Taiwán, el cuarto tigre asiático: la isla que se reinventó y esconde secretos milenarios
TAIPEI. – Tener la mejor vista panorámica desde el imponente piso 89 de un rascacielos. Recorrer el Museo Nacional del Palacio y observar las joyas históricas -la mayoría invaluables- de las dinastías. Vibrar con el mercado nocturno, cantar karaoke, o degustar una comida tradicional de siete platos. Taiwán es pasado y futuro.
Las montañas atraviesan cada parte de esta isla que China dice que es suya, aunque tenga desde hace décadas su propio gobierno democrático, el más progresista de Asia. "Isla Hermosa" fue lo primero en lo que repararon los portugueses cuando la avistaron en el siglo XVI y la llamaron entonces Formosa. El nombre ha caído en desuso, pero al recordarlo un viejo comerciante sonríe orgulloso.
Es el país con la mayor densidad y número de altas montañas del planeta: hay 286 cumbres de más de 3000 metros en un territorio similar, en tamaño, a la provincia de Tucumán. No llama la atención entonces que el 55% de su superficie esté cubierta por bosques.
"Está todo cerca. Es fácil moverse", explica Yah Feng, de la de la Oficina Comercial y Cultural de Taipei, en Buenos Aires, antes de iniciar el viaje y entregar la visa necesaria para poder ingresar al país, que tiene un costo de US$50. Los 18.311 kilómetros que separan a Taiwán de la Argentina se traducen en un vuelo de 17 horas a Dubai, más otras ocho horas hasta arribar a destino. El trayecto es largo, pero el premio es mayor. Una nueva cultura y los secretos de un pueblo que combina aspectos de la historia milenaria de China, con la suya propia y la de Japón, esperan.
Malayos, españoles, chinos, holandeses, franceses, japoneses, y finalmente los chinos nacionalistas que se refugiaron en 1949 en Taiwán escapando de la derrota en la guerra civil entre los dos bandos de Mao Zedong y Chang Kai-shek, ocuparon esta isla de ubicación estratégica en el Mar de China. Su pasado, a la que se le suma su pujante desarrollo económico y tecnológico, hace del archipiélago un lugar único. Por caso, se encamina a ser la primera nación asiática en permitir la unión entre personas de igual sexo, una decisión que contrasta con la realidad de otros países de la región —como Indonesia— en donde las personas homosexuales son perseguidas y castigadas por sus preferencias sexuales.
Punto de partida
El punto de partida es Taipei. La capital tiene 2,67 millones de habitantes y fusiona tradición y modernidad. Sus calles angostas, el llamativo color de los carteles de las tiendas y las motos son algunas de las características que la distinguen. Es imposible imaginar Taiwán sin las, siempre presentes, scooters. Según el Directorio General de Presupuestos, Cuentas y Estadística, en la isla hay 13 millones, una media de 550 cada 1000 habitantes.
Cada dos esquinas hay asimismo, indefectiblemente, un quiosco 7 eleven, la cadena multinacional estadounidense, que parece ya parte del paisaje.
Si Francia tiene a su Torre Eiffel y Estados Unidos a la Estatua de la Libertad, la isla exhibe con orgullo al Taipei 101. La construcción realizada por el arquitecto Chu-Yuan Lee, que finalizó en 2003, demandó cinco años y tuvo el objetivo de crear un icono para una ciudad que era difícilmente identificable. En ese entonces era el edificio más alto del mundo-hoy ocupa el octavo lugar- con sus imponentes 508 metros de altura.
El megahall central con vigas y columnas de acero a la vista alberga lo que no podría faltar nunca en un lugar así, tal como sucede con Burj Khalifa en Dubai: un shopping con 160 tiendas de lujo y tecnología. Para poder apreciar la vista desde lo más alto hay que abonar un ticket que cuesta 19 dólares.
Al subir al ascensor las luces se oscurecen. De fondo suena la música de Vivaldi y el techo escenifica las estrellas. Vamos hacia al cielo en tiempo récord: 1,01 kilómetros por minuto. Los oídos se tapan. En 37,7 segundos se llega al piso 89 y la puerta se abre a un mirador de 360 grados con ventanales panorámicos. Las palabras sobran.
El rascacielos tiene 380 postes estabilizadores que se hunden 80 metros bajo los cimientos, y su estabilidad está garantizada por ocho colosales pilares de acero rellenados con hormigón. Además posee una gran bola dorada sostenida en el aire por cables de acero. Mide 5,5 metros de diámetro, pesa 360 toneladas y fue diseñada para soportar terremotos de hasta siete puntos en la escala Richter.
Otra de las atracciones obligadas de la ciudad es el Museo Nacional del Palacio, uno de los más famosos del mundo, que alberga nada menos que 697.490 piezas de arte, es decir, dos veces la colección del Louvre. Se necesitarían días enteros para recorrerlo en su totalidad. Por sus pasillos transcurren 5000 años de historia china, desde el período neolítico hasta la dinastía de los Qing. La mayoría son colecciones imperiales, legado de la retirada de Chiang Kai-shek quién en 1949, proveniente del continente chino, cruzó el estrecho y embarcó esta valiosa colección rumbo a Taiwán.
En tres pisos se exponen el arte de la caligrafía china, alfarería, marfil, figurillas, lacados, cuadros, antigüedades, estatuas, bronce, armas, calderos, jade, cerámicas, budas, tapices, bordados, libros extraños y otros documentos de valor.
La pieza de jadeíta tallada en forma de una col china, la jaspe (una forma de ágata) cuyos estratos son utilizados para recrear un parecido a un trozo de puerco cocinado en salsa de soya, el bote tallado en piedra de oliva, y la pintura de Guiseppe Castiglione Los Cien Caballos, son algunas de las obras cuyo precio es imposible de calcular.
A pocos metros de distancia, justo enfrente, se encuentra además el Museo Shung Ye de aborígenes de Formosa. Resulta especialmente llamativo por su forma trapezoidal de color gris, sus vidrios de colores y una piedra tótem central tallada con diseños indígenas.
Otro punto clave de la urbe capitalina es el monumento a Chiang Kai-shek, que está rodeado por un parque en el que se puede disfrutar de riachuelos con vistosos peces de colores, aves y silencio.
"Taipei es una de las ciudades más seguras del mundo. Tuve posibilidad de recorrerla y maravillarme con una joya arquitectónica como Taipei 101 y también de apreciar obras monumentales como el Conmemorativo Nacional de Chiang Kai-shekel, el cual me deslumbró tanto de día como de noche", señala Lorena Amarante, que realizó allí un Workshop de E-commerce, en 2017.
Los mercados nocturnos son otro de los puntos de atracción. Allí se puede probar los platos típicos del país, como filetes de pollo empanado, tortillas de ostras, tofu apestoso, o baozi. O simplemente comprar regalos.
Tecnología y energía
"La innovación, la inteligencia artificial, la biomedicina, la industria militar, la nanotecnología son los puntos fuertes que Taiwán exhibe como carta de presentación", señala Yung-chiang Chi, del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El país se convirtió en uno de los cuatro dragones asiáticos por su apuesta por la tecnología. Producir computadores y chips en forma masiva lo llevó pronto a ser considerado el Sillicon Valley asiático. Los números asombran: en la isla se producen nueve de cada diez notebooks que se consumen en el mundo, unas 440.000 al día.
Además, de acuerdo a DigiTimes Research, web taiwanesa que estudia los vaivenes del mercado tecnológico, acumula cerca del 60% de la producción de tablets (270.000 cada 24 horas), se funden el 60% de los semiconductores del mundo, se manufacturan el 60% de las placas bases (la plancha donde se conectan los componentes de la computadora) y se aproximan el 20% de la cuota mundial de teléfonos móviles (cerca de un millón de terminales al día).
Aunque la electrónica se puede comprar en casi cada esquina, hay un lugar que despierta el interés de los más fanáticos: Guang Hua Digital Plaza. Se trata de un edificio de seis plazas, situado en el cruce de Civic Boulevard (Shimin Blvd.) con Xinsheng North Road, que está repleto de comercios que venden lo último en computadoras, cámaras, videojuegos, y todo de tipo de gadgets y accesorios. Se pueden pasar horas recorriéndolo sin darse cuenta.
El país experimenta también con los primeros colectivos sin conductor. Subirse a un EZ10 es casi una experiencia futurista. Pueden alcanzar los 40 kilómetros por hora y tienen una autonomía de 14 horas, explica Emma Tung, director de 7Starlake la empresa que lo desarrolla junto a Easymile.
El vehículo puede reconocer entornos mediante una variedad de técnicas como rades, GPS, y visión artificial. La computadora, que se denomina "cerebro" permite identificar rutas de navegación adecuadas, así como obstáculos y señalización relevante, a través de conexión de diversos subsistemas que incluyen sensores, posicionamiento, navegación, locomoción, control de movimiento, energía y comunicación. Las pruebas fueron exitosas y esperan poder ponerlos en funcionamiento y circulación este año.
Por ser vulnerable al cambio climático y el aumento en el nivel del mar, Taiwán investiga e invierte en energías renovables con el objetivo de alcanzar la independencia energética. La contaminación por combustión es el principal problema. El 98% de la energía que consume es importada de otros países, pero producida por petróleo. "En el año 2025 se debe alcanzar la independencia total de combustibles fósiles", señala Lee Ying-Yuan, ministro de la Administración de Protección Ambiental. Para ello están desarrollando 23 proyectos, el 20% está destinado a sustituir fuentes de energía, el 30% a medidas efectivas de reducción y el 50% por sustitución con gases naturales calóricos con menos emisión.
Economía y relaciones comerciales
Con una población de 23 millones de habitantes, el desarrollo económico de Taiwán es envidiable. Es el 19° país con mayor PBI per cápita del mundo (52.304 dólares), según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tiene una inflación del 1,5%, la pobreza es del 2% y posee un desempleo del 4%. La oferta y producción de servicios componen el 73% de su economía.
Durante la última mitad del siglo XX el país vivió una rápida industrialización que le permitió tener un rápido crecimiento económico. Junto a Singapur, Corea del Sur y Hong Kong, es uno de los denominados "cuatro tigres asiáticos". Desde 1992, el PBI de la isla crece a un ritmo medio del 4,5%, lo que lo llevó a convertirse en el 28 país más rico a nivel mundial y el 6º en Asia.
La apuesta se refleja en sus números. Según datos del Taiwan Statistical Data Book, en 1952, los productos agrícolas y los productos agrícolas procesados juntos constituían el 91,9% del valor total de sus exportaciones. En 1970, la participación combinada de estos dos grupos había caído el 21,4% y en 1980 era de sólo 9,2%. A la inversa, la participación de los productos industriales en las exportaciones subió abruptamente del 8,1% en 1952 al 78,6% en 1970 y al 90,8% en 1980.
El comercio entre la Argentina y Taiwán es casi inexistente. La balanza comercial es de apenas US$ 460 millones de los cuales US$ 154 millones son exportaciones de nuestro país a Taipei y el resto es lo que se importa de allí en materia de electrónicos, software y productos de alta tecnología. La explicación es sencilla: el Gobierno prefiere mantener relaciones comerciales mínimas, por miedo a represalias de China, uno de los mayores socios comerciales.
En la actualidad solo 17 países reconocen diplomáticamente a Taiwán: nueve del continente americano (Paraguay, Honduras, Belice, Guatemala, Haití, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas); uno del africano (Suazilandia); uno del europeo (Ciudad del Vaticano); y seis de Oceanía (Tuvalu, Palaos, Nauru, Kiribati, Islas Salomón e Islas Marshall).
Hualien City
A menos de dos horas de distancia de Taipei se halla la silenciosa ciudad de Hualien. A pesar de tener una amplia superficie en comparación con otras localidades de Taiwán, tiene una de las poblaciones más bajas del país por su terreno montañoso. Sus paisajes y el olor a tierra mojada producen inmediatamente una sensación de calma, como si el tiempo se detuviese.
Esa sensación se acrecienta aún más al adentrarse en el instituto de Budismo Humanitario de Fo Guang Shan, en Yilan. Creado por el venerable maestro Hsing Yun busca extender la enseñanza de esta doctrina filosófica, religiosa y espiritual. Una monja, vestida con la tradicional túnica marrón, muestra las instalaciones con una sonrisa imperturbable. La vista panorámica, con los cerros de fondo, es inmejorable.
El propósito, explica, es alcanzar la paz mental, la felicidad y la armonía. La búsqueda de la iluminación-como lo define el budismo- es un camino único para cada persona. La cultura, la educación, la práctica y la caridad son los cuatro pilares fundamentales.
"No hace falta ir a otro lugar para encontrar la iluminación, sino que los seres humanos podemos realizar nuestra verdadera naturaleza aquí y ahora, en este mundo: cuando hacemos realidad el altruismo, la alegría y la universalidad, estamos practicando los conceptos fundamentales del budismo humanitario", explica citando a un pensador de esa corriente.
El instituto, que enseña humanidades, sociología, arte y tecnología, acepta estudiantes que no sean budistas. Con más de 1200 templos entre iglesias, mezquitas y sinagogas -que representan al taoísmo, el budismo, el protestantismo y el catolicismo- Taiwán es un lugar de visible libertad religiosa. De hecho, en algunos lugares los templos taoístas y budistas están separados apenas por un patio central.
Cerca del centro de Budismo Humanitario, también en Hualien, se halla el Parque Nacional de Taroko. Las paredes de rocas de cientos metros de altura, en la frondosa vegetación que forman sus bosques, lo convierten en una de las visitas obligadas de Taiwán. Reúne una gran belleza natural entre cerros, costa, fauna, gargantas y hasta acantilados de mármol.
Cuenta con unas cien mil hectáreas de naturaleza y recibió este nombre por la garganta del Taroko. Entre las paredes del desfiladero fluye el río Liwu, que es alimentado por numerosos afluentes que se unen a su curso, cayendo por cascadas desde lo alto de la montaña.
El whisky
Taiwán tiene numerosos rasgos que la diferencian de la China continental, pero pocos tan llamativos como su pasión por el whisky. Es el segundo país del mundo en consumo per cápita de este destilado, sólo por detrás de Estados Unidos. Esta pasión se ve reflejada en éxitos comerciales. La única empresa del país se llama Kavalan y ha recibido diversos reconocimientos en los World Whisky Awards (WWA): algo así como los Oscar del whisky.
Lo llamativo es que hasta el 2002, tal como consigna el sitio El Español, las empresas privadas taiwanesas tenían prohibido destilar bebidas alcohólicas porque el monopolio correspondía al gobierno del país. Fue entonces cuando T.t.Lee, un empresario millonario, decidió hacer realidad su sueño: producir whisky en su propio país. Levantó una gigantesca factoría en un tiempo récord. En nueve meses concluyó la construcción de King Car, una colosal destilería en la región de Tilan. En 2005 empezó la producción, en 2008 embotelló el primer whisky y en 2015 se hizo con el galardón al mejor whisky del planeta. Un tiempo récord en un sector en el que el plazo mínimo para poner una botella en circulación no suele bajar de los ocho años.
Uno de los secretos, dicen en la empresa, es el clima. El asfixiante calor, unido a las condiciones de humedad, provocan que el whisky madure allí de forma natural casi cinco veces más rápido que en otras partes del mundo. Visitar la destilería de Kavalán en Yilan es una experiencia recomendable.
Abrirse al mundo
Taiwán busca abrirse cada vez al mundo y promueve becas para que extranjeros estudien allí y la Argentina no es la excepción. Lucila Ollesch viajó en julio del año pasado para asistir a una convocatoria regional en el marco de un Taller sobre Aplicaciones de Comercio Electrónico en el Desarrollo de las PyMes.
"La expectativa de conocer un país tan lejano, con un idioma y una cultura tan diferente, era una oportunidad inmejorable de abrirme una ventana al futuro , no sólo para mí, sino para enriquecer los proyectos en los que participo y transferir know how a mis clientes y partner", cuenta.
Leandro Maraquia, quien también hizo cursos allí, coincide. "La adaptación es fácil. El taiwanés promedio es una persona muy culta y educada, a la que le gusta seguir las reglas y tiene un gran respeto por el prójimo".
La National Dong Hwa University, ubicada en Hulien, da muestra de ello. De los 10.000 estudiantes que hay, casi mil son extranjeros y provienen de 50 países distintos. El campus, el más grande de Taiwán, y los paisajes son impresionantes.
País soberano
Taiwán mantiene una lucha pacífica por su autonomía. En las últimas semanas China endureció su postura. El presidente Xi Jinping le pidió a la isla que rechace la independencia y abrace la "reunificación pacífica", en un discurso conciliador que sin embargo tomó una línea dura sobre la soberanía política. "No se puede ceder ni un centímetro de nuestra tierra. Estamos preparados para librar una batalla sangrienta con nuestros enemigos", agregó.
Son tiempos difíciles, pero la isla se rehúsa a dejar de lado su reclamo. "Una persona debe ser como una pelota de goma, que cuanto más fuerte las golpeás más alto rebotan", dice en sus enseñanzas el maestro Hsing Yun. Taiwán espera y sigue soñando ser reconocido como país soberano, defensor de los valores de la democracia, libertad y derechos humanos.
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