Tal Ben-Shahar: "En tiempos de crisis, primero debemos ayudarnos a nosotros mismos"
El filósofo y psicólogo israelí, reconvertido en consultor, tiene la esperanza de que la pospandemia traiga cambios para bien
"Mi esperanza es que aprendamos la lección y cambiemos para bien. Mi preocupación es que no sea así y volvamos a como éramos", dice el israelí Tal Ben-Shahar, el profesor que carga sobre sus hombros con un hito singular: dictó los dos cursos más populares en la historia de la Universidad de Harvard. Uno sobre felicidad; el otro, sobre liderazgo.
Filósofo y psicólogo, un día renunció al claustro y se dedicó tiempo completo a la consultoría. Recorre el mundo. Pero la pandemia trastocó su agenda. Lo cual le sirvió de recordatorio. "Me estoy dando cuenta cuánto más importante es lo esencial, lo básico. Ejercitarse siempre es importante, por ejemplo, pero ahora es todavía más importante", dice. "Lo mismo que expresar gratitud, escribir un diario o, en lo posible, pasar tiempo con los afectos".
Ben-Shahar es consciente de que sus postulados pueden sonar a libros de autoayuda o a "cosas que podría decirte tu abuela", admite, pero con una diferencia. Sus consejos, dice, "tienen sustento científico". Sean estudios sobre el impacto psicológico de los ataques terroristas de septiembre de 2001 o sobre los mejores métodos organizacionales en empresas, lo que puede mechar con alusiones a Shakespeare o Francis Bacon.
Así es como durante la conversación plantea: "Estamos en una situación difícil y la clave es sacar lo mejor de ella", para luego rechazar lo naíf. "Ver las cosas con otros ojos no implica que debas -o incluso puedas- celebrar que el virus está entre nosotros. Pero sí nos provee una opción sobre qué pensamos y, por consecuencia, qué sentimos y hacemos".
-En términos de comportamiento humano, ¿cuál es la principal enseñanza que extrajo hasta ahora de esta pandemia?
-Que las cosas no necesariamente pasan para mejor, pero podemos hacer lo mejor posible de las cosas que nos pasan.
-¿Y cómo cree que será el día que dejemos atrás este flagelo?
-Las redes sociales están inundadas de ideas importantes que han emergido de nuestro sufrimiento colectivo: apreciar la vida más que dar las cosas por seguro, cultivar experiencias valiosas más que acumular cosas, respetar a la madre Tierra y a sus habitantes, desacelerar y simplificar, mostrar amabilidad y compasión, y tanto más. Estas son ideas válidas, indudablemente. Pero ¿perdurarán? Investigaciones en psicología, como también experiencias previas, no pintan una imagen optimista. Justo después de los ataques del 11 de Septiembre, varios de mis colegas analizaron los cambios producidos en las conductas de las personas y no resultó una sorpresa que encontraran un incremento significativo en rasgos tales como empatía, generosidad, compasión y benevolencia. En especial entre aquellos que vivían en áreas directamente impactadas por los actos terroristas. Los neoyorquinos, usualmente conocidos por ser duros e insensibles, estaban muy distintos, más amables, más cordiales. Pero en cuestión de unos pocos meses, volvieron a la normalidad, y aquellos que eran amables antes de la tragedia lo fueron después, mientras que aquellos que eran crueles volvieron a su vieja forma de ser.
-¿Cree que cuando salgamos de esta tormenta planetaria tendremos un subidón de estrés, de infelicidad o de ansiedad esperándonos a la vuelta de la esquina?
-Mi esperanza es que aprendamos la lección y cambiemos para bien. Mi preocupación es que no sea así y volvamos a como éramos.
-¿Y hay algo que alimente la primera y más esperanzadora parte de su respuesta?
-Sí, que la gente está más unida y más agradecida. Estamos bajando un cambio y reflexionando sobre nuestro lugar en el mundo.
-Déjeme insistir, pero siendo más específico: ¿qué le diría a alguien que perdió a un ser amado o su trabajo o se fundió por el virus? ¿O qué les diría a los médicos, enfermeros y personal sanitario que están llegando al punto de agotamiento, de burn out?
-Lo primero que podemos y debemos hacer es darnos a nosotros mismos [remarca sus palabras] permiso para ser humanos, aceptar las emociones que sintamos, cualesquiera sean, sin importar cuán desagradables o indeseadas sean. En vez de negar o rechazar nuestros sentimientos, sean dolor, frustración, ansiedad o furia, es mejor dejar que sigan su curso natural. Insisto: darnos a nosotros mismos permiso para ser humanos significa expresar nuestras emociones más que reprimirlas, ya sea volcándolas en un diario personal o hablando con personas de confianza, o simplemente abriendo nuestras compuertas para llorar en vez de reprimir las lágrimas.
-En esa línea, millones en el mundo se encuentran confinados y lidian ahora con la ansiedad, el aburrimiento, el fastidio, la impotencia o la sensación de sentirse "encarcelados"...
-Estamos en una situación difícil y la clave es sacar lo mejor de ella, aun si es poco. ¿Cómo? Expresar gratitud puede ayudarnos en tiempos complejos. Un gran número de estudios psicológicos demuestran que cultivar nuestros músculos apreciativos nos hace más felices, así como también más saludables. Así que pasa dos minutos, cuando despiertes o justo antes de irte a dormir, y escribe aquellas cosas por las que estás agradecido. Y es importante tener presente que siempre, siempre, podemos encontrar algo de lo que podamos estar agradecidos, incluso en medio del sufrimiento. Sea que tu lista incluya cuestiones sacras o mundanas, eventos relevantes o interacciones menores, cosas novedosas o que se repiten en tu lista a diario, los beneficios derivados de esta práctica pueden ser sustanciales. Porque cuando apreciamos lo bueno, lo bueno se aprecia.
-Hasta cierto punto, tampoco...
-Cuando Hamlet se dirige a su amigo de la infancia, Rosenkrantz, destaca la importancia de ver todo con otros ojos: "No hay nada que sea bueno o malo, el pensar lo hace de un modo u otro". Aunque Shakespeare haya llevado esa idea demasiado lejos, hay mucho de verdad en que tenemos un amplio margen de control sobre cómo interpretamos -y por tanto, experimentamos- una situación. ¿Cuáles son las potenciales ventajas de la existencia del coronavirus? ¿Pasar más tiempo con los seres amados, quizás? ¿Apreciar más nuestra vida, en vez de dar por segura nuestra salud o nuestro statu quo en general? ¿Comer sano y ejercitarse para mejorar nuestro sistema inmunológico?
-Todo esto puede sonar un poco a libro de autoayuda...
-Ver las cosas con otros ojos no implica que debas -o incluso puedas- celebrar que el virus está entre nosotros. Pero sí nos provee una opción sobre qué pensamos y, por consecuencia, qué sentimos y hacemos. Las cosas no son necesariamente para mejor, pero podemos elegir sacar lo mejor de lo que nos pasa.
-Antes aludí a víctimas del coronavirus y al personal sanitario. Pasemos ahora a quienes ejercen roles de liderazgo. En uno de sus libros, La alegría del liderazgo, remarcó la necesidad de un nuevo modelo de liderazgo efectivo basado en el "florecimiento" personal. Pero ¿cómo lograr algo así en tiempos de pandemia y cuarentena?
-¿Qué tipo de liderazgo se necesita en tiempos difíciles? ¿Cómo pueden los jefes guiar mejor a los empleados a través del caos y la incertidumbre? En los 70, el experto organizacional Robert Greenleaf señaló que los líderes verdaderamente extraordinarios de la historia abrazaron los principios del liderazgo servicial. Moisés y Jesús se vieron a sí mismos como servidores no solo de Dios, sino de sus seguidores; miles de años después, Gandhi y Mandela siguieron las huellas de los grandes líderes religiosos. En los 90, en su primer discurso público tras 27 años en la cárcel. Mandela dijo a sus compatriotas: "Me paro aquí, ante ustedes, no como profeta, sino como un humilde servidor de ustedes, el pueblo". En las organizaciones, los líderes serviciales esencialmente invierten el típico cuadro organizacional.
-¿Hay algo que no le haya preguntado y quisiera remarcar?
-Sí, que las relaciones son potencialmente el predictor número uno de la salud mental y física. Francis Bacon remarcó hace 400 años que "la amistad duplica la alegría y reduce las penas a la mitad". Pasar tiempo de calidad con la gente que te importa y a la cual le importas siempre es importante y ahora es especialmente importante. Y aunque el señuelo de las pantallas con sus actualizaciones en tiempo real y otras sirenas virtuales puedan ser más fuertes que las personas reales, no pueden proveer los beneficios psicológicos y fisiológicos de una interacción cara a cara. Siempre que sea posible, desconectate de la tecnología para conectarte con las personas. Y si por alguna razón los encuentros reales no son posibles, entonces sí recurrir a los encuentros virtuales.
-¿Cuál fue el mejor consejo que jamás le dieron?
-Gandhi: "Sé el cambio que quieres ver en el mundo".
Liderazgo y deporte
- Nacido en Israel, en 1970, Tal Ben-Shahar se graduó en filosofía y psicología en la Universidad de Harvard, donde luego se doctoró con una tesis en comportamiento organizacional.
- Como profesor de Harvard, dictó dos de los cursos más populares en la historia de la universidad. Sus ejes fueron psicología positiva y liderazgo, sobre los que publicó libros.
- Eximio jugador de squash, ganó los campeonatos intercolegiales de Estados Unidos y nacional de Israel, pero no lo disfrutaba. Era, según sus palabras, "infelizmente exitoso", así que colgó la raqueta y se volcó a la natación y el yoga.
Tolstoi, fitzgerald y música clásica
-Dado que los argentinos están forzados a permanecer en sus casas, ¿qué libros, series de televisión, películas o música les sugiere para "aprovechar" la cuarentena?
-Una de las mejores formas de lidiar con el impacto depresivo y desmoralizante que tiene el bombardeo constante de malas noticias es distraerse. Eso no es sinónimo de negación. No estamos metiendo la cabeza en la arena cuando, de vez en cuando, pensamos en algo distinto que la amenaza del Covid-19. De hecho, pensar constantemente acerca del virus porque eso es lo que informa la prensa y es sobre lo que todos hablan es insalubre y no ayuda. En mi caso, en estos momentos estoy leyendo historias de [León] Tolstoi, [Francis Scott] Fitzgerald y otros. Y en el campo de psicología estoy releyendo Tú no eres tu cerebro, de Jeffrey Schwartz. A eso se suma que estoy escuchando mucha música clásica. Escuché a Clara Schumann y Antonin Dvorák esta semana. Y mi serie favorita es? The Big Bang Theory.
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