.
"No murieron 3000 personas en los dos huracanes que azotaron Puerto Rico. Cuando salí de la isla, después de que la tormenta había golpeado, había entre 6 y 18 muertes. Con el paso del tiempo, no subió demasiado. Luego, mucho tiempo después, comenzaron a reportar números realmente grandes, como 3000", tuiteó Trump, que luego continuó: "...Esto fue hecho por los Demócratas con el fin de hacerme quedar tan mal como sea posible cuando estaba recaudando con éxito miles de millones de dólares para ayudar a reconstruir Puerto Rico. Si una persona murió por cualquier motivo, como la vejez, simplemente súmenla a la lista. Mala política. ¡Amo a Puerto Rico!", cerró el jefe de la Casa Blanca.
Como si Florence no fuera suficiente, otras tormentas nacidas en el trópico también representan una amenaza. La tormenta tropical Olivia tocó tierra en Hawai, mientras que Filipinas se prepara para el tifón Mangkhut. Además, la tormenta tropical Isaac se acerca a las Islas de Sotavento.
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