Sri Lanka, el paraíso turístico que busca renacer después de dos atentados y de que manifestantes tomaran la casa del presidente
La industria del turismo intenta salir adelante tras una sucesión de crisis para sacar de la ruina a la economía del país, pero el torbellino político y social podría frustrar la reactivación del sector
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El domingo de Pascua del 21 de abril de 2019, terroristas suicidas del Estado Islámico detonaron ocho bombas en distintas ciudades de Sri Lanka, incluida la capital, Colombo. Tres iglesias y tres hoteles de lujo fueron el blanco de los atentados, que dejaron 269 muertos –entre ellos 45 turistas- y por lo menos 500 heridos, en el peor ataque en la historia del país insular. El terror consecuente de la masacre alejó a los millones de turistas que ingresaban anualmente, lo que marcó el primer golpe devastador a la industria turística de esta isla paradisíaca del sur de Asia.
El segundo ocurrió poco menos de un año después, cuando la pandemia de coronavirus detuvo al mundo y arrastró a la ruina a la industria del turismo. A esta desafortunada lista se sumó el torbellino político del año pasado. Los cortes de electricidad y la escasez de alimentos básicos golpearon al país semanas después de que se declarara en default, lo que llevó a los esrilanqueses a la calle en históricas protestas contra la corrupción y la mala gestión del gobierno, que presionaron al presidente Gotabaya Rajapaksa hasta su dimisión y exilio.
Con este telón de fondo, el sector turístico de Sri Lanka apunta a resurgir de estas sucesivas crisis este año. Las cifras de visitantes de los últimos meses juegan a su favor y despiertan la esperanza de que esta industria, que representa la tercera fuente de divisas para el país, pueda rescatar a la nación asiática del peor colapso económico desde su independencia.
“Actualmente Sri Lanka atraviesa una crisis económica y el turismo desempeña un papel importante en la reactivación de la economía”, comentó a LA NACION Madubhani Perera, directora de Relaciones Públicas de la Oficina de Promoción Turística de Sri Lanka.
El turismo aportó a Sri Lanka 4400 millones de dólares y contribuyó en un 5,6% al PBI en 2018, el año récord de visitantes con 2,3 millones de turistas, pero esta cifra se redujo a solo un 0,8% en 2020.
Tras alivianar las medidas de restricción del coronavirus, el país abrió sus fronteras al turismo internacional en enero de 2021 y recibió a 194.495 turistas, una cifra que se disparó con la llegada de 719.978 turistas en 2022. En lo que va del año, el país ya recibió a 102.000 visitantes, según el recuento del Ministerio de Turismo, casi un 25% más que el año anterior.
De acuerdo al Índice Global de Terrorismo 2022, Sri Lanka fue el país que registró el mayor progreso en limitar el impacto de grupos terroristas en el sur de Asia, lo que favoreció su imagen internacional. El Departamento de Estado de Estados Unidos modificó su recomendación de viaje del nivel 4 (”No viaje”) en un primer momento al nivel 2 (”Mayor precaución”) en octubre.
“Con la tendencia al alza en el número de llegadas y las consultas y reservas para los próximos meses, se espera que el turismo pueda alcanzar los 1,5 millones de llegadas al país en 2023, con unos ingresos previstos de 2800 millones de dólares″, detalló Perera.
Los mayores flujos de entrada procedieron de Rusia, India, Alemania y el Reino Unido, que dominan el mercado receptor de Sri Lanka. Se espera que la paulatina apertura de China incorpore unos 200.000 nuevos turistas este año.
Sri Lanka, con una superficie menor a la provincia de Formosa y con una población de más de 22 millones de habitantes, es un destino diverso con atractivos que incluyen playas paradisíacas, selvas, turismo aventura, ecoturismo, visitas uno de los mayores campos de té del mundo, santuarios de animales, y más de 10 sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La isla, situada en el océano Índico, clasificó sexta en el ranking de los principales destinos de aventura para 2023 gracias a las grandes olas que cautivan a los surfistas de todas partes del mundo, inclusive argentinos.
“Es un lugar muy amigable para aprender a surfear porque las olas no son tan potentes y el fondo es en general de arena con muy poco coral, entonces no es peligroso”, contó a este medio la argentina Josefina Blanco, profesora de yoga, que vive en Bali y viajó en enero a la isla para practicar el deporte. Es la segunda vez que elige este destino para sus vacaciones, por lo que destaca el crecimiento del sector turístico de una experiencia a otra.
“A Sri Lanka no hay foto o video que le haga justicia. Es un paraíso”, dijo a LA NACION Joaquín Palermo, argentino de 22 años, que emigró hace menos de un año a Dubái por trabajo. Eligió visitar uno de los destinos predilectos, el suburbio de Unawatuna, al sur de la provincia de Galle, que depende enteramente del turismo y es considerado por distintos portales como la mejor ciudad costera del país para vacacionar.
“En el trabajo todos me decían que tuviera ´mucho ojo´, pero en ningún momento sentí el más mínimo problema. Dejábamos las cosas en la arena y nos íbamos a meter al agua una o dos horas”, detalló Palermo. “Lo que sí me mencionó una señora del lugar fue la cuarentena. A ellos los mató, porque esa ciudad vive del turismo. Sin turismo no hay movimiento”.
Aunque las autoridades auguran un año favorable para la industria, el futuro incierto del país podrían arruinar las proyecciones. Analistas consultados por este medio coinciden en que Sri Lanka enfrenta incontables desafíos que podrían sepultar al sector nuevamente dado que la crisis política aún no ha terminado y la sociedad continúa siendo un caldero en ebullición.
“En la superficie, la situación general del país se ve bastante más estable que antes, pero en el fondo está lejos de ser así”, afirmó en conversación telefónica Alan Keenan, consultor senior de Crisis Group sobre Sri Lanka.
La economía de Sri Lanka atraviesa una profunda recesión. En mayo de 2022, incurrió por primera vez en su historia en un impago de deuda de 51.000 millones de dólares. El Fondo Monetario Internacional (FMI) indicó recientemente que sólo concederá un préstamo cuando la organización confíe en que la deuda es sostenible.
Como consecuencia, existe un 80% de personas pobres en las zonas rurales y más de la mitad de quienes viven en urbanizaciones cayeron por debajo del umbral de la pobreza. Casi el 32% de los hogares de Sri Lanka sufren actualmente inseguridad alimentaria, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. El país escasea en productos de primera necesidad, como alimentos, medicamentos y gas. La falta de combustible golpea a los servicios de transporte y a los comercios, mientras los cortes de luz diarios por insuficiencia de insumos se tornaron moneda corriente. Los gobiernos locales publican cada día en sus sitios web oficiales el “calendario de cortes de luz”, donde detallan por cuánto tiempo no habrá suministro.
“En Sri Lanka todos los días cortan la luz, al menos una hora por día. Y me comentaron los locales que el año pasado hubo días con más de 12 horas sin electricidad”, puntualizó Blanco.
Para Wasantha Athukorala, un reconocido profesor del Departamento de Economía y Estadística de la Universidad de Peradeniya, la industria del turismo por sí sola podría ayudar a la economía de este pequeño país, pero para que eso suceda “las políticas del gobierno no tienen que basarse en su ideología sino en la evidencia” dado que actualmente “la efectividad de la economía es nula”.
El impopular presidente Ranil Wickremesinghe, quien solía ser primer ministro, fue elegido en el cargo por el Parlamento tras la dimisión de Rajapaksa y pese a la desazón de la población, que esperaba su renuncia y el llamado a elecciones. Desde que asumió en julio, el mandatario ha hecho abuso de “leyes antiterroristas draconianas contra manifestantes pacíficos” como la “abusiva” Ley de Prevención del Terrorismo (PTA, por sus siglas en inglés), que permite hasta un año de detención sin juicio, denunció Human Rights Watch.
“La inflación aumenta durante una crisis económica. Aumenta el precio de los bienes. El empleo está en peligro. Las empresas se hunden. Aumentan los impuestos. Es difícil sobrevivir para todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, si soportamos estas penurias durante otros cinco o seis meses, podremos llegar a una solución”, declaró Wickremesinghe en un llamado a la paciencia de la población en el parlamentario en enero.
Pero nada asegura que los esrilanqueses logren tolerar la situación. Muchos ansían el llamado a las elecciones locales programadas para el próximo 9 de marzo, en medio de incertidumbre sobre la posibilidad real de que se lleven adelante. Los partidos políticos de la oposición solicitaron la semana pasada una orden del Tribunal Supremo a través de dos peticiones a la Comisión Electoral para exigir que los comicios se celebren según lo previsto. Y la supervivencia del turismo - y por ende del futuro de la economía del país- dependerá de esa cita a las urnas.
“La gente está enojada, asustada, inmisericorde, frustrada y bajo asalto. La gran pregunta es: si no se realizan las elecciones, ¿Llegarán las denuncias a una nueva forma de protesta?”, cuestionó Keenan.
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