La elección del director de la Adnoc, la empresa petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos, para liderar la cumbre despertó controversias y dudas entre activistas y especialistas
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DUBAI.- Desde que fue designada, la presidencia de la vigesimoctava Conferencia de las Partes (COP28) generó un desconcertante estruendo entre todos aquellos que se han dedicado a la lucha para terminar con los combustibles fósiles. Es que, además de ser el presidente de la convención más gravitante sobre cambio climático, el sultán Ahmed Al-Jaber es el director de la Abu Dhabi National Oil Company (Adnoc), la empresa petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos.
Fue en Egipto, durante la COP27, que el mundo recibió la noticia. Para varios activistas, científicos y políticos fue una definición de lo que vendría. “Significó una dirección muy clara de los países productores de petróleo y, principalmente, de los Emiratos Árabes Unidos, de que la seguridad energética implica que todavía necesitamos centrarnos en el petróleo y el gas y ejercer menos presión para eliminar los combustibles fósiles”, menciona Laury Haytayan, directora para Medio Oriente del Natural Resource Governance Institute (NRGI).
Habían pasado tan solo unos meses desde el estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia, que además de la devastación de un país, los desplazados y las muertes, fue la principal causa de una disparada de casi 200 dólares en el precio del barril de petróleo y un aumento al doble de los precios del gas natural.
Rusia, uno de los principales proveedores de combustible para Europa, había cerrado la llave de la energía, algo que generó desesperación en los gobiernos en turno. “Fue un shock para la economía global y la economía europea, que era uno de los principales impulsores de una agenda de transición energética”, añade Haytayan.
Hubo histeria y también decenas de propuestas: desde compartir duchas y apagar calefones hasta retomar proyectos petroleros abandonados y flexibilizar las discusiones sobre la transición energética. Devolvieron a la mesa el debate de la seguridad energética por sobre el de la mitigación.
Allí apareció Al Jaber, el flamante CEO emiratí que empezaría una trayectoria de varios meses para convencer al mundo de que, a pesar de su cargo y su historia como promotor del petróleo, lograría hacer avances trascendentales bajo su presidencia de la cumbre ambiental. En el discurso inaugural de la COP 28, habló de apertura de mentes, de flexibilidad, y por primera vez, de la necesidad de incluir a las empresas energéticas -de combustibles fósiles- en las discusiones climáticas.
“No fue fácil, pero hoy, muchas de estas compañías están comprometidas a cero emisiones de metano para 2030 y objetivos de neutralidad de carbono para 2050 por primera vez y estoy agradecido de que decidieron unirse a esta travesía, pero también debo decir que no es suficiente y que pueden hacer mucho más. Pueden liderar el camino y eso asegurará que los otros sigan”, dijo en el gigantesco edificio de Expo Dubai.
Según un reporte publicado este jueves por la Organización Mundial Meteorológica, 2023 va en camino de ser el año más caluroso que alguna vez se registró y también uno de los de mayor concentración de gases de efecto invernadero. Organizaciones ambientalistas y delegaciones de los países más vulnerables a los efectos de la crisis climática exigieron a los gobiernos del mundo una salida -phase out- de los combustibles fósiles.
“Es por eso que el nombramiento del Sultán, CEO de la empresa nacional de energía y gran defensor de la industria hidrocarburífera, como presidente de la COP claramente es controversial”, explica en diálogo con LA NACION, el exsecretario de Cambio Climático argentino, Rodrigo Rodríguez Tornquist.
El representante argentino no fue el único en plantear dudas por el nombramiento de un petrolero para encabezar las negociaciones para el final de los combustibles fósiles, algo que generó una oleada de críticas entre funcionarios y medios internacionales, aunque también algunos expertos señalaron que podría abrir una posibilidad que antes era impensada.
Al Jaber no quiere ser recordado por ser el presidente petrolero de la COP, sino por gestionar una conferencia histórica. Y desde la ceremonia de apertura ha demostrado aquella pretensión: en minutos anunció la consolidación del fondo para pérdidas y daños generados por eventos climáticos extremos y también fue el primero en anunciar un aporte de 100 millones de dólares para nutrirlo. “En menos de unas horas logramos recaudar más de 400 millones de dólares”, celebró en una conferencia de prensa, refiriéndose también a los aportes en mayor medida de la Unión Europea y Reino Unido, y en menor de Japón y Estados Unidos.
Para el final de la conferencia, Al Jaber espera haber cumplido con la mayor parte de los objetivos planteados. Esto incluye la triplicación de la capacidad de energías renovables, una definición clara en las Metas de Adaptación, cumplir con las deudas de financiamiento y replantear las nuevas metas de acción climática después del balance mundial que se discutirá en estos días. Para Haytayan, más que una convicción profunda, el Sultán busca posicionarse y tener peso a nivel geopolítico.
“Ellos no quieren fracasar en la COP 28, quieren que todos recuerden esta COP como exitosa y no solo en términos logísticos. Quieren ser trascendentales, especialmente en cómo esto podría dar forma al mundo de la energía”, detalla Haytayan.
Del petrolero a negociador climático
Al Jaber nació tan solo dos años después que Emiratos Árabes Unidos, un territorio controlado por Reino Unido hasta 1971. “Cuando obtuvieron su independencia tenían otro tipo de trabajos como pescadores, beduinos, llevaban un tipo de vida muy básico y con el dinero del petróleo y el gas tuvieron el desarrollo para llegar al lugar donde están hoy”, retrata Haytayan.
Al Jaber creció con el esplendor de esa pujante nación petrolera y vio en un desierto erigir una ciudad saturada de lujos. Dejó varios años los EAU para estudiar ingeniería química y después negocios en el exterior. Cuando volvió, quiso construir su primera gran empresa en ese mismo desierto, y nada tuvo que ver con el petróleo. Masdar, empresa en la que el Sultán sigue teniendo una silla, está completamente dedicada a las energías renovables.
Es la compañía más relevante de energías renovables de la región y tiene presencia en más de 40 países. Y fue la gestión del Sultán la que logró tan estrepitoso crecimiento. “El joven Al Jaber estaba trabajando en la cima de un proyecto de energías renovables antes de ir a Adnoc. La forma en que lideró este proyecto hizo que fuera reconocido por el liderazgo de los Emiratos. Y luego consiguió el trabajo de liderar también Adnoc”, repasa Haytayan.
En 2016 asumió el poder en la empresa petrolera del segundo país con mayor producción de petróleo en el mundo. Y en 2020, también obtuvo el cargo de ministro de Industria Avanzada y Tecnología del país. Durante su gestión ha multiplicado año tras año la explotación de gas y de petróleo y afianzó tratados con decenas de países, incluidos China, Brasil, Francia y Países Bajos. Aún hoy, tiene inversiones millonarias para la expansión de la empresa y de los combustibles fósiles. No obstante, asegura que está comprometido con la transición energética.
“Tenemos que entender que en los Emiratos Árabes Unidos no hay una división entre energía limpia y petróleo y gas, todo se trata de energía. Por eso se comprometieron con nuevas inversiones en petróleo y gas, miles de millones de dólares, como 150.000 millones de dólares para 2027, al mismo tiempo que invierten menos en renovables... mucho menos de 150″, dice Haytayan.
Presidencia de la COP
Desde que fue elegido, Al Jaber supo que no era la primera opción ni la ideal para el cargo. “Arrancó muy cauteloso en el proceso, reconociendo que no era la opción obvia. Ha intentado ser neutral y mantenerse en la línea de que no está representando a su empresa ni a su país, sino que quiere ser una presidencia que escuche lo que los países quieren decir”, recuerda Alejandra López, especialista en relaciones internacionales y cambio climático de la ONG Transforma.
Para lograr en un día la consolidación del fondo de pérdidas y daños trabajó intensamente reuniéndose con las diferentes partes para llegar a la COP con una decisión expedita, pero también el fuerte empuje de temas como la salud y el cambio climático. “Eso no quita que lleguemos a una COP en la que habrá participación masiva de la industria en delegaciones nacionales de otros países”, añade López.
Alrededor suyo, no solo fueron noticias de compromiso las que salieron a flote. Varios medios internacionales siguieron sus pasos y descubrieron irregularidades tan sutiles como cambios en su perfil en Wikipedia, dando una visión más benévola y “verde” del Sultán; miles de bots defendiéndose de los escépticos y grandes fotografías de molinos de viento en la página de la empresa petrolera.
Pero el mayor de los alborotos sucedió días antes de que la COP28 empezara: fue cuando la BBC y el Centre for Climate Reporting publicaron un documento filtrado en donde mostraban las pretensiones del Sultán de afianzar acuerdos petroleros con varios países durante la conferencia, y entre los que están Brasil, México, Francia, Noruega y Alemania. El Sultán respondió que el documento no influiría en ninguna de las negociaciones, aunque la moneda sigue en el aire.
En su discurso inaugural, Al Jaber fue muy cuidadoso con no mencionar la salida del gas y el petróleo entre los objetivos de la conferencia.
“Por un lado, hablando de mitigación y particularmente del sector energético, lo que se está planteando es cómo transformar la descarbonización en un negocio. Y ese negocio se puede dar por dos grandes caminos: la transición a las renovables y las empresas energéticas quieren tener mucha tranquilidad de que van a estar en condiciones de afrontar esa transición de una forma benéfica para sus economías. Y el otro negocio es el Carbon Capture Storage en el que están detrás mayoritariamente empresas petroleras”, explica Rodríguez Torquinst.
Pero para Emiratos Árabes Unidos, invertir en energías renovables no se traduce en dejar de crecer como petroleros. “E igual que a todos los países que son productores y consumidores de combustibles fósiles, hay que exigirles que no solo inviertan en renovables sino que acompañen con la contraparte de dejar de invertir en fosiles”, critica López.
Aún faltan 11 días para el final de la COP 28 y nada está sentado. Haytayan no espera que el resultado de esta conferencia favorezca más a los países y a las compañías de petróleo, pues eso depende de todas las partes. Lo que sí puede suceder es un posicionamiento de EAU, el segundo mayor productor de petróleo, en las decisiones del futuro en materia de política climática.
Esta historia fue producida como parte del Programa de Medios sobre Cambio Climático 2023, una beca periodística organizada por la Earth Journalism Netwoek, de Internews y el Stanley Center for Peace and Security.
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